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Comida

Los niños que sirven el té en Myanmar

El té birmano es negro, amargo y casi siempre servido desde una caldera de hierro vieja. Entra a un salón de té, y te estarán sirviendo niños que trabajan 12 hora. Aunque es ilegal emplear a cualquier por debajo de los 15 años, más de la tercer parte...

Un viaje a un salón de té birmano cambiará tu interpretación de la frase "cultura del té." Los salones de té en Birmania son usualmente ruidosos y llenos, la gente se sienta en mesas bajas para conversar con una pandilla de meseros alegres conocidos comos 'los chicos del té', que se deslizan en medio de la locura, balanceando pequeñas teteras con leche y platos de samosas de papas. Son lo opuesto al ritual ordenado de un salón de té japonés o a los calmos buenos modales del high tea británico.

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Ningún viaje a Myanmar esta completo si no visitas un salón de té.

El té birmano es negro, amargo y casi siempre servido desde una caldera de hierro vieja. Se vacía primero a una taza de leche tibia evaporada, se revuelve y después se vuelca en un tazón con un poco de leche condensada dulce. Los salones de té se llenan generalmente con clientes hombres —jóvenes y viejos—, aunque las mujeres han empezado a frecuentarlos en años recientes —su presencia estaba prohibida en el pasado. La gente va a cualquier hora del día para tomar el té dulce, fumar cigarros, comer masa frita y charlar con amigos o hablar de negocios. Y es tan probable que tu té sea dulce y cremoso, y tus alrededores escandalosos y vibrantes, como lo es que tu mesero sea un niño.

a cup of tea

P. En el salón de té.

Hay un sin fin de salones de té en Myanmar, tanto en las áreas rurales como las urbanas, y casi todas emplean a estos jovencitos. En las ciudades más grandes, los chicos servidores de té vienen de las regiones pobres del delta en la parte central de Myanmar. Para alguien proveniente de un país en donde hacer trabajar a los niños es tabú, puede ser extraño que tu orden sea tomada por alguien tan joven.

"Vine a este salón de té porque algunos de mis amigos ya trabajaban aquí," dijo P., un chico de 16 años de Chauk Township, a través de un traductor. Empezó trabajando en un café en Yangon, a unas diez horas de distancia de su hogar, cuando tenía 10 años. Gana 60.000 kyat por mes (cerca de $60 dólares). "Gasto cerca de 10.000 por mes y mando el resto a mi familia," calculó.

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P. duerme en la habitación trasera del salón de té con otros nueve niños dedicados a lo mismo y trabaja siete días a la semana de 6:30am a 5:30pm —un arreglo común para los servidores de té de Myanmar. "En mi tiempo libre, leo muchos cómics y también me encanta mirar la Premier League Inglesa." Es un fan del Manchester United.

No hay nada de nuevo sobre el trabajo infantil en Myanmar. Aunque es oficialmente ilegal emplear a alguien menor de 15 años, más de un tercio de los niños del país están trabajando, de acuerdo con las Naciones Unidas. Para hacer el asunto peor para los niños, el Ciclón Nargis —el peor desastre natural que haya golpeado a Myanmar en siglos— devastó el Delta en 2007, una región que es hogar para algunas de las personas más pobres del país. Con las oportunidades limitadas hechas aún más escasas en sus comunidades, los jóvenes niños del Delta fueron enviados a ciudades como Yangon y Mandalay para hacer dinero para sus conflictuados familiares en sus hogares. Las niñas son generalmente enviadas a los bares de karaoke y salones de masaje, mientras que los niños son enviados a las construcciones, fábricas de textiles, barcos de carga y salones de té —lugares de trabajo no calificado que requiere poco entrenamiento o experiencia.

"No estoy feliz trabajando aquí," confiesa A.M.T., de 12 años y de Bogalay Township. "Extraño mucho mi hogar, especialmente en las noches".

A.M.T.

Ya cortos de dinero y compromentidos a un horario muy ocupado, muchos de los niños del té raramente vuelven a sus hogares. T.T.N, de 14 años, quien trabaja en un café en Yangon, no ha vuelto a su casa en ocho meses. P. dijo que hace el viaje arduo, país adentro, hasta dónde vive su familia una vez cada dos años.

Los chicos del té son los meseros de los salones de té, los que corren y que mantienen todo andando. Muchos de ellos practicamente crecen en los salones de té, navegando las angustias de la adolescencia entre humo de cigarrillos, tazas humeantes, sillas de plástico y los ruidos de besos metálicos que hacen los clientes Birmanos para llamar a los meseros. Si te encuentras en uno de esos lugares, es mejor encontrar un asiento en las afueras de la acción, lejos del sol caliente —si el lugar es abierto a la calle— y observar cómo se desarrollan la vida día tras día en Myanmar.