Desde que la Copa de Europa fue rebautizada Liga de Campeones o Champions League —para conservar la mística de dicha competición—y reestructurada en la campaña de 1992-93, ningún equipo ha podido repetir como monarca dos o más veces consecutivas. El último conjunto que defendió exitosamente su campeonato, y bajo la vieja fachada del torneo, fue el AC Milan en la temporada 89-90.
Sin embargo, el Real Madrid de hoy día se acerca firme y cauteloso para alcanzar lo que nadie ha podido en más de 20 años, y separarse aún más de sus semejantes, no sólo en Europa sino en el mundo entero. Al parecer, 11 Orejonas no son suficientes.
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El nivel de futbol desplegado en la Champions League evita, hasta cierto punto, la absoluta hegemonía de un mismo equipo. A diferencia de las ligas de cada país, donde el sistema es ya bien conocido y los rivales de nivel suelen reducirse significativamente, la Champions reúne a la crema y nata del Viejo Continente, lo cual provoca que los variados sistemas de juego, filosofías, métodos, y demás características asimilares entre instituciones choquen entre sí dificultando la creación de un monarca absoluto —quizá haya monarquías, pero no un rey absoluto—.
El desgaste de los equipos también juega un papel primordial en la ausencia de un equipo hegemónico en la Champions. Por lo general, los conjuntos europeos que llegan a las fases finales de la competición se encuentran cerca de ganar sus ligas nacionales o torneos de copa, porque suelen ser los más capaces —tanto en recursos como en plantilla— para afrontar la inhumana cantidad de partidos. Pero incluso esto suele jugar en su contra, ya que entre más competiciones se disputen, mayor será la fatiga en los jugadores y el riesgo de una lesión. El partido de anoche en el Bernabéu cobró su primer víctima, Dani Carvajal, el flamante defensor merengue, sufrió una lesión en la parte posterior del muslo derecho, lesión muy parecida a la que sufrió el año pasado en la competición, y se dice que se perderá el resto de La Liga y, probablemente, la final en Cardiff (la remontada para los Colchoneros queda prácticamente descartada).
El Madrid de Zidane ha demostrado ser el equipo más letal del torneo. Los Blancos poseen la segunda posición en pases completados (88 por ciento), detrás del Bayern con 90 por ciento. Es el equipo que más goles ha marcado con 31, cinco más que el acérrimo rival, Barcelona (ya fuera de competencia); la Juve no aparece ni siquiera en el top 5 y el Mónaco ocupa la última posición con 21. En disparos totales, el Madrid humilla al resto con 207, tan sólo “perseguido” por el Bayern (también eliminado) con 188; la Juve ocupa el último peldaño con 144. Como si fuera poco, los Merengues están invictos y cuentan con el goleador histórico del torneo, Cristiano Ronaldo, quien está a un gol de empatar a Lio Messi en la tabla de goleo de este año —la tarea parece demasiado fácil por el momento que el portugués atraviesa— y se ha adueñado de la segunda posición con más asistencias (6) detrás de Neymar (8).
Las estadísticas sugieren que el Madrid tiene todo puesto sobre la mesa para convertirse en el primer bicampeón del torneo más prestigioso del planeta a nivel de clubes. Pero a diferencia de otros deportes como el beisbol o el futbol americano, los números no siempre dicen la verdad; las casualidades en el futbol parecen despreciar el complejo de verdad absoluta que suele acompañar a las fórmulas.
Si los números no nos convencen, entonces tenemos que mirar al campo de juego. Se ha dicho en innumerables ocasiones que la Champions es la competición del Real Madrid. El número de copas es sólo una prueba palpable de ello, pero en realidad lo que parece alentar a este equipo es su capacidad para ajustar su planteamiento dependiendo del equipo que se le pare enfrente y, por más romántico que parezca, su fortaleza para remar contra la adversidad.
El vestuario —uno de los “cocos” eternos de los clubes de élite, donde conviven egos de todos tamaños— ha sido también clave para llevar al equipo hasta estas instancias; hacía mucho que el club merengue no disputaba con tanta certeza la liga española y la Liga de Campeones. Sergio Ramos, el portador de la esperanza y garra merengue, se ha encargado de llevar el barco a buen puerto, gracias a que ha sabido consentir a la estrella del equipo con elogios, sin dejar de alabar el trabajo en conjunto. Marcelo está hecho un jugadorazo —el mejor lateral izquierdo del mundo— y el medio campo está repleto de estrellas como Modric, Casemiro, Isco y James, por nombrar algunos, que retomaron su nivel en el último tramo de la temporada cuando por lo general tiende a haber un declive en el rendimiento de los jugadores.
Queda un partido en el Calderón y uno más en Cardiff para que el Real Madrid sume un récord más a su existencia. La remontada rojiblanca parece poco probable; el momento anímico del Madrid lo es todo ¿Mónaco o Juventus? No importa, una final es una final sin importar quién sea el rival.