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Sexo

El orgullo de ser 'squirter'

La primera vez que Heidi Switch lo experimentó, la pilló totalmente por sorpresa. Desde entonces, lo ha adoptado como una forma de liberación.
MA
traducido por Mario Abad
Sirin Kale
tal y como se lo contó a Sirin Kale
Ilustración por Erin Aniker 

En el sexo, no me gusta planificar. Prefiero que las cosas surjan de forma orgánica. Por eso, la primera vez que experimenté el squirting me pilló totalmente por sorpresa.

Acababa de terminar una relación larga con una mujer. Habíamos dejado de practicar sexo antes incluso de romper. Luego empecé a salir con una pareja —chico y chica— que me hacía sentir muy cómoda con mi cuerpo. Soy una chica corpulenta. Tengo estrías, venas varicosas y celulitis, y en el colegio se metían mucho conmigo por tener el culo grande. Un buen día pensé, Voy a cambiar esto y me convertiré en una diosa sexy. Desde aquel momento, me sentí más en sintonía con mi cuerpo, lo cual me permitía también sentirme más relajada.

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Una vez estaba tonteando con esta pareja en su piso. Habíamos puesto música, edredones en el suelo y encendido unas velas. Luego estuve casi dos horas practicándoles sexo oral a la pareja. Después de tener varios orgasmos, la mujer se levantó para ir al lavabo y aproveché ese momento para darme placer a mí misma. Me introduje mi dildo de cristal y la sensación fue muy agradable porque llevaba ya un rato queriendo ser penetrada. Cuando me saqué el dildo, de repente un chorro de fluido salió volando hasta el otro extremo de la habitación.

Nunca antes había sentido algo similar. Fue increíble notarlo fluir por los lados de la vagina. El líquido cayó sobre la mesa del ordenador. “¡Dios! ¿Has visto eso?”, dije. El chico y yo nos levantamos para examinar el fluido, apreciar su viscosidad. No parecía ni orina ni agua, sino más bien una especie de semen más líquido, en cantidad suficiente como para llenar medio vaso de chupito.

A los hombres les gusta pensar que lo han provocado ellos

Se trata de un reflejo involuntario parecido al acto de orinar, pero no es lo mismo. Sabía lo que era el squirting, pero nunca lo había experimentado en mi propio cuerpo. Desde entonces, cada vez que he querido hacerlo, he tenido que estar totalmente predispuesta a que pase. Curiosamente, en mi caso solo puedo hacerlo cuando estoy ovulando. Supongo que es porque en esos periodos estoy más excitada.

Creo que hoy día la gente está más familiarizada con el squirting que cuando yo era más joven, en gran parte gracias a internet, que permite a la gente hablar sobre ello en distintos foros y saber lo que otras personas disfrutan en el sexo. Ahí es cuando conoces la verdad.

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Cuando tenía 15 años, recuerdo que una vez mi mejor amiga me contó que mientras lo hacía con un chico, muchas veces se orinaba. En ese momento no sabía a qué se refería y le pregunté si le importaba. “Da mucha vergüenza”, respondió. En cambio, no creo que hoy día los adolescentes lo encuentren vergonzoso; al contrario, creo que lo encontrarían liberador. La educación sexual ha mejorado mucho desde cuando yo era adolescente. Antes solo te enseñaban a ponerle un condón a un plátano y ya.

No me gusta que se use tanto el squirting como fetiche en el porno comercial, porque es un género que puede influir mucho en cómo perciben los usuarios el funcionamiento de la anatomía femenina. En muchos de los vídeos porno que ve la gente, las mujeres realmente están orinando; es más fácil provocar eso que el squirting y estéticamente resulta más excitante, pero es algo muy dirigido al espectador masculino. Yo, por ejemplo, prefiero las películas producidas por cineastas feministas como Erika Lust.

A mis parejas también les gusta mucho cuando experimento el squirting. Salgo con hombres y mujeres y, en mi experiencia, a los hombres les gusta pensar que lo han provocado ellos. Quieren verlo porque es poco habitual y nunca lo han visto antes en persona. Mi novia también es squirter y las veces en las que lo hacemos juntas son momentos muy íntimos. Es muy agradable poder compartirlo con otra persona sin que se sienta incómoda o asqueada.

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Si te vienen ganas de hacer pis, hazlo. Tienes que dejarte llevar de verdad. Si te gusta lo que sientes, no pares

Algo importante del squirting es que no hay que buscarlo. Yo no intento hacerlo, así como tampoco intento controlarlo cuando me pasa. Simplemente me dejo llevar cuando llega. Mucha gente cree que el squirting funciona a demanda, pero no es así. Tienes que estar superexcitada para que ocurra.

Si tienes curiosidad, puedes practicar por tu cuenta. Hazte con un juguete sexual que te estimule el punto G, preferiblemente uno que tenga curvatura, y cubre la cama con un montón de toallas. Si te vienen ganas de hacer pis, hazlo. Tienes que dejarte llevar de verdad. Si te gusta lo que sientes, no pares. De esa forma podrás enseñar a tu pareja cómo hacerlo y puede que también disfrute haciéndotelo.

Con los años he aprendido que hay que aceptar las cosas buenas que nos pasan, a querer mi cuerpo y mi aspecto físico o el squirting. A las personas que tienen reticencia a probar el squirting les aconsejaría que se abstuvieran. Yo amo mi cuerpo porque es el único que tengo. Si alguien lo encontrara desagradable, rompería de inmediato con esa persona o, si me gustara de verdad, intentaría educarle.

El squirting es algo que me proporciona placer. No es nada malo ni una práctica que haya que estigmatizar. Me siento orgullosa de ser squirter.

Este artículo se publicó originalmente en VICE US.