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Cultură

Lo que siempre quisiste saber de una persona en silla de ruedas y nunca te has atrevido a preguntar

Antonio Centeno va en silla de ruedas pero se niega a que le consideren un discapacitado. En su documental 'Yes we fuck', refleja como viven su sexualidad las personas con diversidad funcional.

Conocí a Antonio Centeno en el Salón Erótico de Barcelona justo antes de que una trabajadora sexual eyaculara encima de nosotros. Fue una bonita forma de romper el hielo.

Él venía a presentar el documental Yes We Fuck, un proyecto que pretende hablar de sexo entre personas con movilidad reducida para romper los complejos, los estigmas y los prejuicios de nuestra sociedad.

Precisamente de sexo es de lo que empezamos a hablar.

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VICE: Mucha gente se pregunta si a todos los que vais en silla de ruedas os funciona el pene.
Antonio: Hay de todo. Lo más interesante de la pregunta es pensar por qué nos la formulamos. Podríamos darle la vuelta al tema y plantearnos que las cuestiones de sexualidad están bastante mal resueltas para todo el mundo.

Lo que te da la diversidad funcional es que puedes repensar las cosas desde otro punto de vista. Te invita a pensar que la sexualidad no gira entorno a un ejercicio gimnástico, sino que es mucho más amplia, puede ser mucho más rica y por supuesto el pene puede jugar su papel pero no tiene por qué ser el centro del universo. Ese pensamiento abre las puertas no solo a las personas con diversidad funcional sino también a las demás.

¿Es sencillo practicar sexo con alguien que tenga la movilidad reducida?
Es sencillo o complicado según la actitud con la que te acerques a ello. Tiene una parte complicada por las barreras sociales y psicológicas que hay, sobre todo por miedo al "contagio de lo raro". Solemos creer que si me acuesto con alguien raro es que yo también me convierto en alguien muy extraño.

Pero también es un buen ejercicio para salir de los privilegios de la zona de confort. Cuesta vivir experiencias fuera de esta supuesta normalidad y más cuando la mirada social tiende a asexuar a las personas con diversidad funcional.

Luego hay una parte muy sencilla: como no estás obligado a cumplir con lo que está estipulado en una relaciónmade in Hollywood las sensaciones y el movimiento son de otra manera. Sientes y vives lo que quieres y no lo que desde fuera te dicen que tienes que vivir.

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¿Qué es más fácil para ti? ¿Que tu pareja sexual o sentimental vaya o no vaya en silla de ruedas?
Mi experiencia es que mis parejas, novias o amantes nunca han tenido diversidad funcional. No sé darte una respuesta general, supongo que para cada uno es diferente.

Lo que sí es cierto es que cuanto más igual eres a alguien más sencillo es ponerte en el lugar del otro, entenderte y coincidir. Por otro lado, la diferencia es un motor en cualquier pareja, por lo que tanto si es física como psíquica acaba enriqueciéndote.

También hay que tener en cuenta la parte logística: en este mundo que está tan mal pensado solo se tiene en cuenta las personas con un tipo de normalidad.

El trailer de su documental 'Yes we fuck'

¿Te molesta que te llamen discapacitado o minusválido?
Creo que es una manera fea de mirar a una persona y de definirla por aquello que pensamos que no puede hacer. Además, este término no describe bien la realidad. Poner etiquetas a la gente no me convence para nada: tengo una que pone que soy licenciado en matemáticas y otra que dice que tengo una discapacidad del cien por cien.

Esa manera de mirar la realidad, aparte de ser faltona, parece ser contradictoria: ¿Qué soy? ¿Licenciado en matemáticas o discapacitado al cien por cien? Es por ello que a nosotros nos gusta utilizar otra terminología, la de persona con diversidad funcional.

No es por un tema de corrección política, sino para cambiar el eje de pensamiento. Las capacidades no dependen solo de las personas, sino también del medio social en el que la gente se desenvuelve. Al final esa normalidad es ficticia: todos somos diferentes y por eso nos interesa situar el foco sobre la diversidad humana. No hay solo una manera de hacer las cosas. Un claro ejemplo es la accesibilidad arquitectónica, que beneficia a todo el mundo.

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¿Cómo te quedaste en silla de ruedas? ¿Fue difícil enfrentarse a la situación?
Cuando tenía trece años tuve un accidente deportivo en una piscina. Cuando te ocurre una cosa así lo primero que sientes es miedo, porque las referencias culturales que tenemos son todas muy negativas sobre lo que tiene que ver con la diversidad funcional. Además no sabes cómo va a ser tu vida a partir de allí.

Hay un mundo hostil a tu manera de hacer, un universo que está pensado solo para una manera de hacer las cosas (tienes que caminar, tienes que hacer tus actividades cotidianas sin el apoyo de nadie…). Y todo lo que se sale de ahí suele ser bastante dificultoso. La sociedad no está preparada para otra manera de hacer. A nivel físico, el urbanismo o la movilidad están pensados solo para un tipo de cuerpo.

Hay gente que prefiere morir antes de quedarse en silla de ruedas. ¿Qué les dirías?
Precisamente un tiempo antes de mi accidente un familiar tuvo una lesión parecida a la mía y había llegado a pensar que si me pasase algo similar preferiría morir. Les diría que yo también lo pensé un día, pero eso se piensa desde un prisma incorrecto, teniendo en cuenta los referentes culturales que nos inculcan.

Una vez estás en esta situación vital la verdad es que la vida siempre ofrece posibilidades y vas encontrando el camino de manera improvisada. Lo bueno es que tú te tienes que escribir tu guión de vida. Es complicado pero da lugar a cosas verdaderamente interesantes. Mucha gente se ve obligada a seguir un guión casi imposible de seguir. Esa radicalidad de la diversidad funcional te da la oportunidad de que te construyas tu propio guión.

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¿Crees que es cruel pensar que romperías con tu pareja si se quedase en silla de ruedas?
Cada situación debe ser distinta, pero a la vez creo que esas decisiones van ligadas al discurso que se da sobre la diversidad funcional. Cuando se explica como algo terrible y trágico que te sucede, como una infravida y una ciudadanía de segunda es lógico que puedas llegar a entenderlo, porque no hay otro discurso aparte de este. Lógicamente nadie se quiere encontrar ante este panorama descrito.

Sin embargo, la realidad es más compleja. Es una situación que también ofrece oportunidades y cuando hablas con personas que tienen diversidad funcional no encuentras a gente más infeliz que el resto de la población. Este hecho te da unas posibilidades insospechadas que nunca podrías llegar a imaginar en nuestro marco cultural. Yo intento vivir de una manera plena y feliz, aunque sea de un modo diferente.

¿Por qué crees que hay tanta gente que os mira con lástima? ¿Qué piensas cuando eso ocurre?
No lo veo como algo personal. Creo que las personas que me conocen no me miran con lástima. De otras muchas maneras sí, pero con lástima no. Si alguien que no me conoce me mira así pienso que no es esa persona la que me está mirando, sino un mundo que se ha creído un relato trágico sobre la diversidad funcional.

¿Todas las personas con diversidad funcional tenéis lo del síndrome fantasma en vuestras piernas? ¿Sois capaces de notarlas aunque no tengáis movilidad?
Cada tipo de lesión es distinta y también cada persona. No hay un relato sencillo y general para cada situación.

¿Qué es lo mejor y lo peor de estar en silla de ruedas?
Lo mejor es que tienes casi la obligación de repensarte a ti mismo como persona, tu relación con tu cuerpo y con los demás. Tienes que construirte tu propia manera de relacionarte y eso es muy bueno para tu crecimiento interior.

Lo peor es que tienes que relacionarte con un mundo que no está pensado para tu manera de ser y de hacer las cosas. Eso implica que tu día a día pueda ser muy agotador, porque tienes que dedicar tiempo y energía en cosas tan simples como levantarte y acostarte.