Este artículo se publicó originalmente en VICE Francia.
Mucho ha cambiado el valor de las cartas de Pokémon desde los inocentes días en que jugábamos a intercambiarlas con nuestros amigos en la escuela. Probablemente, la generación de los noventa nunca lo vio venir, pero ahora se han convertido en objetos de coleccionista como el vino o las obras de arte. “Hay un bum increíble en este momento”, dice Idir, una antigua coleccionista de Francia. “Las cartas que se vendían por 70 euros en enero ahora valen 1000. Este mercado es una locura”.
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Idir dice que las semillas de este renacimiento fueron plantadas en 2016, con la moda de Pokémon Go. Ese mismo año, la franquicia lanzó la colección de cartas Evoluciones, diseñada de forma similar a las originales para celebrar su 20º aniversario. Pero 2020 marcó un antes y un después. “De repente, todo el mundo disponía de más tiempo para interesarse por las cartas”, dice Idir. “Y dinero para gastar, porque los cines, conciertos y museos estaban cerrados”.
Y llegaron los famosos. En octubre del 2020, el youtuber Logan Paul emitió un programa en directo en el que abría una caja con paquetes de cartas difíciles de conseguir que le había costado 200.000 dólares. El video, que se hizo con la idea de recaudar fondos para la salud mental, amasó más de 11 millones de reproducciones. Desde entonces, Paul ha compartido videos de sus colecciones, por las que dice haber pagado más de dos millones de dólares. El 27 de febrero de 2021, para celebrar el 25º aniversario de la franquicia, emitió en directo un programa en el que abría una caja con paquetes de cartas que costó más de un millón de dólares.
Desde ese primer video, el precio de las cartas intactas de Pokémon se ha disparado. La carta más valiosa, “Pikachu Illustrator”, de la que se estima que solo existen 39 copias, se vende en eBay por tres millones de dólares. La segunda carta más valiosa es la primera edición holográfica de Charizard, que el youtuber y rapero Logic compró por 226.000 dólares en diciembre de 2020.
Si estas cifras te parecen una locura, te explicamos cómo funciona el intercambio. Las cartas de Pokémon se venden en cajas que incluyen 36 paquetes sellados con 11 cartas cada uno: un total de 396 cartas por caja. Los coleccionistas pueden comprar una caja entera o un paquete individual. Cuanto menos común sea la carta, más valor tiene. Las cartas de primera edición, que se vendieron durante un periodo corto de tiempo en 1999, son las más valiosas. Las cartas de primera edición holográficas, las ediciones especiales, las tiradas limitadas y las cartas con errores se llevan el premio gordo. Por ejemplo, la carta “Pikachu Illustrator” fue una edición especial creada solo para los ganadores de un concurso de dibujo en Japón en 1998.
Desde su lanzamiento en 1996, Pokémon se ha convertido en la franquicia de medios con el mayor beneficio bruto (estimado en más de 90.000 millones de dólares) de todos los tiempos, por delante de Star Wars y Hello Kitty. “Los pokémon son iconos culturales”, dice Nasser, un coleccionista de 35 años que vive en Alemania. “Son como Mickey Mouse. Y como Mickey, están aquí para quedarse”. Nasser comenzó a coleccionar cartas en cuanto salieron a la venta y las ha guardado durante años. En 2016, volvió a caer en la nostalgia con la colección Evoluciones.
“Muchos están volviendo a hacerlo”, dice Vincent, otro coleccionista del área de París. “La gente que era pequeña cuando salió Pokémon ahora tiene un trabajo y un ingreso disponible para gastar en recuerdos de la infancia”.
Y no es ninguna coincidencia. Los millennials han sido el objetivo constante del marketing de la nostalgia, que apela a los recuerdos nostálgicos de “aquellos tiempos mejores”. Es esa capacidad de la franquicia de monetizar la nostalgia lo que la ha mantenido relevante. Sin embargo, no es la única compañía que hace esto: Disney es uno de los ejemplos más exitosos, con sus constantes reinvenciones y formatos reconocidos.
Algunas personas han convertido esa nostalgia en un trabajo de tiempo completo. Los coleccionistas profesionales de cartas de Pokémon pasan entre cinco y seis horas al día buscando ofertas en sitios de subastas. Hace unos cinco años, Idir decidió dedicarse completamente a su pasatiempo. Empezó echando un vistazo en mercadillos por pura nostalgia, pero la búsqueda acabó siendo cada vez más seria. “Es como tener objetos de interés de la guerra”, dice. Ahora estima que su colección vale entre 10.000 y 20.000 euros, que es más o menos lo que dice que sus padres ganan en un año.
“Es la venganza de los frikis”, dice Florian Ordonez, un rapero francés conocido como Bigflo. “En la escuela, la gente se río de ellos por años, así que se dedicaron de lleno a lo suyo. Diez años más tarde, ¡bum! ‘Lo suyo’ ha estallado y todo el mundo lo quiere”. Dice ser un gran fan de Pokémon “desde siempre”, tiene un tatuaje de Magikarp en el brazo y su primera inversión fue en 2016 con una carta de Charizard por 143 dólares. “Mis compañeros se reían de mí. Hasta yo pensaba que era un poco estúpido, pero la quería”, cuenta. “Ahora probablemente vale unos 5000 dólares”.
Pero es fácil caer en el engaño. En octubre, un grupo de inversores llamados Dumb Money compró una caja por más de 375.000 dólares que resultó ser falsa. Por esa razón muchas personas confían en intermediarios que ponen a los compradores en contacto con los vendedores y se llevan una comisión. También es buena idea solo comprar cartas que han sido valoradas por agencias de certificación de cartas como la PSA, que las califica del 1 al 10 según la autenticidad, las condiciones y otros factores.
Si crees que tienes alguna carta que puede valer mucho dinero, es buena idea buscar una certificación oficial y normalmente son gratis. Sin embargo, no es por aguar la fiesta, pero las cartas usadas prácticamente no valen nada. Para que te hagas una idea, puedes ver por cuánto se venden en Ebay o PWCC, una empresa líder en la industria de intercambio y subasta de cartas.
Los coleccionistas más antiguos están divididos ante la creciente popularidad de las cartas. La mayoría están contentos de tener cartas que ahora valen mucho dinero, pero también ven como algunos inversores ricos se apropian de su pasión. Puesto que es muy probable que esta moda se extienda a otras franquicias, es hora de sacar esas cajas con cartas de ¡Yu-Gi-Oh! llenas de polvo.