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Cosas a tener en cuenta cuando te estás cagando dentro de un coche

Recuerda: la amabilidad es el mejor amigo del hombre que se caga sobre ruedas.
Imagen vía el usuario de Flickr The Greater Southwestern Exploration Company | CC BY 2.0

Solo existe una situación capaz de poner al límite al ser humano. Me refiero a ponerlo REALMENTE al límite, algo que va mucho más allá de escalar el Everest, pelear contra un oso o intentar robar un cubata en el Apolo.

Estoy hablando de estar en un coche. Y cagarte. Estar en un coche y tener ganas de defecar. Muchas. Un alud imparable dentro de tu cuerpo. Es entonces cuando las máscaras caen al suelo y se descubre a la persona real que habita bajo de la piel, esa que se oculta entre los extraños pliegues de nuestro cerebro y nuestra lógica.

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Esta es la situación: estás en un coche yendo a 120 kilómetros por hora, estás acompañado y, de repente, te entran unas irrefrenables ganas de defecar. Primero intentas convencerte de que se trata de algo pasajero pero, a cada segundo que pasa, ves que la cosa no mejora. Te estás cagando, tu cuerpo está relleno de heces (esta vez son tus heces, por suerte). Informas a tus compañeros de tu nueva situación vital y ellos, educadamente, te dicen que “ok” pero que no pueden detener el vehículo inmediatamente, que ahora no pararán ni se pondrán un peto fosforito ni colocarán esos triángulos en la autopista para que tú puedas cagar en la cuneta.

Tendrás que esperar a que aparezca una zona de picnic, un área de servicio o una gasolinera. “Tendrás que esperar”, esas palabras te harán sangrar, este mantra será tu pesadilla, el tiempo es ahora tu mayor enemigo, porque estás atrapado yendo a 120 kilómetros por hora y no puedes hacer otra cosa. Solo esperar.

Cagarse encima no es una opción, da igual si estás solo o acompañado, nadie, en ninguna circunstancia, quiere tener en su historial ese momento en el que se cagó en un coche mientras conducía

Si estás solo, conduciendo, será aún peor, porque no solo tendrás que concentrarte en las extrañas normas de circulación sino que encima tendrás que intentar que tu cuerpo sujete sus propias heces. Conducirás como en trance, siguiendo la frecuencia de tu propio esfínter. Solo existe el objetivo de mantenerse con vida para poder cagar. Este es el objetivo. Porque cagarse encima no es una opción, da igual si estás solo o acompañado, nadie, en ninguna circunstancia, quiere tener en su historial ese momento en el que se cagó en un coche mientras conducía.

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Aunque no se lo cuentes a nadie, esta verdad te comerá por dentro: te cagaste conduciendo. Esto te perseguirá cada día de tu vida, cada vez que te subas a un coche o cada vez que pases por el lado de un automóvil aparcado te vendrá el recuerdo de lo poco que controlas tus intestinos.

Estar cagándose en un coche requiere un equilibrio entre la paciencia, la humildad, las agallas y el autoritarismo. Es un juego de varias fuerzas que deben manipularse con sumo cuidado, con movimientos armónicos y con una precisión quirúrgica. No dejes que el monstruo tome el control, sé la mejor versión de ti mismo, no ese cretino que sale cuando estás borracho o tiene un equipo al cargo y se cree el jefe más importante del mundo.

Ante todo, hay que saber comunicar la urgencia, debes conseguir que, tanto el conductor como el resto de implicados en el viaje, te tomen en serio y no se convierta todo esto en una gran broma. Es un tema serio que requiere soluciones eficaces, no debes dejar que estallen las carcajadas y empiezan a grabarte con el móvil y te cuelguen en Instagram Stories mientras se saltan el área de servicio donde se supone que iban a parar para que cagaras. Para ellos será muy tentador, tendrás que luchar también contra esa fuerza. Esto no es una anécdota divertida, esto es una cuestión de vida o muerte.

Recuerda que vais en una caja con ruedas muy pequeña repleta de gasolina, lo último que quieres es que esta caja choque y estalle y ardáis todos dentro y alguien encuentre tu cuerpo calcinado y cagado

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Escoge las palabras adecuadas y sobre todo no te pongas nervioso, imagínate que estás presentando el telediario de las nueve de la noche, así tiene que ser tu locución y concreción informativa. Piensa que cuanto más hables más energía estarás invirtiendo en algo que no sea evitar defecarte encima.

Sobre todo no seas un capullo, comunica la urgencia pero sin exigirle nada a nadie. Deberías saber que el autoritarismo extremo genera rechazo y así solo lograrás que no te hagan caso, por orgullo. La amabilidad es el mejor amigo del hombre que se caga sobre ruedas, recuérdalo. Deberás encontrar el equilibrio entre el imperativo y la solidaridad —a la gente le encanta ayudar cuando se descubren como un elemento indispensable para lograr una empresa—. Recuerda que aquí el que tiene más que perder eres tú. Lanza un grito de ayuda —no literal— pero manteniendo siempre cierta dignidad y respetabilidad.

Otra cosa, no pongas nerviosa a la gente. El ambiente debe ser de extrema calma. Los gritos, discusiones y sudores solo aceleran el proceso fecal. Recuerda que vais en una caja con ruedas muy pequeña repleta de gasolina, lo último que quieres es que esta caja choque y estalle y ardáis todos dentro y alguien encuentre tu cuerpo calcinado y cagado.

También tendrás que hacer un trabajo de introspección. Sé consciente de tu cuerpo y controla tu mente, engáñala y hazle pensar que todo va más o menos bien, este reto elevará tu espíritu. Sabes que si piensas en ello —en que te estás cagando— tendrás aún más ganas, pero recuerda que si llegas tan lejos en este ejercicio mental como para lograr olvidar por completo tus problemas fecales, puede que tu esfínter se relaje y todo estalle. Hay que mantener la armonía en todo momento, ni olvido ni obsesión.

La vida nos lleva por sitios extraños y uno nunca sabe cuándo tendrá que cagar dentro de una bolsa de supermercado en un coche de camino a Alicante

Puede que tengas que estar en este estado de autocontrol durante un buen rato, baja la ventana, escucha el sonido del aire e intenta pensar que esta sensación que sientes no tiene absolutamente nada que ver con el verbo cagar. Recuerda, sobre todo, que los últimos minutos son los peores, eso del factor proximidad: cuanto más cerca del lavabo estés, más peligro existe de cagarte encima. Cuando corras desesperado entre los surtidores de gasolina será cuando estés más cerca del horror, no te rindas. No encomiendes tu suerte a un Dios lejano, estás solo en esto y solo tu capacidad de controlar tu mente podrá ayudarte.

Un último consejo: esto ya lo sabréis —es de primero de cagar y mear en sitios públicos— pero llevad SIEMPRE encima un poco de papel y una bolsa de plástico. La vida nos lleva por sitios extraños y uno nunca sabe cuándo tendrá que cagar dentro de una bolsa de supermercado en un coche de camino a Alicante. Os creéis lo suficientemente adultos como para pensar que esto nunca os pasará a vosotros pero, ingenuas criaturas, cualquier día puede ser EL DÍA.