Música

Por qué Princess Nokia es ahora más importante que nunca

“No estaba ni de lejos donde estoy ahora, pero recuerdo esas palabras”, dijo Destiny Frasqueri, haciendo una pausa durante un momento antes de pasar a recitar “Final Hour” de Lauryn Hill, donde la cantante da una merecida respuesta a todos los haters. “Y pensé: ‘esta será mi venganza’. Y todo el mundo se va a enterar”. El 15 de enero, DJ Nino Brown de Toronto y Thank You Kindly, una empresa de producción también de Toronto, organizaron un evento de Princess Nokia en dos partes en la ciudad. Durante la primera noche, la artista actuó para un público de fans que recitó cada una de las palabras de su último álbum, 1992, con ella en una perfecta armonía. Al día siguiente, se sentó con Anupa Mistry, la directora canadiense de la revista FADER para dar una charla informal y hablar sobre el sinfín de gente, experiencias y lugares que forman a Destiny, la mujer, y sostienen a Princess Nokia, la artista. Al terminar el turno de preguntas y respuestas, Princess Nokia tenía que descansar la voz antes de su inminente gira europea, pero se comprometió a quedarse por allí e invitó a todos los asistentes a que se pasaran a darle un apapacho. “Nunca olvidaré lo que algo así te hace sentir. Yo lo siento como algo nuevo cada vez”, dijo a un grupo de gente que se quedó asimilando sus palabras. En poco más de dos horas, Destiny se había ganado la fidelidad de todos los de la sala.

Princess Nokia no necesita presentación. Se identifica como bruja y “tomboy” (término en inglés que refiere a una chica que se viste y comporta como se espera de un hombre), una típica boricua de Nueva York, feminista, una chica queer cuya complejidad no es una carga sino un empoderamiento. Su podcast, Smart Girl Club Radio, nos descubre claramente quién es Princess Nokia como artista, mujer y amiga. En sus programas no hay más que un micro y reflexiones sobre su vida, que solo se ven interrumpidas cuando se dirige de vez en cuando al público con una ternura fraternal o se pone a recitar breves fragmentos de poesía original. En el último episodio, habló sobre sus logros del 2016, el mejor año y el más próspero de su vida. “¿Ves? Ella hace muchas cosas, tiene muchas caras. Ni siquiera tiene que hablar sobre eso… El poder para la gente y el poder para mi nómina”, acaba diciendo entre risas. Esta es la esencia de quién es: una hustler, un espíritu lleno de carisma y alguien que no se dedica a jugar ningún juego. La hemos conocido como Destiny Frasqueri, como Wavy Spice, y, finalmente, como Princess Nokia.

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Destiny apareció por primera vez en escena con “YAYA“, que presentó bajo el nombre de Wavy Spice. El tema es un viaje de dos minutos con una voz profunda, cantando medio en inglés y medio en taíno. Su vídeo muestra una foto fija de una mujer mirando fijamente a la cámara. Luego vino Metallic Butterfly a través de VICE Records, que incluía la cursilería de “Dragons“, y “Young Girls“, la maravillosa oda a las chicas y mujeres de su ‘casa’, tanto en la realidad como en su imaginación: una utopía alternativa. Honeysuckle de 2015 solo dio luz a un componente visual —”Apple Pie“, la descripción de Nokia de un vago amor de verano— pero también nos trajo “Brown Girl Blues“, un recuerdo sombrío de los fantasmas que siguen a la gente de color en los Estados Unidos. Desde su presentación, la narrativa de Princess Nokia nos ha mostrado su obsesión con afirmar. Su sinceridad hizo que no necesitara ninguna validación externa. Lo sacó todo ahí fuera para que el mundo lo viera, sin secretos. Y al no haber secretos, Nokia pudo saborear una liberación que, aunque no la liberó de las duras realidades del día a día, sí que le dio un espacio para crear un refugio creativo. Hizo lo que le salió del coño y tal y como le salió del coño. Lo mejor de todo es que, más a menudo que no, todo jugó a su favor.

Y haciendo todo esto, creó música que jugaba con ideas tradicionales de género y forma. En el mundo de Princess Nokia no hay reglas. Va pasando del canto al rap y del rap a recitar puramente hablando. Pero no ha sido hasta que llegó 1992 que todos sus proyectos se han ido acercando hasta conseguir cierta coherencia, y los temas empiezan a compartir la misma onda. También ha sido su tercer proyecto en tres años. “Cada año, me propongo crear una preciosa obra artística que es mi proyecto musical del año”, dijo Princess Nokia hablando de su proceso. “[ 1992] tuvo un inicio lento. Creaba una canción al mes, pero cada una de las canciones es una joya. […] Estas canciones son temas inspirados en Nueva York”.

En dos de los tres vídeos que acompañan a 1992, “Tomboy” y “Kitana”, vemos de fondo un paisaje urbano real; el Nueva York de los verdaderos neoyorquinos. Canchas de basquet, edificios marrones con ventanas abiertas a distintos niveles, pequeños negocios familiares, grupos de amigos caminando, en patineta, en coche, en bici. No suele estar sola, pero cuando lo está, normalmente desaparece la sonrisa de su cara, se echa el pelo por detrás de la oreja y sostiene un toque en la mano. “Me divierto con mis amigos, y no quiero que eso acabe”, grita en “Tomboy”. De golpe, la euforia desaparece cuando empieza “Kitana”, y sus labios se abren para revelar una mueca cruenta después de un inexplicable encuentro de box. En “Brujas”, todo ha cambiado. Aparece depurada, vestida con lino blanco metida hasta la pantorrilla en un lago poco profundo, invocando el nombre de Yemaya, una diosa del agua según la tradicional religión Yoruba. Con la misma rapidez, la escena vuelve a cambiar y ahora se encuentra en un bosque, con el suelo perforado. Y luego está a los pies de un complejo de edificios con tres mujeres negras a cada lado, cantando una regla sagrada: no te metas con mi energía. “Cuando lo hago, le meto todo”, confiesa en Smart Girl Club. “Este es mi testamento como Princess Nokia y como artista. 1992 liberó mi alma”. (Nota al margen: ¿quién además de Princess Nokia podría entrevistarse a sí mismx sobre su propio trabajo? Icónico).

Según Princess Nokia, el poder está en las comunidades, y ella forma parte de muchas. Saluda a Harlem, a su familia de origen taíno, yoruba y boricua, a las chicas del barrio, a las comunidades queer que le ayudaron a crecer cuando tenía 11 años, nada más que una niña que conseguía colarse en concursos de vogue en el club. De muchas formas, —algunas de las cuales conocemos y otras las mantendrá en secreto para siempre— la gente de Destiny la mantuvieron viva cuando la muerte estaba a punto de llamar a su puerta. Con 1992 y el retorno de Smart Girl Club Radio, se está encontrando en un lugar que ya no requiere explicación alguna sobre su existencia o continua supervivencia. Destiny sabe quién es Destiny, y es hora de que el resto nos pongamos al día.