“La piedra… por un lado es una cosa que no tiene sentimientos, expresa dureza como en ‘Cucurrucucú’ o ‘Heart of stone’. Por otro lado es droga como en ‘Piso de piedra’ y Topilejo’ de Teresa Cienfuegos. Es movimiento en ‘Papa was a rolling stone’. En otros contextos puede ser un arma, como en ‘Rainy day women’ de Dylan, que también juega con el doble sentido de estar drogado o es un objeto mágico como en ‘Grítenme piedras del campo’. Y hay más ejemplos y significados, no solo en las canciones sino en nuestra vida diaria. El ‘picar piedra’, por ejemplo, como un acto de esfuerzo y liberación. Hay piedra en la palabra rocanrol: roca. Rock. Yo quiero pensar que soy, somos, todo eso con toda su complejidad. Soy piedra porque soy todo eso y al mismo tiempo no. Buscaba una metáfora de cambio y transformación. Leí en Ciudad de cristal [de Paul Auster] que un personaje le dice a otro que el lenguaje siempre se está transformando, como las piedras, y me hizo clic. Incluso las piedras se pulverizan, nada permanece. Y yo soy piedra porque me gusta pensar que soy otro Israel todo el tiempo“.
Israel Ramírez está contento de estar aquí porque pronto dejará de estarlo. Las enseñanzas que le da la vida le dicen que pronto cambiará y será otro. Especialmente en estos días que un suceso puede dictaminar los siguientes años para este héroe de la canción contemporánea.
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Muchos conocen a Israel por Belafonte, el portanombres de Belafonte Sensacional, la banda que fundó y que despierta emociones desgarradoras en cada vez más personas. Si topas a un fan suyo de CDMX seguro saca su sonrisota reservada para aquello de lo que más se enorgullece y pronto la charla se volcará a canciones, letras e historias de toquines. Los shows de Belafonte son legendarios por tener una combinación de violencia y hermandad, catarsis y chasca, implosiones emotivas y chiflidos mentando madres. El grupo ––Ramírez en la voz y guitarra, Israel Pompa en el bajo, Ale Guerrero en armónica y percusiones, Cristóbal Martínez en la batería, Emmanuel García “Choby” en la trompeta y Enrique Álvarez “El Gober” en percusiones y coros–– contagia a los asistentes de adrenalina que se dispara a todas direcciones, con Israel como gran hechicero en una especie de trance que lo hace cantar desde lo más profundo o perrear, según se amerite. Todo es una fiesta de todos para todos.
La banda sonora de estos shows son canciones que confrontan al escucha con pensamientos existenciales, amores efímeros que prometen la eternidad y desafíos a las desigualdades. Dentro de la obra de Belafonte Sensacional ––dos discos de larga duración y dos EPs, así como algunas canciones y colaboraciones regadas por ahí–– se descosen metáforas y albures para ilustrar el pensamiento de Israel Ramírez. Dentro de su mundo, la muerte no hace negocios, las canciones son tus amigas y el amor te hace cometer grandes locura, reales o no; siempre en un contexto inherentemente chilango. De aquí la oda a vender y disfrutar de lo que te pone chido en “Valedor”, la declaración de independencia que es “Lo hice por el punk”, el preludio al fuego de “Convocatoria para el destroy”, la desesperación de “Fuera del amor” y la desolación dentro de la densidad de población que pinta “Caramelos de cemento”. Es una emoción que se siente mejor con un codo en la cara pero se puede llevar a casa donde te arropará como cobija.
Hoy viernes 15 de marzo del 2019 llega Soy piedra, cual torta bajo el brazo del cumpleañero Ramírez. Dentro de sus canciones se encuentra una necesidad de quebrar con la desesperación y la explosión de ruido de su trabajo anterior. También representa una última oportunidad para lograr una meta que va cambiando conforme se van presentando retos; primero para financiar las grabaciones de las canciones que tenían, luego para que la banda permaneciera junta. Todo el tiempo con la idea de que esto podría ser lo último que escuchemos de la banda Sensacional. “Desde que empecé Belafonte hay una bala en la sien [como en la letra de “Lo Hice Por El Punk”], en cualquier momento lo mato porque si no funciona, no funciona y no quiero estar de necio 20 años. ¿Qué necesidad?”
Desde los loops de “Epic aris” hasta la melancólica clausura de “K en el abismo” al pgo descontrolado de “Resist All” al éxtasis existencial de “La noche total”, Soy piedra se perfila como el disco más redondo y balanceado de la banda, sin duda, y probablemente será un hito en México porque las canciones son así de buenas. Dentro de su contexto, no hemos escuchado algo tan abstracto y tan directo al mismo tiempo en este tipo de música.
“[Belafonte es] poesía, un puño al aire, un abrazo en el momento más oscuro de la madrugada,” dice el músico y artista gráfico Oscar Coyoli. “Una voz amiga, una persona a quien admiro. Un artista que hará historia”.
“Conocimos hace unos años a Belafonte Sensacional y de inmediato supimos que era el cronista de la nueva generación de adolescentes y jóvenes en La Ciudad de México,” dice Ignacio Pineda, quien ha llevado el Multiforo Cultural Alicia desde sus inicios hace ya 20 años. “Su primera vez en el Alicia llegó provocando y retando con su palabra y música. Nos gustó de inmediato, conocimos su peso y valor. Sabiendo que en su propuesta de reggaetón y blues existe una de las bandas más potentes de rock en la Ciudad de México”.
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Israel Ramírez nació el 15 marzo de 1982 en “no sé qué parte de la Ciudad de México”, pero creció en Iztapalapa, en Santa Cruz Meyehualco y Las Peñas para ser específicos, y sigue viviendo en la ahora alcaldía. En sus palabras, siempre cantó. “Mis papás y yo cantábamos en el coche. ‘El hijo desobediente’ de Antonio Aguilar, ‘Solamente una vez’ de Pedro Infante, ‘Ahora te puedes marchar’ de Luis Miguel, Parchís, y muchas cumbias”. Descubrió el rock cuando encontró cassettes de Three Souls In My Mind y Heavy Nopal en el cajón donde su papá tenía su porno. La película La Bamba lo hizo querer tocar la guitarra. Su primera letra fue una canción llamada “Solo se muere una vez” para su banda Días Malos, donde cantaba covers y algunas originales y con ellos tuvo su primer show, en una fiesta por metro Escuadrón 201. La primera canción que escribió con letra y música fue “No me voy” y la grabó para Le petit riot.
Si algo ha definido la vida de Israel Ramírez ha sido la transformación y la búsqueda de algo más, no solo en términos artísticos sino de vida. Belafonte Sensacional ha sido el vehículo para lograrlo. “Empecé buscándolo a través del folk y el blues, y como que he ido paseándome entre ritmos, estilos y formas hasta encontrar esto, que es algo de lo que me siento muy orgulloso”, le dijo a Noisey en 2018.
La historia de Belafonte Sensacional ya es una leyenda que se cuenta de boca en boca. La banda comenzó en 2010 cuando trabajaba como periodista cultural y locutor de radio hasta que las muertes de un amigo y un compañero de trabajo le motivaron a buscar algo más. Su amiga Mich también recibió malas noticias de salud, por lo que Israel se ofreció a tocar en vivo en una fiesta para recaudarle fondos. Poco después, Mich murió.
Ramírez grabó Le petit riot e imprimió discos. Entonces tocaba folk con elementos de twee pop, siguiendo la tradición de juntar melodías alegres para letras depresivas. Eso continuó con Gazapo, el primer larga duración, pero el monstruo se iba asomando. Con canciones desenfrenadas como “Valedor” y “Lo hice por el punk”. “La gente me pregunta si algún día dejaré de tocar con Belafonte y la respuesta es que lo dejaré el día que muera,” dijo Ramírez a Remezcla en 2014. “Le dedicaré toda mi vida a esto, es todo lo que tengo…o tal vez un día me harte y busque otro trabajo”. En realidad, había depresión tras sus palabras.
Después de Gazapo los conciertos se convirtieron en “destroys”, eventos en los que el baile, el encuere y el slam se volvieron la norma. Durante “Valedor” gritaban el coro de “Rica y Apretadita” de El General o Ramírez rompía su guitarra, todo podía pasar. Los adoptaron los colectivos como Aquí No Hubo Escena y también el Alicia, donde tocaban por lo menos una vez al mes. Nacieron “Ponte al tiro” y “Hay hormigas en el baño, John” pero oficialmente llegaron casi un año después en la forma del EP Destroy.
Después de que Israel tomara trabajos y renunciara tres veces, la banda pendía de un hilo. Cuando platicó con quien sería el productor de Soy piedra, Hugo Quezada, Ramírez fue claro: “Le dije, ‘Yo creo que puede ser el último disco de Belafonte o el último disco que voy a hacer de rocanrol’. Si a este disco no le va bien, se muere Belafonte y busco qué otro tipo de música quiero hacer, si me voy a volver salsero o qué, porque no se muere la música ni el espíritu musical”. La meta era clara.
Lo primero fue encontrar dinero. A Israel se le ocurrió hacer una fondeadora pero a los demás de la banda no les pareció buena idea, así que propusieron hacer una campaña de “Salva a Belafonte”: promoviendo que los fans fueran a los shows, compraran mercancía y que los invitaran a fechas donde les pagaran, juntarían el dinero necesario para la grabación. “Si no logro que mi público me ayude a hacer un disco entonces ¿para qué lo hago?” dice Ramírez. “Nadie lo va a escuchar y ya [mejor] adiós, Belafonte. Fue una sorpresa chida”. Yo creo que pudimos haber robado para fondear, pero qué bueno que no,” dice El Gober. “Al contrario. Hicimos vínculos y aprendimos a hacer negocios. En bromas, decimos que si el Patrón [sobrenombre de Ramírez entre la banda] fuera presidente de México, ya estaríamos siendo un municipio de Guatemala. [Pero] sin hacerle la barba, sí aprendió a vender su proyecto y administrarlo”.
“La gente nos ubica como una banda de folk o de punk, que remite fácilmente a Rockdrigo González o a el Tri, pero creo que somos más que eso. Es tratar de quitar esas etiquetas, y más bien desarrollar todas nuestras ambiciones musicales y literarias”, dijo Ramírez a Noisey en 2018. Hoy agrega. “No quería que [Soy piedra] sonara a un disco de cantautor sino como una banda, enfocarnos más hacia el sonido”. Tomando en cuenta la evolución de bandas como Flaming Lips y Beastie Boys, se pusieron a seleccionar canciones, así como el desarrollo de un nuevo rol por parte del cantautor.
“Soy piedra tuvo una dirección específica, sin dejarla tanto a la imaginación”, dice Israel. También muchas de las canciones empezaron sin guitarra, quitando un paso en el proceso de composición de Belafonte, ya que él escribe en su cabeza durante largas caminatas, antes llegaba a casa a buscar los acordes de las canciones, ahora presentó a la banda muchas de ellas sin este elemento armónico. “Mi principal instrumento es mi voz y la materia la palabra”.
Para los arreglos, Israel Pompa cuenta una cita del compositor Ennio Morricone que los inspiró mucho. “Dice que cada que componía, si encontraba una solución sencilla o primera, le daba para el otro lado, porque eso ya no servía y era plancharse a sí mismo. Así que eso fue como un motto del Soy piedra”.
Soy piedra es muy diferente a los trabajos anteriores de Belafonte Sensacional y moverse a este sonido fue una decisión consciente. Ramírez expresa descontento con su discografía anterior: ”Si tuviera que hacer un greatest hits, tomaría una canción de Le petit riot, tal vez dos de Gazapo y dos de Destroy, y ya. Odio esos discos”. Y por eso se dijo a sí mismo: “Fíjate en esos ejemplos de música que ha trascendido, que no era reflejo de su época sino que lo puedes escuchar ahorita y sigue igual de fresco, te sigue gustando y no te da pena decirlo”. Pronto encontró inspiración en The Velvet Underground, bastiones de su creatividad desde hace mucho. También lo guiaron artistas como Can, Los Planetas, Leonard Cohen, Spacemen 3, Neutral Milk Hotel y varios artistas pertenecientes al house, disco y reggaeton.
Las canciones encontraron inspiraciones específicas. “Epic aris” remite al krautrock aunque en su letra refiere a autores de La Onda como Parménides García Saldaña y José Agustín. “Fue ‘voy a hacer una rola de un acorde, mevalevergachinguenasumadretodos’”. “La noche total” es originalmente del 2013 o 2014 y se llamaba “Trinchera blues”. La imaginaba como una carta de un soldado pero mutó en lo que es hoy. “Las distancias” fue sobre un momento “caótico, emocional, amoroso” que vivieron él y algunos amigos en 2016. “Sácate a la carretera” nació después de fumar mota en la carretera. Por otro lado “Marris” era una canción “súper drogadicta” que tiraba a ser como una fusión entre Cypress Hill y Donovan, y en la voz quería sonar a Marc Bolan y Caetano Veloso. “Segundo acto de destreza juvenil” quería ser como Los Planetas pero con una narrativa tipo Godspeed You! Black Emperor “de bolsillo”.
“No llores, Cumbias” fue de las primeras canciones que soltaron en presentaciones en vivo que lograron capturar la imaginación del público que la escuchó. Nació cuando Ramírez, caminando por Santa Cruz Meyehualco, escuchó la frase en una vulcanizadora. Enrique Álvarez antes llevaba el sobrenombre de El Cumbias, en épocas que fue de la barra brava del Cruz Azul y vivió varios momentos violentos. “La importancia del Gober no es musical, es escénica y de espíritu, de alma e identidad,” dice Ramírez. “Es lo que aporta al grupo. El Gober es rocanrol” La canción la escribió para el Gober cuando estaba pasando por un momento sentimental difícil, e Israel plasmó el presente y el pasado de Álvarez en ese track. “Es lo más violentamente hermoso,” dice el Gober. “El día que me la enseñó lloré mucho y el proceso de creación para mi fue como reconstruir historias.
Para amarrar mejor el disco como una pieza de larga duración, Ramírez ideó un guión con una historia independiente a las letras de las canciones, que comienza con el intento de suicidio fallido de un personaje a su exploración con drogas a un acto terrorista que lo lleva al Reclusorio Oriente. Al final se desintegra en el aire al momento de escapar de la cárcel. La historia fue inspirada por Cosas Que Hacen Bum de Kiko Amat y Stone Junction de Jim Dodge.
“Estaba buscando un sonido y un productor de verdad, alguien que me diera luz”. Dice Israel Ramírez sobre el proceso de buscar con quien grabar. Estando clavado con la época del rock mexicano a finales de los ‘90s y principios de los ‘00s, pensó en grabar con el guitarrista de Fobia, Paco Huidobro o con el ex-Fancy Free y actual miembro de Exploded View Martin Thulin, hasta que un amigo le sugirió grabar con Hugo Quezada, quien lideró Robota y ahora también pertenece a Exploded View, además de grabar a bandas como El Shirota, Sei Still y Viv and The Sect. “Fue bonito porque somos de orígenes parecidos, soy de Iztapalapa, él es de la Vallejo,” dice Ramírez. “Tenemos la parte de barrio, la parte chilanga, la parte violenta, el sonido. Fue anillo al dedo”.
“Cuando vino traía unos demos que había grabado en el celular y me enamoró cabrón,” cuenta Quezada. “Fue así de no podía pero cada canción…o sea, esperaba que hiciera algo chido pero no me lo esperaba así.” Hugo aceptó trabajar con Belafonte con la condición de poder “meter mano”. Como resultado, no todos los miembros de la banda contribuyeron a todas las canciones del disco, pero al final el compromiso de todos fue con la música más que con su instrumento.
“Cuando escuchamos la primera mezcla, Choby dijo, ‘creo que es la primera vez que nos producen un disco’”, dice Ramírez. “[Hugo] te suelta y de vez en vez dice un comentario o algo que te hace cambiar lo que estabas tocando,” dice Israel Pompa. “Creo que es un gran productor por esa razón. No sé si con alguien más hubiéramos logrado lo que teníamos en mente”. Como resultado, trabajaron rápido, quedando en primeras tomas lo que se escucha en el disco. “Sin decirlo todos queríamos hacer un gran disco”. Dice Quezada.
“Lo que me convenció muy cabrón de chambear con el es que hay como un profundo desencanto de la vida [en estas canciones].” dice Quezada. “Algo habrá pasado en su vida o en la forma en la que quiere contar la vida que lo ha hecho más certero y no es un güey que se está cortando las venas. Simplemente es un güey que está diciendo “me la estoy pasando mal y de eso voy a hablar”.
Israel tenía la idea de tener invitados en el disco por lo que se apoyó en varias mujeres para hacerlo. La artista experimental Camille Mandoki contribuyó voces a varias canciones ––“no había escuchado las canciones, se las pone Hugo una vez, a la segunda ya está grabando y se quedó esa primera toma. Una sensibilidad impresionante. Fue muy cabrón”, cuenta Ramírez––. La chelista Mabe Fratti colaboró en “La noche total” y “No llores, Cumbias” ––para la primera, cuenta que Ramírez le envió una nota que decía “imagina a un hombre que camina en una noche oscura y negra, la sección rítmica es sus pasos, la guitarra son estrellas que conforme avanza la canción se van desparramando y tu chelo es neblina que envuelve y ciega para después abrir camino”. Y Paulina Lasa ––con quien Belafonte ya había colaborado para la canción “Verte regresar”–– tocó piano en “La noche total”.
Hay un gran peso detrás de Soy piedra, no solo con lo que se dejó en el contenido sino lo que pretende hacer, pero el sentimiento es positivo. “Me siento como la primera vez que me invitaron a un desayunador de herbalife, feliz y esperanzado”, dice el Gober. Ale Guerrero continúa: “Siento que Belafonte se ha consolidado como una banda referente dentro de la escena independiente del país. Su proceso ha generado vínculos afectivos con su música y las letras. Siento también que la banda ocupa un lugar bien especial dentro de la cultura chilanga, ya que es de las pocas propuestas que reflejan e incorporar la jerga cotidiana del habitante de la Ciudad de México, sus paisajes, sus sentires, sus demonios y gonorreas. Suena a barrio”.
“Estoy más contento porque [Soy piedra] se acerca demasiado [a lo que quiero]”, dice Ramírez. “No te voy a decir que es esto pero se acerca a lo que tengo en mi cabeza, porque significa que no es eso, sigue siendo un trabajo colectivo y eso me llena mucho más”.
Hugo Quezada también se nota optimista. “Estoy muy orgulloso y el disco pienso que va a ser un parteaguas en lo que pasa actualmente en México. Es un disco citadino, 100 porciento mexa, de cantautor de arrabal y va a abrir la conciencia de mucha gente”. Andrea Grain, quien se ha encargado de los videos de la banda así como de proyectar visuales en sus shows y hacer fotografía, comenta. “ Soy Piedra es cambio. La letras, una reflexión sobre el pasado y el camino recorrido, y la música, una búsqueda por algo más psicodélico y contemplativo. El destroy siempre estará en nuestros corazones pero hay que buscar cosas nuevas para seguirnos moviendo”. Oscar Coyoli –quien es responsable de la portada de todos los trabajos de Belafonte a partir de Gazapo– es más directo sobre lo que piensa será el impacto del disco. “El de una revolución que está a punto de hacer BUM”.
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