Conoce a "Las Patronas" a través de este documental
Fotograma de "Llévate mis amores", cortesía del director.

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Conoce a "Las Patronas" a través de este documental

Entrevistamos a Arturo González Villaseñor director del filme 'Llévate mis amores'. Un retrato cercano de "Las Patronas", quienes dedican su vida a cocinar y alimentar a los migrantes que atraviesan México en "La Bestia".

Las Patronas tienen veinte años saciando el hambre de los migrantes centroamericanos y sudamericanos que con esperanza de llegar a Estados Unidos se suben a un tren, apodado "La Bestia", en el cual atraviesan México de sur a norte y ponen en riesgo su vida.

Este grupo de mujeres originarias del poblado La Patrona, de Amatlán de los Reyes, Veracruz, cocinan durante horas kilos de arroz, pollo, frijoles o lo que tengan a la mano, para después correr hasta las vías cuando les avisan que el tren está cerca. Lanzan bolsas con una porción de comida sabrosa y caliente a manos sin rostro, hombres, mujeres o niños, no lo saben, solo saben que mejoraran el día de esas personas atrapadas en el tren.

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Fotograma de la película

Todas son fotogramas de la película "Llévate mis amores" cortesía del director, Arturo González Villaseñor.

"Llévate mis amores" es un documental de Arturo González Villaseñor sobre Las Patronas, un retrato cercano de estas mujeres que durante 90 minutos explican sus pasiones, tristezas, alegrías y razones para todos los días cocinar y dar. Una ventana dentro de su cocina, pero sobre todo dentro de su cotidianidad y su vida.

Arturo habló con MUNCHIES y nos contó cómo logró hacer esta película, su experiencia como cineasta y como persona y su relación con Las Patronas.

MUNCHIES: Hola Arturo, ¿Cómo nació la idea de hacer un largometraje sobre Las Patronas? Arturo: En el 2011 estaba en el último año de mi carrera en la Universidad Autónoma de México (UAM), y la principal meta de mi tesis era lograr la licitación para que una radio comunitaria –una ubicada en el pueblo Paso del Macho, en Veracruz– pudiera operar con permiso y no fuera desmantelada por las autoridades o atacada por el presidente municipal.

En el camino, los jóvenes hacían recolectas en su comunidad y convocaban a la sociedad para que donaran algo a Las Patronas. La actividad en la que participé con ellos era ir a las panaderías, donde nos regalaban el pan del día solo por decir que era para ellas. Eso me provocó inquietud de saber quiénes eran estas mujeres y conocer la magnitud de su labor.

Y fue así como un día después la recolecta y juntar algunas cajas de pan fuimos con los comunicadores a entregar lo que habíamos reunido, ese fue mi primer contacto con Las Patronas; y a partir de ahí una serie de eventos nos llevaron a hacer una película sobre ellas.

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Hay un antes y después de mí y de todo el equipo, nos marcó este hecho tan trascendental y tan significante como es la comida. Así empezaron a nacer sentimientos que nos obligaron a querer saber sobre ellas y contar su historia.

Nosotros en vez de entrar por la cocina, entramos por sus casas.

¿Fue necesario establecerse en esta región de Veracruz para la filmación? Fueron 4 años que estuve yendo y viniendo, a veces nos quedábamos dos semanas o en ocasiones un mes. Hicimos más de 25 viajes de rodaje. Hacíamos el rodaje un par de semanas y volvíamos a la Ciudad de México, revisamos el material de nuestros discos duros y planeábamos el siguiente viaje. Fue un proceso a fuego lento.

Alguna experiencia que recuerdes durante la filmación que no se ve en el largometraje. Con Lupe, una de Las Patronas –que nos platicaba que no quería cocinar porque no le quedaba bien el arroz– tuvimos una charla muy íntima donde terminamos desentrañando la relación y abandono de sufrió de su esposo. Te prometo que había veces que ambas partes terminábamos llorando, cuando finalizábamos con las entrevistas había un desahogo mutuo porque realmente nos habríamos de corazón. Cada vez que lográbamos una entrevista de este tipo había un crecimiento aún más grande entre nosotros.

Eso es lo más bonito, lo que nos cuentan a través de sus complejidades, de sus propios defectos. Logramos darnos cuenta que no se describen a sí mismas con adjetivos que tú o yo podríamos decir de su labor humanitaria. Sí, son unas mujeres súper humanas, heroínas, pero ellas no se ven de esa manera y no se dan cuenta de lo que realmente representan.

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Fotograma de la película

Durante el documental el espectador conoce a Las Patronas, puede verlas llorar, reír y hablar de sus sentimientos, ¿cómo lograste alcanzar esta intimidad con ellas? Llegó un punto en que estábamos entrevistando a amigos. Hay eventos que crean intimidad: cada vez que pasa el tren y entregan la comida, alguien se cae o surge una eventualidad inesperada, como la llegada de Cristóbal, el único que se ha accidentado.

Tanto nosotros como realizadores y ellas como mujeres solidarias, logramos crear una conexión porque ambos fuimos partícipes de algo tan fatal como es la forma en la que viajan los migrantes y como exponen su vida. Cuando llegábamos a las entrevistas, realmente hablábamos de nuestro sentir. En algún momento tuvimos que exponer mucho de lo que somos y sentimos para que fuera algo recíproco y ellas también se interesaran por nosotros. Era algo muy igualitario.

Las Patronas son mujeres a las que nunca les habían preguntado: "¿Cómo estás? ¿Quién eres? ¿Cómo te sientes?". Se sentían muy agradecidas porque siempre les preguntan sobre su labor y ese discurso ya lo tienen muy claro, pero nosotros no llegamos por ese lado; en vez de entrar por la cocina, entramos por sus casas. Le dimos una mirada diferente a su labor. Incluso las pláticas más fuertes con ellas son parte de la filmación. Cuando les preguntó en tercera persona quien es cada una de ellas, ya había un crecimiento entre nosotros de confianza, de intimidad y de amistad.

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Sí, son unas mujeres súper humanas, heroínas, pero ellas no se ven de esa manera y no se dan cuenta de lo que realmente representan.

¿Cómo describes la fuerza de Las Patronas, esa que las impulsa a ayudar? Cada una de ellas tiene un motivo personal para salir a las vías. Paralelamente son empáticas a la situación del migrante y no son omisas a lo que están sufriendo; son mujeres empoderadas que se apropian del lugar para empezar a hacer una especie de revolución, no a través de las armas, sino por medio de la solidaridad y el verdadero humanismo de ayudar al otro aunque no tengan lo necesario ni para ayudarse a sí mismas.

De alguna manera la educación y el matriarcado de la abuela las lleva a ser mujeres súper fuertes y capaces de conseguir lo que no tienen para dárselo a ese migrante, que de alguna manera –muchas veces– es un reflejo de ellas mismas, específicamente hablando de las carencias económicas y de otras experiencias.

En el caso de Lorena, quien después de sufrir una operación y el abandono de su familia, se cruzó con un migrante accidentado y se sintió identificada. Cada vez que va a las vías del tren a entregar una bolsa con alimento se nutre y dice: "si este chavo le va tan mal y aun así, sin dos piernas, no se va a rendir, pues yo también puedo levantarme". Al conocerlas te das cuentas que están ahí por algo personal.

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¿Cuál es el tema principal del documental? Yo no la catalogo como una película sobre la migración, tiene muchos ejes vistos a través de unas mujeres que nos están hablando de lo que es la solidaridad y la humanidad. Va por ahí y en paralelo salen muchos subtemas vistos por medio de Las Patronas. El tránsito de migrantes no termina ahí, no termina solamente con la entrega de los alimentos, hay un servicio que les dan a ellos, los cuidan, los protegen, los llevan al hospital, los hospedan. Son mujeres sumamente maternales que ven a estas personas como sus propios hijos, desde el momento en que preparan los alimentos hasta que se los sirven calientes.

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Las veo y me recuerdan a mi abuela. No me siento simplemente en un albergue, comedor o institución de apoyo a los migrantes. La manera en que lo hacen Las Patronas es como si estuvieras en la cocina de tu mamá.

De alguna forma ellas son el espejo de los migrantes, pero también de la sociedad mexicana: mujeres campesinas dependientes de la agricultura en un contexto donde el campo está descuidado y desprotegido; mujeres que logran salir del círculo vicioso del machismo en los pueblos; personas enfrentadas a la explotación laboral, por ejemplo la que vive uno de los esposos de Las Patronas.

Cada una de ellas tiene un motivo personal para salir a las vías.

¿Cuál es el papel de un documental de este tipo respecto al espectador? La película nunca ha pretendido dar un mensaje o concientizar al espectador. Creo que las películas de tiraje social deben de abrir aristas y cuestionamientos; que a ti como espectador te haga convulsión dentro y descubras dónde estás parado, pero siempre visto desde ti mismo, no porque nosotros lo estemos imponiendo.

Nosotros no hicimos este filme para promocionar el trabajo de Las Patronas, ni promoverlas, si en el camino surgen instituciones que las apoyen que bueno, pero no a través de nosotros. La idea de hacer el documental es honrar su labor.

¿Cuál fue el mejor regalo de filmar "Llévate mis amores"? Ellas me ayudaron a descubrir un medio de expresión al cual jamás pensé querer dedicarme y ahora es algo que deseo hacer toda mi vida. La fuerza y el espíritu que impregnan en su labor, me llevaron a traducir su historia al lenguaje cinematográfico. No sabía si hacer cine hasta el momento, pero sentí la necesidad de contar su historia.

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Son mujeres sumamente maternales que ven a estas personas como sus propios hijos, desde el momento en que preparan los alimentos hasta que se los sirven calientes.

El nombre "Llévate mis amores" refiere al amor dado a través de la comida. ¿Para ti qué representa la comida en este documental? Es TODO. La comida es la esencia de su trabajo, es lo que las distingue. Lo que más me impresiona es la manera en que preparan los alimentos. No puedo comprender cómo tienen la fuerza para cocinar diario 20 kilos de arroz con el mismo sazón de hogar.

Está muy cabrón, porque he ido a otros albergues y muchas veces no importa si sabe rico o no; lo importante es dar de comer y está bien, pero la forma en la que ellas cortan el tomate y lo licúan, o cuando preparan los frijoles con chorizo, queso y jalapeños… Hay una delicadeza muy profunda en los alimentos: el momento en el que el migrante toma esta bolsa y la abre con arroz y frijolitos con un pan, y todo está calientito.

Fotograma de

La abuela Leonila cocinando.

¿Cuál fue tu platillo favorito preparado por Las Patronas? ¡Tengo muchos! El caldo de jaiba de la abuela Leonila es increíble. Hay una mujer que vende jaibas a las 6 AM y la abuela las compra y las prepara en un caldo vertido en papa con zanahoria y mucho limón. Otro, son los chiles rellenos de Rosa, una de Las Patronas más mal habladas. Ella prepara uno chiles pequeñitos rellenos de picadillo. Me encantan.

Luego están los buñuelos, mi parte favorita en la época decembrinas. De hecho un 24 de diciembre [en México se cena la víspera de Navidad] nos preguntaron si queríamos buñuelos, entonces fuimos a comprar los ingredientes para prepararlos y se tornó un ambiente tan familiar y lindo que por primera vez sentí que estaba con mi familia.

Tenía que regresarme a la Ciudad de México pero ya no sabía si irme, ahí estaba contento.

Esta entrevista fue editada y cortada para su mejor comprensión.

Síguelos en Twitter @llevateamores


Este artículo se publicó originalmente en octubre del 2016.