Música

Pilocka Krach: de la onomatopeya a glampop

En septiembre del 2010, un sitio legendario de la fiesta berlinesa más decadente cerró sus puertas: el Bar 25. Y creo que nunca se utilizó mejor esa expresión, porque sus laaargas sesiones de loquera, baile, atasque, música duraban días y permitían que la luz del sol iluminara todo tipo de ocurrencias afterosas. En la película que hicieron en su honor se ve un poco (poquísimo, como resulta fácil imaginarse) del tipo de situaciones y escenas que sucedieron ahí, a la luz de las drogas, bajo el influjo de la música más emocionante y con el Spree como testigo: hordas de party goers enfundadas en mamelucos, chapuzones en un lodo hecho de quién sabe qué tierras y quién sabe qué aguas, improvisadas carreras sobre juguetes inflables, un dancefloor cubierto de confeti que desde lejos uno confunde con kilos de papelillos empapados de lsd y montones y montones de sonrisas delirantes… Digamos que era muy poco parecido a un bar y más similar a un pabellón de manicomio en el que iban a dar los que creían que el aquí y el ahora duraba lo que durara la fiesta. Un pabellón de manicomio en estado permanente de carnaval.

El caso es que ahí no solo se engendraron niños que algún día quizá le rindan justicia al y repliquen –reloaded– sitios como ese; también ese sitio fue semillero y laboratorio de productores musicales que consiguieron crear el acompañamiento perfecto para esos días fuera del tiempo y, de paso, se curtieron como selectores musicales especializados en combatir el cansancio y en satisfacer la necesidad de sorpresa y al mismo tiempo mantenerla sedienta de montones de fiesteros profesionales. Entre ellos hay desde personajes hoy bien conocidos para las pistas de baile de este lado del Atlántico (Acid Pauli, dOP, Margaret Dygas, The National Fanfare of Kadebostany o Raz Ohara; y a Niconé y Sascha Braemer pronto los conoceremos, cuando a mediados de marzo hagan escala en el DF), hasta uno que otro prestidigitador de las máquinas capaz de hipnotizar dancefloors que no ha recibido la atención que merece de nosotros por estos lares.

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Cuando escribo esta última línea pienso, sobre todo, en Pilocka Krach, una chica de quien se dicen cosas increíbles, como que recolecta ruidos como una abeja lo haría con el polen para luego producir miel, que su espectro sonoro va de la onomatopeya al glampop o que tiene el don de transformar meados computacionales en auténticos martinis de pera. Cualquiera que haya tenido la oportunidad ya no de verla en vivo, sino simplemente caer en algún video de sus presentaciones ruidosas y adrenalínicas, debe haber pensado: “quiero tenerla en mi fiesta”. Ella es la primera emocionada con su música maniaca (sus propios tracks y sus remixes), y lo expresa sacudiéndose toda y agitando los brazos como debió aprender en el Bar 25 en horas laborales e impropias para los infelices que todavía no consiguen (conseguimos) ser sus (nuestros) propios jefes. Y así se va extendiendo la oleada de sudor y espasmos hasta que todos repiten junto con ella alguna de sus letras… “Boom! Crash! Boom!!”, “Nanananananananana” o alguna otra divertida y razonable irreflexión gestada al calor de la fritez.

A eso que es capaz de construir con sonidos atípicos (que uno no sabe qué tanto fueron producto de la pericia, el azar o el sobrecalentamiento de las máquinas) y abundante bagaje musical (al que rinde tributo con guiños como aquel relámpago en el rostro de su ep Fame, en evidentísima alusión al Aladdin Sane de Bowie) le han llamado también polvo efervescente para los oídos. Y todo se completa con un performance que pone en evidencia su entrega a la fiesta, una digna de los egresados del Bar 25 (muchos de los cuales deben ir hoy a poner en pausa la nostalgia por el oasis perdido al KaterHolzig, otro club junto al Spree donde, evidentemente, una de las habituales, como artista invitada o como simple asistente, es Pilocka). Cuentan que por estos días anda de vacaciones en México. ¿Sería mucho pedir que algún productor avezado en la organización de bacanales con música divertida e interesante aprovechara su visita para ponerla tras los controles? “No hay nadie más en la escena techno actual que suene, se vea y mueva a la gente como esa chica”. Sí, es una afirmación de su agente, pero yo lo creo al pie de la letra.

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@peach_melba