El comercial insensible despliega la parodia de una protesta llena de millennials atractivos, mostrando carteles sin sentido, mientras se reúnen para algún propósito desconocido, aunque dada la variedad multicultural casi dolorosa de los actores, no queda más que preguntarse: ¿Es una marcha por los derechos de los negros? ¿Una protesta anti-Trump? ¿Una manifestación a favor de los derecho de la mujer?
Ninguna de las anteriores, obviamente. Es un comercial de Pepsi, monopolizar la justicia social hace que vendan refrescos.
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Bien, el comercial ya fue retirado, pero no dejemos pasar por alto un detalle perturbador: ésta no es la primera y tampoco la única vez que una compañía de refrescos se ha apropiado de los movimientos de protesta para vender productos. Durante años, se han realizado denuncias contra grandes compañías de refrescos por crear y promover grupos de protesta para rechazar el aumento de impuestos a los refrescos.
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Las compañías de refresco han incluido la resistencia a los impuestos como parte esencial de su agenda empresarial desde hace tiempo; y es comprensible: los impuestos disminuirán sus ganancias, por supuesto. El problema es que los activistas afirman que sus métodos son dudosos. La evidencia sugiere que las compañías de refrescos están detrás de algunos grupos de protesta que en su mayoría han creado las mismas compañías. Dicho de otra forma, la industria refresquera ha orquestado protestas contra los impuestos al refresco que parecen producto de la comunidad, pero no lo son.
Ingenioso, ¿no es cierto?
Ejemplo número uno: en 2014, The Coalition for an Affordable City parecía ser un grupo comunitario que estaba en contra de los impuestos sobre el refresco en San Francisco. El grupo gastó más de $9 millones de dólares para impedir un solo proyecto durante una votación local. Pero, ¿adivina qué? “The Coalition for an Affordable City es un grupo falso de la American Beverage Association, fundada por Coca-Cola y Pepsi, Dr. Pepper, Red Bull y Sunny D”, reveló Scott Weiner, supervisor de San Francisco. El grupo, el cual admitió abiertamente que recibía financiamiento de la American Beverage Association, contrató a gente a través de Craigslist para que sostuvieran pancartas a $13 dólares la hora. Le ofrecieron el empleo a un productor de ABC News que investigaba el asunto.
Aquí otro ejemplo de lo que algunos catalogan como el brazo fuerte de la industria insistiendo en las protestas comunitarias: en 2010, el grupo en favor de los niños, Save the Children, anunció que iba a apartarse de su trabajo para promover un impuesto sobre los refrescos en varios estados luego de que se dio a conocer que tanto Coca Cola como Pepsi habían realizado enormes donaciones a la organización. Save the Children afirmó que la decisión de retirarse de las protestas a favor del impuesto sobre los refrescos no estaba relacionada con las donaciones, sino que el grupo de apoyo no “estaba preparado para hacer ese trabajo” y éste resultaba controversial. Según el New York Times informó recientemente, el diario estadounidense de medicina preventiva condujo un estudio donde se demostraba que Coca-Cola y Pepsi ofrecían millones a la salud pública y grupos en contra de los impuestos, un hecho que demuestra cómo lo programas de incorporación social pueden ser manipulados y convertidos en vehículos de relaciones públicas para beneficiar a las empresas.
MUNCHIES contactó tanto a PepsiCo como a la American Beverage Association en busca de un comentario, pero no hemos recibido ninguna declaración de su parte.
Gary Ruskin, cofundador y codirector de US Right to Know —un grupo alimenticio y agroquímico guardián sin fines de lucro que ha desmitificado la industria de los refrescos— le dijo a MUNCHIES: “Es obvio que la industria del refresco entiende que están entre la espada y la pared. El movimiento de salud pública se está volviendo cada vez más poderoso y está llevando a cabo una serie de pasos para evitar el consumo de refrescos”. Según Ruskin, la industria refresquera está “desesperada y como tal están actuando de forma desesperada”, incluyendo la contratación de “grupos de protesta falsos”.
Ruskin dice que el financiamiento de grupos activistas por parte de la industria es una estrategia para crear confusión en la reforma tributaria “no solo para los votantes, sino también para los legisladores. Necesitan desesperadamente demostrar que no están solos, de manera que necesitan crear un mosaico de voces para defenderse porque están completamente solos. Así es como lo hacen, creando grupos de protesta falsos, cómplices y ese tipo de cosas”.
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Tanto Pfister como Ruskin afirman que las compañías refresqueras financian la American Beverage Association, la cual a su vez financia grupos de protesta local. En palabras de Ruskin, “Lo hacen así, porque nadie va a creer lo que Coca o Pepsi digan sobre los impuestos a los refrescos. Tiene que parecer que no están solos, por tanto la forma en la que se hacen eco es comprando el eco”.
La conclusión es que el comercial de Pepsi con Kendall Jenner parece no ser tan equívoco del todo. En lugar de mostrar un mundo fantasioso en el que el refresco puede generar paz en conflictos sociales, el comercial de hecho sugiere una realidad escondida: un mundo en el que la industria del refresco financia grupos de protesta falsos para lograr sus propios intereses.
Nota del editor: Según The Santa Fe New Mexican, Johnson admitió haber realizado trabajos para Coca Cola en el pasado cuando era dueño de una compañía mediática, pero, hasta esta semana, sigue negando que Smart Progress New Mexico reciba dinero de Coca Cola o cualquier otra gran empresa refresquera. Mientras tanto, la oficina del fiscal en Santa Fe ha determinado que Smart Progress New Mexico es un “grupo de gastos independientes” y por lo tanto debe registrar una declaración de financiamiento de campaña ante la ciudad. Hasta ahora, la organización no lo ha hecho.