Al igual que el fascismo, la ascensión de Carey Mulligan al puesto de reina de Hollywood se ha producido sin que nadie se diera cuenta. El otro día me di cuenta de que salía en cuatro de las cinco películas que he ido a ver este año, interpretando en esencia el mismo papel y tocándome las narices durante 90 minutos. Ahora se le verá la jeta en El gran Gatsby, y a mí me da la impresión de que va siendo hora de derrocarla antes de que su poder se haga absoluto y me convierta en una rana o algo así. ¡Maldita bruja!
Sus expresiones faciales.