A menudo los hombres se consideran a sí mismos lobos solitarios. Lobo solitario ambicioso en la oficina. Lobo solitario en Tinder. Lobo solitario jugando Fallout 4 en su departamento, comiendo lasaña de una caja de cartón. A medida que envejecemos y la vida comienza inevitablemente a arrojarnos mierda, podríamos empezar a preguntarnos si hay una razón por la que la mayoría de los lobos cazan en manadas.
A pesar de que por lo general somos bestias sociables mientras acudimos a la escuela o la universidad, cuando las presiones del trabajo empiezan a surgir, caras que antes nos eran familiares pueden empezar a desaparecer, y nos damos cuenta de lo solos que estamos en el mundo.
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Este mes, una encuesta realizada por YouGov (empresa que realiza investigaciones de mercado en internet), a petición de la Fundación Movember, encontró que el 12 por ciento de los hombres mayores de 18 años no tienen un amigo cercano con quien hablar de algún problema serio. Más de la cuarta parte de los hombres dijeron que contactan a sus amigos menos de una vez al mes, y nueve por ciento dijo que no recuerda la última vez que contactó a sus amigos.
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Esto puede convertirse en un problema serio más adelante en su vida. Una investigación realizada por la Organización Mundial de la Salud ha demostrado que la falta de amigos íntimos tiene un impacto significativo en la salud de los hombres en el largo plazo, pues corremos el riesgo de caer en depresión, sufrir ansiedad y suicidarse.
Sarah Coghlan, líder de Movember (movimiento en el que hombres dejan crecer su bigote durante noviembre para crear conciencia sobre temas de salud masculinos), me dijo: “Muchos hombres con los que hemos hablado en realidad no se dan cuenta de lo superficial que sus relaciones se han vuelto hasta que se enfrentan a un reto importante, como la muerte de algún conocido, la ruptura con sus parejas, la paternidad o el desempleo, y es en esas situaciones cuando más se necesitan buenos amigos”.
Entonces, ¿qué pasa con nuestras amistades a medida que envejecemos? Aquí, seis hombres en diferentes etapas de su vida hablan de sus relaciones con sus amigos.
Mateo, 19 años
“Entré a la universidad, pero había tenido un año difícil debido a mi relación de entonces, por lo que no me fue bien y me salí. Desde entonces he estado trabajando de manera temporal. Durante todo ese tiempo hablaba sobre mi relación con mis amigos con los que iba en la secundaria, en lugar de con mis nuevos amigos de la universidad, simplemente porque los conocía mejor. Tengo bastante suerte de pertenecer a un grupo de amigos, somos como siete u ocho, en su mayoría chicos, pero también hay un par de chicas. Todos fuimos a la misma secundaria, pero a algunos los conozco desde la primaria. Soy muy abierto con todos ellos, por lo que puedo hablar con ellos de lo que sea. Ellos también han recurrido a mí para hablar de cosas personales. Prefiero hablar con mis amigos que con mi familia, porque puede que estén pasando por cosas similares en el momento, y me pueden entender mejor. Tengo amigos y conocidos del trabajo, pero mis amigos de la escuela son los que han superado todas las pruebas. Hemos pasado por muchas cosas juntos”.
Tomás, 21 años
“Después de la preparatoria me metí a trabajar. Tal vez hubiera hecho más amigos si hubiera ido a la universidad, pero el estilo de vida estudiantil tiene mucho que ver con emborracharse y consumir drogas, y yo no hago ninguna de las dos cosas. Me hubieran considerado un raro, porque esas cosas nunca me han llamado la atención. Tengo como unos seis o siete amigos cercanos, y también vivo con un montón de amigos nuevos. Trabajo cuatro o cinco días a la semana, así que en mis días libres trato de salir con amigos, si es que están libres. El noventa por ciento de mis amigos van a los conciertos a los que yo también voy, así que siempre me los encuentro en la multitud. Durante los últimos tres años es cuando he hecho más amigos. Cuando tenía 16 años no tenía amigos. La razón por la que ya tengo amigos es porque me he vuelto mucho más seguro al hablar con la gente. Cuando era adolescente no podía comunicarme con la gente; me daba miedo hablar con la gente. Ahora, tengo dos amigos a los que puedo acudir para lo que sea. Me dejaron vivir con ellos durante un mes, mientras buscaba un departamento y pues les conté un montón de cosas. Son como mi familia”.
Creo que mientras más grande me hago, menos agradable y amable soy con la gente.
Eduardo, 24 años
“Me gradué el pasado mes de junio, pues cursé una maestría. Para ser honesto, creo que sólo había como dos personas con las que me llevaba bien la universidad. Los otros eran parte de un grupo de “amigos” con los que muy a menudo salía para ir a beber, pero no era gente con la que podía hablar de cosas íntimas. Desde comencé a trabajar, la mayoría de la gente con la que salgo es del trabajo, lo que es un poco deprimente. Es gente buena, pero lo único que tenemos en común es que trabajamos en el mismo lugar. Tengo como tres amigos que veo seguido, y algunos otros con los que hablo por WhatsApp pero nunca los veo en persona. Creo que mientras más grande me hago, menos agradable y amable soy con la gente. En la escuela solía tratar de pertenecer a diferentes grupos, pero ahora sólo salgo con esos tres amigos que conozco desde hace tiempo, o voy, obligado, a reuniones del trabajo con gente que ya tiene hijos. Sin embargo, creo que mi situación no está del todo mal, salgo con la gente me agrada en lugar de tratar de llevar una amistad con gente que no me cae bien. Si llegase a tener problema serio, me gustaría hablar con mi novia al respecto, a menos que se trate de ella. Tengo un amigo que conozco desde que tenía tres años y que veo un par de veces al año cuando está en la ciudad. Es con él con quien platico de esas cosas”.
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Bernardo, 26 años
“Aún tengo tres o cuatro amigos de la uni, pero era un apersona totalmente diferente en ese entonces, tenía como que un botón de autodestrucción. La razón por la que no tengo más amigos de la uni es por que la gente con la que me relacioné no son el tipo de gente que me gustaría fueran mis amigos en este momento. Mo me gustaría regresar a hacer todas las estupideces que hacíamos en la uni. Mis compañeros de la secundaria son mis amigos más cercanos, pero no los veo mucho—lo que resulta paradójico, supongo. Los veo como cinco fines de semana al año, generalmente en despedidas de soltero o bodas. Sé que me cuidan la espalda. Algunos han pasado por momentos malos, y siempre nos ponemos en contacto. Sin embargo, es difícil hacer tiempo para ver a los amigos. Siento que las semanas se pasan de volada. Veo a mi novia una o dos veces a la semana, trato de hacer ejercicio dos días a la semana y el viernes es de suerte… ¿cuándo se supone que pueda hacer algo más? No hay tiempo. Tuve una conferencia de trabajo por teléfono esta tarde, y eso pasa seguido. Así que es difícil tener el tiempo y la energía para hacer planes con los amigos. Es triste. Es un poco deprimente cuando lo pienso”.
De verdad me gustaría pasar más tiempo con mis amigos, pero hoy en día si no soy yo el que está ocupado son ellos. Es difícil encontrar tiempo para vernos.
Carlos, 28 años
“Tengo un grupo de amigos que hice en el primer año de la uni con los que me sigo llevando, aunque algunos ahora viven en el extranjero. Mi mejor amigo de la uni siguió a una chica a Nueva Zelanda, pero nos las arreglamos para hablar todos los días. Lo extraño de mi grupo de amigos es que uno de ellos es mi ex novia y si trato de que una chica se integre a nuestro grupo de amigos empiezo a recibir un montón de mensajes de texto de ella. Aparte de ese pequeño problema, trato de verlos tanto como sea posible. Si llego a tener problemas serios, hay diferentes personas con las que puedo hablar. Uno de mis amigos más cercanos es probablemente la persona más emocional que conozco, así que trato de no discutir cualquier cosa profunda con él. Aunque él es una de las personas más graciosas que conozco, así que felizmente escapo de mis problemas si salgo con él”.
Miguel, 30 años
“Yo no fui la universidad, me fui directamente a un ambiente de trabajo donde conocí a un grupo de personas de mi misma edad, y aún sigo en contacto con algunos de ellos. Cuando tenía 25 años, siempre salía con mis amigos los fines de semana. En ese momento, sentía como si la fiesta nunca se fuera a terminar para mí. Pero conforme me acercaba a los treinta todo empezó a cambiar. La gente vive su vida de manera más individual y se dedican a construir su futuro y desarrollarse profesionalmente. Nadie tiene tiempo para divertirse. Sólo sigo viendo a unos cuantos amigos cercanos, pero si quiero hablar de algún problema serio o algo profundo lo hago con mi novia. De verdad me gustaría pasar más tiempo con mis viejos amigos, pero hoy en día si no soy yo el que está ocupado son ellos. Es difícil encontrar tiempo para vernos”.