Bocatas, tortas, hamburguesas, sándwiches, viles sándwiches blandos de autobús, baguettes… En todo el mundo existe un concepto similar: carne dentro de dos rebanadas de pan; sin embargo, nada, absolutamente nada se parece a las tortas ahogadas de Guadalajara.La reacción de mis amigos no jalisquillos hacia las tortas ahogadas siempre me ha parecido extraña: asco, intriga, escepticismo, culto. Desde pequeño, para mí la ingesta de este manjar fue bastante común; primero en domingos familiares y después como un exquisito levanta muertos post-borrachera, así que no le veo nada de raro, pero reconozco que la idea de una torta mojada en salsa —"pan mojado", le llama de forma socarrona un amigo catalán— puede resultar despreciable. Las genialidades son difíciles de reconocer a simple vista.
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Y como muchos de los inventos más geniales de la historia, la torta ahogada resultó de un accidente.
Todas las fuentes sobre el origen de la torta ahogada señalan al "Güerito", un antiquísimo local de tortas en el Centro de Guadalajara. En la década de los 50's, "El Güerito", quien en ese entonces aún vendía las tortas en su bicicleta, se encontró con un cliente muy crudo. Al despacharle su torta, ésta cayó dentro de la salsa picante. "No importa", espetó el cliente. "Démela así, ahogada". Cuenta el tortero que el hombre se comió gustoso su torta y volvió al día siguiente a pedir "otra ahogada, como la de ayer", pues afirmó que le curó la resaca y se enamoró de su sabor. Al "Güerito" se le prendió el foco y el resto es historia.Claro que este accidentado invento no hubiera sido exitoso sin la existencia del birote, el pan de la torta, el "bolillo salado" que soporta al relleno y a la salsa; su alma.
Este pan salado, un poco amargo, de corteza dura e interior absorbente y fibroso es el único pan en el mundo —ok, al menos en México— apto para ser remojado en salsa picante y sobrevivir sin convertirse en un desastre pastoso, aguado y desguazado. Curiosamente, la invención del birote también resultó de un accidente.La leyenda cuenta que en tiempos del segundo imperio mexicano, un repostero francés de la corte de Maximiliano de Habsburgo creó un pan "francés, pero mexicanizado" para complacer el gusto del emperador. La receta viajó, no se sabe cómo, del centro del país hasta la casa de una familia francesa en Guadalajara de apellido Birrott. Cuando los franceses-tapatíos intentaron la receta se sorprendieron al ver que el pan no había quedado igual. La diferencia de altura, del clima y otros factores muy específicos hicieron que el proceso de panificación se afectara. El resultado: un pan salado de corteza dura e interior fibroso. ¡Ya está! Bienvenido al mundo, birote.
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Mucho se ha hablado sobre el misterio del birote y el por qué no es posible elaborarlo en otro lugar que no sea Jalisco —bueno, se puede hacer, pero nunca sale igual—. Panaderos tapatíos defienden tanto a su pan local que ya están buscando obtener la Denominación de Origen. No es exageración. Quien sea que haya comido ahogadas, dentro o fuera de Jalisco, sabe que la diferencia de un birote jalisquillo y uno foráneo es incuestionable.Otro factor sumamente importante, por su puesto, son las salsas. Tradicionalmente una torta ahogada lleva una salsa "dulce" y otra picante. La dulce, es a base de jitomate, ajo y orégano. Esta salsa no es realmente dulce, pero no lleva picante. Es una salsa muy aguada, un tanto transparente incluso. Más que nada funciona como la base de la torta, lo que le da su propiedad caldosa y ablanda al pan. La picante, suele ser muy picante. A base básicamente de chile de árbol y ya. Es color rojo intenso y un poco espesa. Esta salsa es lo que le da "patada" a la ahogada, y posiblemente sus propiedades curativas. Una ahogada sin esta salsa no puede funcionar.LEE: La torta de tostada y el frenesí por hacer tortas de todo.
Todo esto me llevó a pensar en las mejores tortas ahogadas de Jalisco. Pero, ¿qué hace a una torta buena y a otra mala? ¿La salsa, el pan, las carnitas? ¿El apego a lo tradicional o la originalidad? Es realmente difícil pensar en embarcarse en una búsqueda por el santo grial de las tortas. Guadalajara literalmente está ahogada (jeje) en proveedores de este platillo. Desde los puestos callejeros de aspecto más roñoso, hasta cadenas con varios locales en las zonas más "fresas" de la ciudad. Hay más torterías que OXXOs, con eso les digo todo.
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Después de hacer un polémico consenso, me dirigí a los cinco sitios de "ahogadas" más aclamados, históricos y venerados. Para esto, le pedí ayuda a Mario Rojas III, chef, sibarita callejero y glotón profesional. "Para poder juzgar una torta ahogada tienes que comprender varios conceptos: la densidad, temperatura y sabor de la salsa dulce. El sabor e intensidad de la salsa picante", me cuenta mientras nos dirigimos al primer puesto. "Una buena embarrada de frijoles refritos en manteca es importante, igual que la calidad de las carnitas (que hasta cierto punto pueden ser prescindibles si se cumplen al cien todos los demás factores) y la parte principal: la curaduría del birote, ya que no hay nada peor que se te desmadre la torta en la mano. Aunque la mitad de la gente la prefiere nadando y comérsela a cucharadas, no hay nada mejor que tomarla con las manos y morderla. Tiene que ser un birote que esté diseñado para aguantar una larga exposición a la salsa calientita, sin deshacerse pero que se mantenga hidratado y que no te castigue el paladar".Vaya, la torta ahogada es cosa seria.
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