Las "Celebridades Callejeras" de Bogotá

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Las "Celebridades Callejeras" de Bogotá

Este es un recorrido desde la Plaza de Bolívar hasta la calle 127, de Bogotá, haciendo un recuento de las 15 "Celebridades Callejeras" más reconocidas. ¿Te ha tocado alguna?

Tal y como los "Locos del 40" fueron parte fundamental de la identidad bogotana en el siglo pasado, "Celebridades Callejeras" es una iniciativa para reconocer las figuras populares más representativas de la Bogotá del siglo XXI. Cada pueblo tiene su personaje. Bogotá tiene a varios. VICE seleccionó a los 15 más característicos en un recorrido lineal desde la Plaza de Bolívar hasta la calle127.  El historiador:

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Nacido en El Cartucho luego de que su mamá lo abandonara, Carlos Julio Rodríguez es drogadicto desde los 9 años, aprendió a leer a los 11 y se dedicó a leer libros que encontraba en la basura: El Perfume, de Patrick Süskind, Así habló Zaratustra de Friedrich Nietzsche, La divina comedia de Dante, entre otros. La Plaza de Bolívar es su hábitat: allí está justo ahora, caminando con su bastón decorado con muñecos y simbolismo, recitando un monólogo urbano o hablando de su literatura favorita. El loco de la banderita:

Banderita o Radioloco es así de legendario: su foto hace parte de la cápsula del tiempo que se abrirá en el año 2110, conmemorando los 300 años de la Independencia de Colombia. Jhon Frady Gómez adoptó la banderita en el Mundial de 1994 para hacerse conocer en la calle. Además tiene una grabadora con la que camina y toca música de despecho, a todo volumen, para que la gente sepa quién es. Arte literalmente callejero:

Yurbaco Laverde tiene como lienzo todo el sector peatonal de la Carrera Séptima. Sus murales de gran formato se han vuelto emblemáticos y anónimos. Le gusta hacer representaciones de grandes obras de arte y retratos importantes, pero sabe de sobra que cuando está corto de plata lo que más da propina son las imágenes religiosas. Antonio Jesús y los perros recicladores:

Los perros son la diferencia. Son los personajes centrales de la historia: ellos entran a unos almacenes para reclamar cajas de cartón, les hincan los dientes para aplanarlas, y luego las añaden a la pila que Antonio Jesús prepara en la calle. Son famosos, también, por asustar a cualquiera que ande montado en un aparato que funcione sobre ruedas. El general de la paz:

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El General SanDúa lucha por la igualdad, la tolerancia, la justicia y el progreso. A sus 87 años, Aníbal Muñóz echa pestes sobre políticos como el Santo Demonio y Uribe Balas, pero no le caben palabras para elogiar a otros como Gustavo Petro, Piedad Córdoba e Iván Cepeda. Según la descripción que hace de sí mismo, es un general de la paz bajo el mando de las leyes de Cristo y su alter ego militar no lo abandona nunca. El vendedor de capitales mundiales:

Gustavo Hernández está dispuesto a regalar toda su mercancía a cambio de una sola cosa: que el comprador sea capaz de ganarle un concurso de capitales del mundo. Se para al lado de la estatua de La Pola en la Universidad de los Andes, donde les hace el cuestionario a estudiantes y profesores: cuenta con satisfacción que le han ganado solo un par de veces. Es un ícono de la universidad. Es una frustración. "Doctor" Alirio:

Alirio es el máximo javeriano. Hace 20 años era paciente del San Ignacio, o por lo menos eso cuentan algunos. Otros, que era estudiante de medicina y que alguna droga le dañó el cerebro. Lo cierto es que padece de un retraso mental y es sordomudo. No le importa mucho: aprendió a llegar solo desde su casa en Kennedy hasta la Javeriana. Alirio golpea a la gente: esa es su forma de hacerse presente. La tejedora de soledades:

Maria Soledad teje toda su ropa a partir de bolsas de plástico y lana. Varias cosas son lo que la han hecho famosa: llevar los pies descalsos, usar el pelo negro con contadas canas, tener un rostro arrugado y cargar talegos gigantes llenos de vestidos con diseño colonial. Sus palabras enrevesadas:"de esta vida aquí desenvuelta y envolviendo otra vez en un ser que estaba como en un mundo desenvuelto del mundo real, de las raíces, de la vida, de la familia, del despertar, de las mañanas, como las mañanas, como los inviernos, y los terrores y los horrores y las contrariedades y las conclusiones, los recogimientos y toda la vuelta del mundo". Antonio no es un basurero:

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"¿Usted es la prepago que pedí?", me dijo Toñito (o Francisco Antonio Zea Restrepo Escobar Restrepo Campuzano Echeverri), el dueño del Museo de la Basura ubicado en el barrio de La Soledad el día que entré por su puerta. Toñito es sucio, tiene unas gafas rotas puestas al revés y rastas en la barba. Dice que reencarnó, no sabe cómo, pero por cuenta de un misterio similar al de la Santísima Trinidad. Cuenta que su casa es una instalación artística en proceso que protesta en contra del capitalismo y el consumismo al que este lleva. "Así está el mundo", se lee a la entrada. El famoso John:

John es una diva. Apenas llegué, me preguntó que de cuál medio venía para entrevistarlo. Su sueño es ser actor de cine y teatro. Esto llevó a que durante años, mientras reciclaba basura, pudiera recoger ciertos objetos invaluables para su vida diaria: antifaces, zapatos dorados, pantalones de colores, guantes de cuero, gafas gigantes, orejas de peluche y otros hacen parte de su vestuario. Un buen día el periodista Fernando Cano empezó a sacarle fotos cuando lo descubrió cuidando carros en frente de Casa Cano, sobre la 69 con novena: John, al menos imágenes de él, llegaron al Museo de Arte Moderno de Bogotá. El abuelo de las palomas:

En la calle 72 con carrera novena está su cambuche: un colchón, un closet y un arrume de botellas vacías lo conforman. El Abuelo balbucea, se ríe, hace chistes. Es famoso por hacer de las palomas su familia cercana. Tan es así, que no duda en alimentarlas como lo hacen las mamás con los pichones: pasándoles la comida de pico a pico. El violinista ensordecido:

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Después de haberse graduado de música en Venezuela, Jesús Peñaranda se escapó a Estados Unidos y consiguió varios trabajos que apenas le daban para sobrevivir. Después de un grave ataque al corazón, decidió volver a Colombia a trabajar: todos los días madruga a tocar violín en la calle 72 con décima para ganarse una bicoca de veinte mil pesos al día. Lee sobre astrología en las noches. El atraco artístico:

"Quédese quieto porque esto es un asalto artesanal", le dice Ángelo a cualquier ciudadano mientras le apunta al cráneo con su ametralladora de manillas. Hace 17 años repite el mismo discurso en la plaza de Usaquén y la gente ya se lo sabe de memoria. Es un niño rebelde que se escapó de su casa a los 11 años para empezar a viajar por América Latina y vivir por su propia cuenta. Aprendió a hacer artesanías con las tribus indígenas que lo aceptaron. El show de Pili II:

Onofre es parte fundamental de Usaquén un fin de semana. Sus perros saltan, hacen maniobras, y luego pasan con sus canastas para recibir las debidas recompensas. Pili fue la perrita que salvó a Onofre de la drogadicción y que lo acompañó durante años en El Cartucho. Es gracias a ella que Onofre pudo recuperarse y dedicarle su vida a rescatar perros y a entrenarlos. De la 127 al éxito:

Kenny es un paisa que encontró su destino en el reggeaton. Empezó lavando parabrisas de carro para ahorrar lo suficiente y lanzar su primer sencillo. Luego lo vendió en ese mismo semáforo de la calle 127, frente al hosital Reina Sofía. En este punto conoció a su sponsor, el harto célebre Jota Mario, que lo llevó a Muy Buenos Días. Su disco se llama "De la calle al éxito". Ya no lava parabrisas sino que vende su obra. "Celebridades Callejeras" es un libro con las historias completas y fotografías de todos estos personajes. Puedes contactar a la autora para una copia del libro o seguirla en Instagram