Gente nos cuenta el piropo más asqueroso que ha recibido en seis palabras

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seis palabras

Gente nos cuenta el piropo más asqueroso que ha recibido en seis palabras

Porque el piropo también es acoso.
AC
ilustración de Aina Carrillo

Hubo una época en la que, harta de los acosos callejeros, silbidos y toqueteos desagradables a primera hora de la mañana en el metro, desarrollé una técnica infalible para ahuyentar a aquellos moscardones que se creían con el derecho a valorar mi cuerpo como si fuera un mero objeto.

La técnica consistía en girarme inmediatamente después de recibir el acoso, mirar a la persona en cuestión evidenciando al máximo mi estrabismo, y sonreír abriendo exageradamente la boca para dejar ver todos mis empastes. Os puedo asegurar que el 80 por ciento de los machitos que habían iniciado el acto huían corriendo como si del peor error de su vida se tratara.

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Seguramente todo el mundo habrá recibido algún piropo desagradable, se habrá cambiado alguna vez de acera para no pasar por debajo de una obra, o habrá acelerado el paso. Incluso hay mujeres que habrán sentido auténtico miedo. Aunque han sido miles las campañas feministas en las que se reclama más educación para acabar con este tipo de conductas, lo cierto es que muchísimos jóvenes son víctimas a diario de situaciones muy desagradables.

El piropo es una opinión que las personas no pedimos y mayoritariamente afecta a mujeres, con todo lo que esto conlleva. Según nos explica Javier Rubio, formador en igualdad y discriminación, es importante denunciar este tipo de conductas porque representan la base de cualquier futura discriminación. “Detrás de este tipo de piropos hay creencias que si no se trabajan bien terminan por cosificar a las personas”, nos dice.

Hablamos con gente variopinta para que nos cuenten en seis palabras el piropo más asqueroso que han recibido a modo de denuncia, para que nos demos cuenta de lo lamentable que es a veces la mente humana.

“Morena, te comía toda la magdalena”, María, 18 años

“Dulce caperucita, yo soy tu lobo”, Paula, 26 años

“Te dejaré rellena como una lionesa”, Cristina, 30 años

“Este condón lleva tu nombre puesto”, Edu, 18 años

“Que sepas que no tengo campanilla”, Marcos, 19 años

“Preciosa, tu coño huele a miel”, Silvia, 29 años

“Méteme el micro donde quieras, locutor”, Adrián, 32 años

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“Nena, te comería hasta el bolso” Ari, 23 años

“Se te cayó el envoltorio, bombón” Marta, 24 años

“Ahora mismo quisiera ser tus calzoncillos”, Alex, 25 años

“¡Madre mía! Quién fuera ese vestido”, Jennifer, 21 años

“Te follaría hasta por los poros”, Jan, 24 años

“Tu madre seguro que es pastelera”, Elena, 29 años

“Te la metería hasta que vomitaras”, Eli, 22 años

“Te la metía como una banderilla”, Cristina, 31 años

“Flaca, come mi carne en barra”, Judith, 27 años

“Sería sardina para oler a tu vagina”, Mireia, 20 años

“Mami rica, regálame tu sonrisa vertical”, Ana, 32 años

“Morena, ¿quieres un polvo sin faena?”, Sibila, 29 años

“Quién fuera cuervo para picar tu mazorca”, Carlos, 28 años

“Te comía la regla a cucharadas”, Lisa, 32 años

“Quisiera perderme en tu bosque, amazona”, Anaís, 27 años

“Te follaba hasta que te destrozase”, Javi, 30 años

“Tantas curvas y yo sin frenos”, Clara, 33 años

“Qué ojazos tienes… los otros también”, Estefanía, 22 años

“Súbete la falda, que me tiro”, Judith, 21 años

“Guapa, te comería hasta las entrañas”, Claudia, 27 años

“Me pones cachondo con ese vestido”, Ana, 24 años

"Os comía a las dos, madre" Aina, 21 años

"Esos leggins te favorecen las nalgas" Nerea, 21 años

"Vaya caramelito de chocolate, te comía", Nora, 19 años

"¡Pelirroja! Te comía toda la cosa", Carol, 22 años

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