Un club para cazar ratas en Nueva York

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Un club para cazar ratas en Nueva York

Hace un par de semanas pasé la noche con Ryders Alley Trencherfed Society (R.A.T.S.), un club de caza urbano que se dedica a atrapar ratas por diversión.

Matt Combs, estudiante de posgrado y asistente de investigación en la Universidad de Fordham, en Nueva York, está distribuyendo en el metro panfletos con un resumen esquemático de la investigación que realizó sobre la población de ratas de Manhattan. Me cuenta que son muy numerosas, pese a que no hay suficientes estudios que lo demuestren. Circula una teoría según la cual existe el mismo número de ratas que de habitantes en la ciudad de Nueva York (8,4 millones). Según un estudio reciente, basado en un análisis estadístico de capturas y de llamadas telefónicas advirtiendo de su presencia, la población actual de ratas en la Gran Manzana es de cerca de 2 millones de ejemplares .

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Combs utiliza parte de esta información para determinar la densidad de la población y planear su muestreo en función de los resultados, pero su principal interés se centra en otro aspecto. "El objetivo de nuestra investigación es entender cómo sobreviven las ratas en este ambiente, lo que les beneficia y lo que les perjudica, así como la forma en que se desplazan en esta matriz urbana llamada Manhattan", explica Combs.

Nueva York es un área de especial interés para realizar estudios sobre ratas, hasta el punto de que estas criaturas tienen su propia página en Wikipedia. "La ciudad es un nuevo ecosistema para la vida silvestre, con un paisaje físico único y presiones selectivas que dependen del desarrollo y el estilo de vida de los humanos", explica Combs.

Los científicos de Fordham observan los patrones de conectividad genética entre el ADN de ratas de distintos lugares de la ciudad para tratar de desarrollar "mecanismos para entender la influencia de factores físicos, como los túneles del metro y los parques, así como las variables del paisaje inducidas por la sociedad, como la media de ingresos y la densidad de la población humana".

Para ello, Combs y su empresa pasaron la mayor parte del verano recolectando muestras de las trampas que colocaron por toda la ciudad. Con el transcurso del tiempo, Combs desarrolló un método de captura que era, entre de otras cosas, más eficiente.

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Os presento R.A.T.S., o Ryders Alley Trencherfed Society, un nombre acuñado por su organizador, Richard Reynolds, un hombre al que aún no conozco, pero pronto lo haré gracias a Combs. Nos dirigiremos a Tompkins Square Park con un grupo de perros terrier propiedad de Reynolds y sus compañeros de R.A.T.S.

Richard Reynolds

Al hablar sobre la población de las ratas, Raynolds prefiere responder de forma ambigua con un simple "No sé", porque no le interesa lo más mínimo hablar de "estadísticas calculadas por tarados". Él es esa clase de hombres que discute los temas con indiferencia y con una franqueza tan cómica que hasta parece un erudito. Sabe que probablemente los resultados de la investigación basada en las llamadas al 311 no sean correctos debido a los factores socioeconómicos que influyen en la frecuencia con que los habitantes llaman al 311 para solicitar asistencia para exterminar alguna plaga de ratones en el hogar.

El American Kennel Club le otorgó a Combs autoridad para ser juez en concursos de perros; asimismo, es miembro de la asociación Masters of Foxhounds, dedicada a la crianza y protección de sabuesos, tiene seis perros que cuentan con una certificación de caza de roedores emitida por la institución American Working Terrier Association y además es socio mayoritario en una firma de consultoría e investigación financiera, es decir, es un detective privado que persigue a delincuentes de cuello blanco. Y en noches como esta, le encanta salir a cazar ratas con perros.

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Con esos antecedentes, no es raro que le interese un pasatiempo tan excéntrico. Es un criador de perros al que le apasiona la caza. A su edad, y considerando que vive en Nueva Jersey, es mucho más lógico sacar a sus perros terrier a cazar por la ciudad que subirse a lomos de un caballo y pasar todo el día persiguiendo sabuesos que persiguen zorros.

Además, cazar ratas es mucho menos burgués y mola mucho más que cazar zorros. Así se evita los lloriqueos moralistas de los humanos. Pese a que la caza del zorro es un pasatiempo mucho más extendido, no tiene demasiada aceptación social porque solemos tener a estos animales en mayor estima que a las ratas, incluso aunque se supone que ningún zorro debe morir durante la caza.

La caza de ratas, sin embargo, es juego limpio. Sobre todo para R.A.T.S. y su jauría de perros criados específicamente para aliviarnos de las "alimañas". Reynolds dice que a veces deja que sus perros —como Catcher, el Bedlington terrier que ha traído esta noche— mastiquen ratas congeladas cuando aún son cachorros para que desarrollen un gusto especial por ese sabor. O si no, cuando compra cachorros, espera hasta que tengan dos años de edad, momento en el que empiezan a mostrar su predisposición genética para esta tarea.

El Bedlington terrier es hábil tanto para rastrear las ratas hasta sus refugios subterráneos como para cazarlas. Los otros dos perros que nos acompañan esta noche son Paco, una raza muy apropiada para perseguir las ratas que previamente han espantado los terrier, un westy, un border terrier, y un perro salchicha.

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Su comportamiento predador es adorable y, de hecho, hasta la matanza resulta enternecedora. En cuestión de horas, el grupo logró cazar seis ratas, cuatro de las cuales fueron capturadas por el westy (haciendo honor a su acertado nombre, Hunter. Cuando atrapan a una rata, los perros juegan un rato con ella como si fuera un par de calcetines sucios hasta que la sueltan para que Combs la recoja (con unos guantes), la mida, tome algunas muestras y la tire en un cubo de basura cercano.

Mientras Combs pesaba dos ratas y les arrancaba la cola para hacer pruebas de ADN —por cierto, una de las capturas sumaba el espécimen número doscientos—, hubo un momento en que Catcher recogió otra del suelo y la puso frente a mis pies. Uno de los ojos del animal colgaba como en las películas de terror, unido a la cabeza por una tira de tejido musculoso. La escena era tan asquerosa que tuve que apartar la vista.

Como era de esperar, nuestro equipo era un espectáculo para los transeúntes. Y el equipo de R.A.T.S. disfruta la atención tanto como sus perros. Siempre describen con orgullo su misión, en especial porque nadie se opone a lo que hacen. En vez de eso, preguntan cosas como: "¿Qué hacéis con las ratas muertas?" o "¿No enferman los perros?" o "¡Qué bien que hagáis esto!"

Y si a algún transeúnte le interesa unirse, Reynolds dice que "todos son bienvenidos". Pero si el invitado o su perro no cazan bien, no se les vuelve a invitar. Lo único que perjudica a R.A.T.S. es la falta de organización de los cazadores. Aunque generalmente se requiere una licencia para cualquier actividad de caza, técnicamente no están haciendo nada ilegal. Además, la policía siempre está dispuesta a guiar al grupo hacia la dirección correcta.

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No importa cuál sea la población actual, no cabe duda de que las ratas son una amenaza importante y han proliferado en áreas con población densa, lugares en los que precisamente son menos son bienvenidas. Esta es una de las razones por las que la investigación de Combs es tan interesante, porque pone en evidencia cómo las ratas logran sobrevivir e incrementar su población rápidamente pese a los intentos del ser humano por frenarlo. Crecen tanto que cada vez que una persona ve una rata, asegura que es la más grande que ha visto en toda su vida.

Conforme avanza la noche, los miembros de R.A.T.S. se dispersan y se dirigen a sus hogares. En el momento de la despedida, Reynolds y Bill Reyna, el entrenador de Paco, profesan su "gran respeto" por las ratas como si fueran dos personajes omniscientes de una novela de Faulkner.

Las actividades de R.A.T.S no afectan a la vida de las ratas en la ciudad; el equipo no está tratando de eliminar a los roedores porque entonces no tendrían qué cazar. En vez de eso, lo que tratan de hacer con la investigación de Combs y las bases que están sentando para caza urbana con perros es ayudarnos a entender mejor cómo los genes de ambos animales intervienen en el funcionamiento de sistemas ecológicamente únicos.