Este artículo fue publicado originalmente en Noisey US.
Al escuchar Groove Denied, el primer trabajo como solista de Stephen Malkmus desde 2001, uno podría pensar que se equivocó Spotify. Las interferencias electrónicas y los breakbeats en la primera canción “Belziger Faceplant”, junto con su extraña voz digitalizada, suena muy diferente al trabajo que el rockero hizo previamente con Pavement o The Jicks. “Decidí que esa canción iba a ser como mi ‘Sicko Mode’”, dice durante una entrevista telefónica. “Mis hijas siempre están escuchando ‘Sicko Mode’”.
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Más allá de la apariencia retrofuturista de “Forget Your Place” y el sencillo “Viktor Borgia”, Malkmus adopta, con indiferencia, una estética lo-fi utilizando equipos electrónicos en vez de guitarras. Groove Denied, escrito y grabado en el transcurso de los últimos dos años, es el producto de un sótano convertido en estudio modernizado ––junto con los instrumentos que ya poseía Malkmus–– incluyendo un sintetizador polifónico Memorymoog de mediados de los ochenta.
“Necesitaba ese instrumento; de lo contrario, sonaría como un montón de música electrónica de Bandcamp”, dice Malkmus sobre el Memorymoog. “Pensé que necesitaría algún tipo de legitimidad en el instrumento, que fuera algo raro”.
Con el lanzamiento de Groove Denied de la disquera Matador Records este mes, Malkmus, de 52 años, se une a un curioso subconjunto de rockeros emergentes de la misma edad que se acercan a la música electrónica por primera vez –y con el beneficio de la experiencia. En lugar de imitar los pasos de deadmau5 o Diplo, se están enfocando en los experimentos pop basados en sintetizadores de los años 70 y 80, un período en el que vivieron la música, pero no participaron. Erasure, New Order y Pet Shop Boys continúan haciendo nueva música o giras con la fuerza de sus discografías, los participantes más recientes como Malkmus, Bob Mould de Husker Du y Lee Ranaldo de Sonic Youth llegarán a estos sonidos electrónicos después, revelando los intereses y las influencias que los fanáticos pudieron haber ignorado.
“En este nuevo disco, hay cosas que no puedo decir que son una mierda, porque me recuerdan a otras cosas que me gustaban en ese momento”, dice Malkmus, citando a bandas pioneras de finales de los 70 y principios de los 80 como SPK y Throbbing Gristle junto con sus sucesores más populares de Factory Records, como A Certain Ratio y Section 25.
Esa nostalgia por la música electrónica del pasado es algo que Malkmus comparte con John Petkovic, un líder rockero aunque subestimado, con un currículum que brilla desde sus días al frente de la década de los 80, después de su banda postpunk, Death Of Samantha, en adelante. “La gente en quién pensé, su banda favorita eran los Ramones”, dice por teléfono. “La mía era Suicide”. Ambos proyectos surgieron en Nueva York, los primeros como caricaturescos progenitores del punk rock, y el segundo como un dúo inescrutable que mezclaba el rockabilly con un ruido intransigente. “Deseaba poder estar en una banda como Suicide, pero no se puede, porque son dueños de lo que hacen”.
Petkovic, un pilar de Cleveland que tocaba en Cobra Verde y Guided By Voices en la década de 1990, se ha dedicado al indie rock durante más de treinta años. Formó parte de Sweet Apple en 2008, junto con el guitarrista y baterista de Dinosaur Jr., J Mascis. También tiene un disco llamado Sad Planets con Patrick Carney de The Black Keys, que será lanzado el próximo mes. Sin embargo, a pesar de su extensa discografía guiada por la guitarra, el experimentado líder dice que ha estado gravitando en la música electrónica los últimos años, específicamente con Metrolight, un dúo de s ynth pop que formó el año pasado con el exbajista de Death Of Samantha, David James.
“Quería ir a los antros gay y escuchar a Erasure y OMD”, dice con simpatía de su compañero de banda, que abandonó Death of Samantha en 1987, y es abiertamente gay. “Dejó la banda porque le aburrió”. El sesgo heteronormativo del rock y el rechazo de las formas de música electrónica como disco y synth pop, que históricamente eran escenas más inclusivas, tuvieron un efecto polarizador en la música. “La música disco no era vista como algo tan serio, porque era considerada para gays y multirracial”, dice Petkovic, consciente de la ironía de esa observación y considerando la forma en que las personas de color y los miembros de la comunidad LGBTQ dieron forma a la música rock, históricamente.
Luego, agregó: “Creo que tanto los negros como los gays adoptaron la estética” futurista porque los “buenos viejos tiempos”, no fueron tan buenos”.
Los excompañeros de banda siguieron siendo amigos a lo largo de los años, y cuando James finalmente se acercó a él con algunos instrumentos electrónicos en los que había estado trabajando, las pistas apelaron al respeto que tenía Petkovic por bandas como Human League y Soft Cell, bandas nuevas de synth pop que ya se habían hecho de un nombre por sí mismas, cuando Death Of Samantha empezaba a tener audiencia. “Hubo un tiempo en 1983 o ’84 en el que no se escuchaba ni una guitarra en la radio”, recuerda Petkovic.
Las bases de estas nuevas melodías le recordaron lo que amaba de esos grupos en el pasado. “Hubo un tiempo en el que el indie rock veía este tipo de música como algo falso”, dice sobre los sonidos inorgánicos emitidos por los sintetizadores viejos y las cajas de ritmos. “De todos modos, prefiero el artificio que la autenticidad”. Sin embargo, Petkovic reconoce que James le abrió un camino nuevo de manera creativa. “No podría haberlo hecho si él solo hubiera sido un chico con el que tocaba en una banda y no haya traído otra aportación cultural a la mesa”.
Por ahora, aparte de los shows en vivo en Cleveland y un puñado de videos teaser en línea, gran parte del sonido de Metrolight permanece en secreto. Yo conseguí acceso para escuchar diez pistas sin masterizar y lo único que diré es que está claro que la pareja puso énfasis en el pop, como lo demuestran las canciones “Beautiful Prisons” y “Strangeland”, que ya fueron promocionadas públicamente. Desde la cálida programación de James, hasta la emotiva voz de Petkovic, hay una melodía pegadiza y una extraña y reconfortante vena en el material, que evocan sus influencias sin dejar de ser un puro homenaje.
“Las nuevas adaptaciones de synthpop tienden a adoptar no solo el sonido sino también la apariencia, como un tipo de cosa retro”, dice Petkovic, refiriéndose a los practicantes contemporáneos que no estaban vivos en el apogeo del género. “Los enfoques vocales a menudo son mecánicos”. Por el contrario, cita el trabajo como solista del co-fundador de Buzzcocks, Pete Shelley, bajo el nombre de Homosapien, y su popular canción homónima, como vitales para el estilo vocal de Metrolight, vinculando esa sensibilidad pop en los discos de los Beatles con la de Human League. “Muchas de sus canciones tenían estribillos y cadencias muy al estilo de la disquera Motown de los 60”.
Los peligros de malinterpretar el espíritu del synthpop durante su apogeo comercial a mediados de los 80 fueron útiles para Malkmus, quien dice que la idea de Groove Denied fue la primera en sembrarse durante la producción de Wig Out At Jagbags de The Jicks en 2014. “Hice un par de [canciones] que eran similares a [“Viktor Borgia”]”, dice Malkmus, y agregó que incluso consideró incluir ese material en Wig Out. “Pero al final sonaba más como a Ariel Pink, como a esa música en las casa de empeño”. Sin saber cómo proceder, dejó las canciones sin terminar, aunque los fanáticos del álbum Sparkle Hard del año pasado con los Jicks pudieron haber notado que el sintetizador de Malkmus y el de Mike Clark, anuncia sutilmente la llegada de su nuevo proyecto como solista y con una presencia electrónica más presente.
Aunque utiliza algunas de las mismas técnicas y equipos, Groove Denied tiene un revestimiento más frío que las canciones de Metrolight; Malkmus dice que ve esta estética industrial más cerca de su catálogo de lo que algunos podrían darle crédito. “Pensaba que solo se trataba de algo sintético hecho en fábricas, incluso de algo surrealista”, dice sobre sus influencias en la década de 1980. “Es una especie de música viajada que no sabes bien qué es”.
Malkmus expresa admiración por sus contemporáneos electrónicos de los años 1990 y 2000, como los artistas en la poderosa firma alemana Kompakt and Warp Records, como Boards Of Canada y Squarepusher, algunos de los cuales publicaron discos en Estados Unidos a través de Matador cuando Pavement lo hizo. Sin embargo, optó por no pedir prestado o, de lo contrario, tratar de aprovechar sus logros. “A veces, es difícil tomar una influencia que sea totalmente concurrente para ti y moldearla”, dice. “Es difícil entenderlo todo cuando es más fácil comprender algunas cosas a las que te conectaste de una manera un poco más ingenua cuando eras un fanático primerizo”.
De hecho, ese asombro juvenil es palpable en Groove Denied y en el próximo álbum de Metrolight, está presente en la fantasía de ensueño de la melodía de sintetizador de “Viktor Borgia” y los arpegios de Glitterball de “Beautiful Prisons”. Con esta música, se están abriendo a todo un nuevo mundo de sonidos, uno que se habían perdido mientras trabajaban en un paralelo musical no muy lejano.
Se debe presentar un argumento para etiquetar de intrusos a Malkmus y Petkovic, especialmente después de décadas de trabajar en un idioma cargado de estereotipos blancos ultra-masculinos. Pero otra forma de verlo es que están volviendo a los sonidos que los hicieron los músicos que son hoy.
“No es como si estuviera tocando canciones acústicas de amor y de repente decidiera hacer esto”, dice Petkovic, reiterando su antiguo amor por la música electrónica.
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