En la embriagadora década de 2000, cuando las revistas para hombres reinaban de manera contundente y las chicas en la escuela eran calificadas como “putas” o “frígidas”, el sexo parecía ocupar un lugar primordial en la mente de todos. Si no habías perdido tu virginidad a cierta edad, eras considerado un perdedor (sin importar el hecho de que la virginidad es en términos generales una construcción social). Después de eso, todo lo que importaba era cuánto sexo tenías y con quién. La calidad del sexo parecía no tener relevancia: el sexo era un juego de números.
Sin embargo, aproximadamente una década después, las actitudes y comportamientos en torno al sexo en general parecen haber cambiado significativamente, en particular entre la Generación Z. Según un estudio publicado en enero, los investigadores de la Universidad de Rutgers y la Universidad de Albany en Estados Unidos encontraron que los adultos jóvenes entre las edades de 18 y 23 tenían 14 por ciento menos “sexo casual” (es decir, sexo sin que haya una relación a largo plazo de por medio) que el mismo grupo demográfico una década antes.
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Por otra parte, en Australia, el 40 por ciento de las personas entre 18 y 24 años revelaron en la encuesta nacional Australia Talks 2019 de ABC News que “nunca” habían tenido relaciones sexuales (¡nunca!). En el mismo año, una investigación dirigida por el University College de Londres encontró que menos de uno de cada 30 jóvenes de 14 años en el Reino Unido había tenido sexo (incluido el sexo oral), una cifra significativamente baja en comparación con la de los jóvenes del mismo rango de edad que nacieron en las décadas de los 80 y 90, de los cuales el 30 por ciento dijo haber tenido sexo antes de los 16 años.
A pesar de los datos, y de la ola de titulares incendiarios sobre la poca actividad sexual de la Generación Z, sabemos que muchos jóvenes sí tienen sexo (tenemos una sección completa dedicada a ello). Las investigaciones por lo regular solo nos dicen lo que la gente está dispuesta a compartir, en contraposición con lo que realmente está sucediendo. Pero, ¿qué pasa con aquellos que realmente no están teniendo sexo? Porque hay grupos de jóvenes de 16 a 24 años que están eligiendo activamente abstenerse de tener relaciones sexuales por razones no religiosas.
Kero*, de 24 años, me cuenta que decidió alejarse del sexo hace tres años debido a su baja autoestima. “Simplemente no tenía la confianza suficiente para salir a conocer personas o relacionarme con alguien”, explica. Más recientemente, ha considerado volver a tener sexo, pero solo bajo ciertas condiciones. “He madurado y mis inseguridades pasadas se han trasformado en el sentimiento: ‘Solo quiero estar con un hombre que se haya ganado mi confianza, que adore el suelo que piso, que me honre y me respete’”.
Otros, como Lucy*, de 20 años, me dicen que se volvieron célibes porque “se perdieron en el caos” y “no hicieron tanto por sí mismos como querían”.
De hecho, evitar el caos fue una razón bastante común para alejarse del sexo. “Decidí darme un año sin sexo”, dice Drew*, de 21 años. “Quería mejorar mi técnica de ilustración, y perseguir chicas y tener el corazón roto nublaba mi juicio. Así que lo hice por mí”.
La mayoría de los jóvenes con los que hablé para este artículo no creían que el celibato fuera más común en su generación que en las generaciones de las décadas anteriores. Pero, algunos teorizaron que tal vez la Generación Z era más abierta y transigente ante el sexo. Muchos parecen tener nociones más claras sobre ideas como el consentimiento, la autonomía corporal y las identidades sexuales.
“Ahora que la asexualidad se vuelve cada vez más conocida en la ‘conciencia colectiva’, creo que quien acepta las diferencias o a las personas queer, acepta, por ende, el celibato. El sexo ya no se da por sentado”, dice Charlie*, de 21 años.
Lucy dice algo similar. “Al tener más conciencia sobre el consentimiento y todo eso, muchos de nosotros evaluamos si realmente queremos hacer algo… y a veces nos damos cuenta que no queremos hacerlo”.
“Creo que es algo más aceptado”, agrega Ash, de 22 años. Ella se abstuvo del sexo a los 20 años, después de haber sido agredida sexualmente. “Pude hablarlo fácilmente con mis amigos y ellos lo entendieron”.
De hecho, si eres de la Generación Z, hacer un voto de castidad no es nada de lo cual avergonzarse (y con justa razón). Una búsqueda rápida de #celibacy [celibato] en TikTok revela cientos de videos, muchos de ellos publicados por jóvenes que defienden los beneficios de la abstinencia sexual. “Cinco formas de lidiar con los impulsos sexuales mientras eres célibe”, dice en el texto superpuesto de uno de ellos, mientras la usuaria enumera consejos como “No pienses demasiado al respecto” y “Si tú mismo te das placer, está bien”. Otro muestra a una chica bailando una canción de Megan Thee Stallion. “17 meses de celibato”, dice el texto superpuesto en el clip. “Necesito que todas mis chicas recuperen su poder y se vuelvan célibes”.
Chloe Combi, autora de Generation Z: Their Voices, Their Lives [Generación Z: sus voces, sus vidas], cree que el sexo ya no es algo que los jóvenes necesariamente quieran presumir, lo que podría explicar su disposición a probar el celibato y ser abiertos al respecto.
“Creo que el sexo es un poco como el alcohol: alguna vez hubo un cierto glamour en el exceso”, explica. “Pero a medida que nos hemos vuelto más moderados y más anti excesos, creo que las actitudes de la Generación Z hacia el sexo se han adherido a esa mentalidad de que en realidad hay algo muy respetable en decir no, ya sea por razones personales o importantes como el crecimiento o la espiritualidad”.
Combi también apunta a una aceptación generalizada entre los jóvenes cuando se trata de las diferentes pautas sexuales. “El sexo para los jóvenes definitivamente no tiene un etiqueta”, dice. “Los jóvenes abarcan muchos más espectros —qué tan sexuales son, con quién tienen sexo, su identidad de género, etc.—, en lugar de obsesionarse demasiado”.
Obviamente, es imposible hacer afirmaciones generalizadas sobre generaciones enteras. Algunos jóvenes sí tienen sexo, otros eligen activamente no tenerlo, y así ha sido desde el principio de los tiempos. Aun así, cuando era adolescente en la década de 2000, estoy bastante segura de que mis compañeros me habrían mirado como si estuviera demente si hubiera declarado públicamente ser célibe, lo cual, en retrospectiva, no es particularmente justo. Me hace sentir esperanzada el hecho de que tantos jóvenes hoy en día parezcan tan seguros con respecto a lo que quieren y no quieren hacer con sus cuerpos.
“El celibato no es algo de lo cual avergonzarse”, dice Drew. “Significa que estás haciendo una elección sobre dónde enfocar tu tiempo y energías”.
Kero concuerda: “He pasado por mucho y merezco ser amada”.
*Los nombres se han cambiado para proteger el anonimato de los entrevistados.