Cuando tu hijo es tu perro

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Cuando tu hijo es tu perro

En España hay censados cerca de 5,5 millones perros. Con estas cifras, que van en aumento año tras año, constatamos la importancia que estos animales de compañía han adquirido paulatinamente en nuestra sociedad.

"¡¡¡Piliiiiiiiiii!!! Tu perro se ha vuelto a cagar en mi puerta. Vigila, chica, cada día con lo mismo. Ponle la correa y pasea por otro sitio, que tiene querencia a mi casa y anda que no hay monte", ruge la vecina desde su casa."¿Mi perro? Mi Armani no ha sido que estaba yo mirando. Con lo bueno que es… ¡parece que le tengas manía!", le responde Pilar.

Se escucha un portazo. La vecina zanja así el tema. No tiene ganas de más peleas.

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"Será que no hay perros en la urbanización… ¡Si prácticamente en cada casa hay uno! Cualquiera puede haber sido. Pero como una vez me despisté y no recogí las cagarrutas de Armani, ahora parece que siempre es mi perro. De todas formas a esta no le gustan los animales y se nota, está un poco amargada", me dice.

Convencida está Pilar de sus argumentos. Con su Armani no se mete ni el Tato.

Lo lleva abrigado, que este otoño empieza pronto a refrescar. El collar de Swarovski, el pelo recogido en un lazo.

Con él duerme, ve la tele, se va de compras, de vacaciones y hasta le acompaña al dentista. Además mantiene con él largas conversaciones sin importarle un pito lo que piensen los demás.

"No estoy loca, ¿eh? Aunque muchos no lo entiendan mi perro es tan importante para mí como cualquier miembro de mi familia. Yo lo siento así y no veo nada de malo en ello. Cuando llego a casa se pone siempre muy contento. Y si he tenido un mal día lo sabe, no sé como, e intenta animarme. Siempre está ahí. Muchos subestiman a los perros, pero a veces son más inteligentes que las personas y por supuesto, más buenos. Nunca te fallan, y eso no lo puedes decir de un ser humano. Cuando has tenido un momento malo en la vida, no sabes lo que estos animales hacen por ti, el cariño que recibes. Y sí, hablo mucho con él, no me importa reconocerlo. Me entiende perfectamente. Mira las caritas que me pone. ¡Es que me lo voy a comer!", asiente emocionada.

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Pilar decidió no tener descendencia hace mucho tiempo y ha volcado todas sus atenciones en su pequeño yorkshire terrier.

"La vida es demasiado dura y tener hijos una responsabilidad muy grande. Además, mi pareja y yo trabajamos mucho y un niño te cambia la vida. A veces veo a la gente con niños y me da un poco de pena, porque duermen poco y sufren mucho. Y el gasto que supone la crianza… ¡Toda la vida endeudado! El otro día le pedí un beso a mi sobrina y me pegó una torta, la jodía. Eso un perro no te lo hace. Mejor nos quedamos con Armani. Él es nuestro hijo", nos comenta mientras lo mira embelesada.

El caso de Pilar no es el único. Con o sin hijos, en muchos hogares hay un perro al que se ha humanizado con total naturalidad. ¿Pero por qué esta tendencia? ¿Por qué se tiende a empatizar tanto con un can hasta llegar a convertirlo en un humano más, con las mismas necesidades que nosotros?

El psicoterapeuta Enric Valls analiza este fenómeno social: "La natalidad ha descendido bruscamente en este país, pero eso no significa que nuestras necesidades afectivas no sigan latentes. Me refiero a las que nos hacen amar a un ser que necesita de nuestra protección. Somos emocionales y necesitamos compartir esas emociones. La gente sin hijos, los ancianos, personas que están tristes o solas encuentran en un perro su terapia, su manera de sentirse útiles o realizados. Pero esto no es malo. No hay que confundir el amor a un animal con la obsesión. Existe, por ejemplo, el síndrome de Noé, que hace que las personas que lo padecen acumulen animales en casa llegando al punto contrario de descuidarlos completamente".

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¿Pero cuándo ese amor perruno, aceptado socialmente, pasa a ser algo llamativo? ¿Donde está el límite?

"Es complicado", afirma Valls. "Hay gente para la que su perro es más importante que cualquier persona, los hay extremistas e incluso violentos en su defensa hacia los animales. Habría que estudiar sus esquemas mentales, sus valores, su educación y por qué su relación con los demás es esa. Es un terreno fangoso".

Para reflexionar sobre extremos la célebre y controvertida frase de Aldous Huxley: "Todos los hombres son dioses para su perro. Por eso hay gente que ama más a sus perros que a los hombres".

Borja Capponi. Imagen cortesía de Borja Capponi

Llegados a este punto, nos interesaría conocer la perspectiva de un perro hacia nosotros, algo que no suele hacerse. ¿En qué estará pensando?, ¿Cómo nos ve a nosotros?, ¿Le hacemos feliz a él? Difícil contestar a estas preguntas si no se cuenta con la ayuda de un profesional como el famoso psicólogo y rehabilitador canino Borja Capponi (para muchos el César Millán español):

"Realmente, conocer la mente de los perros es lo mejor que podemos hacer para ofrecerles su verdadera felicidad. Ellos tienen un lenguaje corporal amplísimo que nos da todos los datos necesarios para saber cómo están, pero hay que esforzarse en conocerlo. La gente se equivoca en muchas cosas. Cada perro es un mundo, y la pertenencia a una raza no tiene nada que ver con una personalidad concreta. Hay perros sumisos y dominantes, igual que hay dueños sumisos y dominantes. Si yo me paso el día acariciando a mi perro no lo estoy haciendo bien del todo, porque le mando la señal de que no soy el líder de la manada, y ellos necesitan ese referente. Hay que hacer de poli, pero de poli bueno. Hay que darles cariño, por supuesto, pero también dejarles que tengan su espacio. Porque si no, surgen problemas de comportamiento tales como ansiedad por la separación, ladridos incesantes… El tema es gordo. Cada vez vemos más perros de raza por la calle, carísimos… La obsesión por la belleza en la sociedad también se traspasa a los perros, son una prolongación de sus dueños y a veces parecen un artículo de moda. Eso me cabrea profundamente. No puedo con esa soberbia. Y luego, dicen que 'el perro les ha salido malo' y lo dan, lo abandonan… Los utilizan para suplir sus carencias emocionales o para fardar por ahí. Eso no es amor a los animales, es amor a uno mismo. Hay que cambiar las tornas".

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"La obsesión por la belleza en la sociedad también se traspasa a los perros, son una prolongación de sus dueños y a veces parecen un artículo de moda"

Es evidente, que muchos dueños de perros los consideran prácticamente sus hijos, su fiel reflejo, aunque tal vez la palabra hijo suene fuerte.

Especialmente los perros de razas pequeñas, con pedigree, manejables y delicados, son los que reciben un exceso exagerado de mimos. Los más humanizados de su especie, y posiblemente los más incomprendidos.

En el Tiny Dog Hotel de Marbella lo saben bien. En esta lujosa residencia canina los perros en miniatura encuentran su oasis de divertimento y desconexión cuando sus dueños no pueden llevárselos consigo. Sin embargo, los gerentes de esta especial guardería, Jose Antonio y Antoinette, entienden perfectamente cómo lidiar con ellos:

"Sabemos que los amos de muchos de estos perros vienen aquí por el lujo y las instalaciones de la residencia, pero nosotros les ofrecemos algo mucho más valioso: educación y atención. Está claro que las suites son un reclamo, que está todo muy limpio y bonito, pero son más importantes para nosotros, por ejemplo, los paseos diarios de 5 kilómetros en grupo por la montaña. Eso le da una alegría al animal que ni te imaginas. Es cuando son más felices. Intentamos que los dueños se den cuenta", comentan.

Flipamos un poco con las sesiones de reiki que ofrece el centro, el spa… Nos cambiaríamos inmediatamente por un perro, así que preguntamos intrigados por estos 'lujos caninos'.

"En realidad el reiki es para canalizar la energía de un perrito nervioso, y en cuanto al spa… ¡A quién no le gusta un buen baño calentito! Pero ya te digo, lo importante es el aire libre y que estén con otros perros, porque el perro es animal de grupo, no nos equivoquemos. Aquí vino una pareja de japoneses con un chihuahua que había pasado nueve años de su vida en un minúsculo balcón. Al venirse ellos a España a vivir, el animal tuvo que pasar la cuarentena pertinente y nos encargamos nosotros. Nunca había visto a otro perro y prácticamente no había pisado la calle. ¡Imagínate! Le hicimos correr, relacionarse… Costó mucho, pero al cabo del tiempo ese animal atemorizado se convirtió en un perro feliz y relajado. Es un ejemplo más del desconocimiento que hay sobre como tratar a los perros".

Si algo nos ha quedado claro es que existen muchas formas de demostrar cariño hacia nuestros amigos peludos. Y esos amores 'emperrados' en la obsesión y el egoísmo, como en las relaciones humanas, parece no conducen a nada bueno. Ya lo dice Borja Capponi: "El perro no es el mejor amigo del hombre, es el hombre el que debería de ser el mejor amigo del perro".