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Elecciones 2016

¿Y si Otegi es el presidente de mi mesa electoral?

Desde la cárcel de Logroño, el que fuera líder abertzale asegura en su Twitter que el 20D le toca trabajar. El sistema electoral hace aguas de nuevo.

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"Me ha tocado de presidente de mesa el 20D. Una cosa es que tuitee desde la cárcel, pero esto…". Es el mensaje que publicó en su cuenta de Twitter Arnaldo Otegi, desde la prisión de Logroño en la que 'reside'. Según cuenta el que fuera secretario general de Sortu, le ha tocado ejercer su deber electoral y ha sido elegido como presidente de mesa en Elgoibar (en Gipuzkoa, su localidad natal). Le ha tocado, así se lo han comunicado a través de una notificación oficial, como nos puede tocar a nosotros. Pero no creemos que le den permiso en la cárcel para participar en la fiesta de la democracia. No tiene pinta. Pero tampoco pinta bien el sistema, algo parece que está fallando.

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Esta semana, justamente, el Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo tiene que decir algo sobre el recurso que los abogados del político vasco presentaron, y que trata de recurrir la sentencia que le obliga a estar en prisión hasta la próxima primavera. Hasta que pasen los 6 años que comenzó a cumplir en 2009. Por lo visto, la Junta Electoral Central o quién sea no tiene muy en cuenta qué ciudadanos están libres y cuáles no. Y a Arnaldo le ha tocado. Hace unos días, veíamos cómo Fermín Muguruza (Kortatu, Negu Gorriak y muchas más cosas) viajó hasta Dublín para pedir su liberación. Se hizo una foto con Gerry Adams y participó en un acto con otras personalidades en el Parlamento para que se revise la causa y también para pedir el acercamiento del resto de presos de ETA a su tierra. Este movimiento de Free Otegi lleva en marcha desde principio de año.

Ahora, el que apoyara a la banda terrorista ETA (al menos así lo dicen los tribunales que le han condenado) vuelve a ser actualidad. Primero, nos encanta que utilice las redes sociales desde la prisión y también nos ha sorprendido mucho su elección, siempre que ésta sea verdad y no un movimiento estratégico de marketing 2.0. Que revisando su Twitter todo puede ser. Porque se ve que lo de las redes sociales se le da bien y que les sabe sacar un buen partido. Opta a candidato a influencer entre rejas. Pero su caso a lo que nos lleva de verdad es a pensar en nuestro sistema electoral. Que, como ya vimos en las últimas municipales, parece más bien chapucero.

En una oficina de correos alguien, una ciudadana concienciada, grabó un vídeo en el que se podía ver a una funcionaria aceptando un buen puñado de sobres (con votos) cuando en teoría solo se puede entregar uno por persona. Un descojone electoral en toda regla y un pucherazo de los de toda la vida. Encima, tuvo que aguantar que los que violaban las normas se pusieran chulitos. Así somos por aquí.

Luego está el tema de votar desde el extranjero. La quimera de votar desde el extranjero, porque para hacerlo no es suficiente con querer, también hay que pedirlo, casi suplicarlo. El PP y el PSOE se inventaron en 2010 una figura que se llama 'voto rogado', gracias a la cual menos del 5% de los censados fuera del país consigue que su papeleta llegue de vuelta a casa. Algo que beneficia claramente a los dos partidos (hasta ahora) mayoritarios, a la vista de la intención de voto de los españoles 'extranjeros'. Otro tanto pasa con el tema de pedir el voto por correo dentro de nuestras fronteras, un auténtico follón, que, además, se presta mucho a las demostraciones de picaresca.

El último delirio electoral (y lo que nos queda por ver) también lo hemos descubierto en Twitter, justo al mismo tiempo que surgía el 'caso Otegi'. La red social ha decidido poner en circulación emojis con los logos de los partidos políticos, para que la gente le pueda dar bombo a sus preferencias ideológicas, presumir y meterse con lo que opina su vecino. Es curioso ver los comentarios, se habían olvidado de algunos como Vox o Falange. Pero ahí están los de UpyD que fundó Rosa Díez y que parece más un cadáver que un partido político. Mientras esperamos a ver si lo de Otegi es verdad.