Conoces la sensación: llevas dos o tres copas cuando de repente te entra hambre; pero un hambre especial, un vacío que no notabas momentos antes y que ahora necesitas llenar con algo caliente y asqueroso que te arrepentirás de haber consumido en cuanto termines.
Y lo más extraño de todo es que tú no fumas. Bueno, casi nunca. Puedes pasarte semanas sin probar un pitillo, pero es probar el alcohol y parece que todos los circuitos de nicotina de tu cuerpo se activen de repente.
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¿A qué se debe este efecto? ¿Por qué se comporta así tu cerebro?
Según el doctor John Dani, neurocientífico y experto en mecanismos de adicción de la Universidad de Pensilvania, esas ganas repentinas de fumar constan de dos factores. El primero es el resultado del efecto de la nicotina sobre la memoria, y el segundo se debe al efecto combinado de la nicotina con el alcohol, que reduce los niveles de dopamina. La unión de ambos factores hace que fumar un cigarrillo parezca una delicia.
Pero analicemos estos factores con más detalle. Empecemos por los efectos de la nicotina en la memoria.
En 2009, el doctor Dani y su equipo publicaron un estudio en el que observaron que la nicotina sobrecargaba las vías de la memoria. Para ello, pusieron a roedores en una jaula con dos compartimentos distintos. En el primero de ellos, los ratones recibían una dosis inocua de suero salino, y en el otro, de nicotina. Como era de esperar, los roedores en seguida empezaron a pasar más tiempo en el compartimento de la nicotina. Pero lo más interesante fue el efecto que la nicotina produjo en sus cerebros.
“En comparación con las inyecciones de suero salino, la nicotina fortalecía las conexiones neuronales, a veces hasta un 200 por ciento”, señalaba el doctor Dani. “En este fortalecimiento de las conexiones subyace la formación de memoria nueva. Descubrimos que la nicotina podía fortalecer la sinapsis únicamente en los casos en que los denominados centros de recompensa liberaban dopamina. Ese era el proceso crítico en la creación de asociaciones de la memoria”.
Así, por una parte, el estudio corroboraba una información que ya conocíamos: que nuestro cerebro nos pide que repitamos actividades que nos hacen sentir bien. Pero por otra parte, también ha demostrado, a nivel neurológico, que el recuerdo de fumar se queda grabado en el cerebro. Y lo que es más importante: todos los recuerdos asociados a esta actividad —como beber y estar con los amigos— quedan vinculados en la memoria.
“Recuerdo que hace poco acabé de trabajar en un experimento con un compañero y nos fuimos a un bar”, me explicó el doctor Dani. “Hacía muchos años que lo conocía y nunca lo había visto fumar, pero aquella tarde me dijo que le apetecería fumarse un cigarrillo, pese a que hacía 20 años que no lo hacía, desde el instituto. Bastaron unas cuantas copas para hacer que surgiera esa necesidad”.
Esa es una razón por la que te apetece fumar mientras te tomas una copa. Pero hay otra, también relacionada con los experimentos con roedores del doctor Dani.
Desde hace tiempo, se sabe que tanto el alcohol como la nicotina, de forma independiente, potencian la liberación de dopamina. Partiendo de este dato, Dani y su equipo elaboraron la teoría de que el consumo combinado de alcohol y nicotina provocaría un aumento mayor del nivel de dopamina. Sin embargo, los resultados demostraron precisamente lo contrario: si bien los roedores que habían consumido nicotina mostraban más propensión al consumo de alcohol, sus niveles de dopamina no se vieron alterados.
Perplejos, el doctor Dani y su equipo repitieron el experimento y obtuvieron los mismos resultados. Tras mucho indagar, se dieron cuenta de que el consumo simultáneo de alcohol y nicotina provocaba la liberación de hormonas del estrés que inhibían la liberación de dopamina. O dicho de otro modo: el alcohol y el tabaco te producen satisfacción solo si los consumes por separado.
Por tanto, la razón por la que la gente sigue fumando y bebiendo es para recuperar esa felicidad. En teoría, el ciclo comienza cuando el alcohol potencia el recuerdo positivo de fumar. Pero en el momento en que fumas un cigarrillo mientras bebes, el nivel de dopamina se reduce, lo que provoca la necesidad de beber más para recuperar esos niveles, con lo que el ciclo se repite.
Sin embargo, esto sigue sin dar respuesta a la gran pregunta: ¿puede matarte fumar mientras bebes? Como siempre, la respuesta está rodeada de varias estadísticas de probabilidad bastante inciertas. Para tratar de esclarecerlo, el doctor Dani nos dio más información sobre los fumadores sociales.
“La figura del fumador social u ocasional es bastante peligrosa y muy poco recomendable, porque es muy habitual que esas personas acaben convirtiéndose en fumadores habituales. A partir de entonces resulta muy complicado dejarlo”.