El pasado fin de semana hubo mucha fiesta por el país. Ron Morelli tocó en Medellín y Bogotá, y celebramos el Fuck My Funk, el Baum Park y el Baum Festival, así como Bogotrance, además de las citas habituales en los clubes y diversos remates. Al parecer, todos los eventos fueron un éxito. Bueno, casi todos, porque en la madrugada del domingo 21 de mayo se dio un hecho lamentable y vergonzoso que queremos poner a debate en este espacio, a ver si de una buena vez dejamos de jactarnos de ser supuestamente “el mejor público del mundo”.
El asunto se produjo en el remate del Baum Festival en el Aeropuerto de Guaymaral. Los promotores del evento habían convencido a varios DJs internacionales de tocar en el afterparty, hoy de carácter obligatorio para muchos de los ravers que asisten al festival. Pincharon, entonces, Vaal, Green Velvet, Delano Smith, otros nacionales y nada menos que el frente vivo del electro futurista: DJ Stingray.
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¿Y qué pasó?
A eso de las 4:30 de la mañana, Delano Smith terminaba su set y le seguía Sherard Ingram, más conocido como DJ Stingray, por muchos años el tour DJ de Drexciya. El gigantón y humilde artista de Detroit, siempre encapuchado para rendirle tributo a la esencia subterránea de este movimiento, comenzó su sesión con un techno 4/4, apelando así al golpe tradicional del house o del techno. Minutos después empezó a entrar en ese electro infeccioso, en esos ritmos cortados, en esa música para la pista de baile con la que se ha hecho célebre en el mundo tras más de 20 años de tocar en cualquier plaza technera que se les ocurra
“Una buena audiencia dispuesta a descubrir cosas nuevas, a salirse del molde para dejarse llevar por el DJ en viajes desconocidos”
En medio de la afilada selección, ya planteada en el escenario principal del Festival, sucedió lo insólito. De repente, la gran mayoría del público resolvió irse de la pista y dejar vacío el dancefloor. De 300 personas pasaron a ser, literalmente, unas diez. Una vergüenza.
Aquí hay varias cosas por analizar. Lo primero es esto: decir que DJ Stingray es uno de los mejores DJs del mundo no es una opinión, sino un hecho. Los argumentos que soportan esto tienen peso y también se pueden cuantificar: tiene una trayectoria impecable y de prestigio, ha sido DJ de asalto de Drexciya, ha firmado en Rephlex (el sello de Aphex Twin), el año pasado estuvo en el top 100 de Resident Advisor y ha acuñado una impresionante técnica para mezclar discos que pocos DJs en el circuito tienen.
Ahora bien, esto no debería quitarle el derecho a una persona de irse de la pista si la onda está maluca. Ni más faltaba. Para eso pagan boletas, para bailar buena música. Pero en este caso, lo que Stingray hacía en Guaymaral era apenas magistral: simplemente era música diferente al tech house genérico que muchos ravers del país acostumbran escuchar para rematar.
Pero concentrémonos en la audiencia. Una buena audiencia es aquella que grita apasionada a cada estallido de un track (claro, de eso sí sabemos mucho y sacamos pecho por ello), pero también es aquella que es abierta y está dispuesta a descubrir cosas nuevas, a salirse del molde para dejarse llevar por el DJ en viajes desconocidos. Lo del fin de semana con Stingray, a todas luces, mostró que el público colombiano todavía tiende a ser muy cerrado antes propuestas musicales “diferentes”.
Y también se ha vuelto extremadamente quejumbroso. Todo le choca, nada parece servirle. Vive encima de los promotores, presiona, hace reclamos, exige hasta lo imposible. Y cuando le ponen en bandeja de plata la crema y la nata del electro y el techno, lo ignora. ¡Por favor! Es hora de exigirle también al público porque la escena no solo la construyen los artistas y los empresarios.
Las propias cabezas de Baum nos contaron que tras lo sucedido Stingray, de 54 años (algo debe saber, ¿no?), parecía acongojado, no entendían por qué en la previa la gente lo celebró tanto y en la pista lo dejaron solo. Una persona cercana a esta redacción nos contó incluso que justo después de terminar su set en el remate, Sherard le escribió contándole lo que había pasado, diciéndole que “había mucho trabajo por hacer si a la gente le gustaban otras cosas”. Nos preguntamos entonces si Stingray hizo algo mal: ¿Cuál es la respuesta? ¿No haber puesto tech house o deep house? No podemos generalizar porque hace un año la fiesta de Stingray en Medellín fue apoteósica, pero en 2017 quedará para el recuerdo que fue Colombia el país en donde a DJ Stingray no le bailó nadie.
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