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Cultură

Este hombre trabaja viendo cómo follan los animales

Se especializó en el tema después de ver a un pájaro haciéndolo con otro que acababa de morir.

Hay un programa de televisión en Holanda llamado Vroege Vogels (o "madrugadores") que lleva años proporcionando resúmenes semanales de avistamientos de la naturaleza por todo el país. En su mayor parte es un programa bastante inocente que puede verse en familia, pero durante un segmento el pasado mes de marzo el programa mostró a un reyezuelo ―el pájaro más diminuto de Europa― follándose a otro reyezuelo. Ah, por cierto, el otro pájaro estaba muerto.

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Solo esto ya habría resultado bastante impactante, pero lo que resultó más extraño es que Vroege Vogels contaba con un especialista en la materia a quien llamaron para que examinara la grabación. Su nombre es Kees Moeliker.

"Los productores del programa me llamaron un sábado por la mañana, a la hora del desayuno, y me dijeron '¡Esto te va a interesar!'", explicó Moeliker a VICE. "Estaba deseando verlo. Inmediatamente confirmé que se trataba de un caso claro de necrofilia aviar".

Tortugas dándole al tema. Foto vía Wikimedia Commons

Los conocimientos y la experiencia de Moeliker se remontan a 1995, cuando estando un día en su oficina del Museo de Historia Natural de Róterdam, donde trabajaba como director, vio a un ánade real estamparse contra el edificio de cristal en pleno vuelo. El pájaro cayó al suelo y, momentos después, un segundo ánade empezó a aparearse con el animal muerto ahí mismo.

Moeliker tomó lápiz y papel y comenzó a documentar aquel folleteo anal durante la siguiente hora y cuarto, hasta que la decencia y el sentido común le obligaron a intervenir.

El informe resultante, "El primer caso de necrofilia homosexual en el ánade Anas platyrhynchos", que se publicó en 2001, tuvo muy poca repercusión hasta que lo leyeron los organizadores del Premio Ig Nobel, que se otorga a las investigaciones más improbables. Los Premios Ig Nobel son una parodia del Nobel que ofrecen galardones a los logros que "en primer lugar te hacen reír, pero luego te hacen pensar" (entre los galardonados del año pasado se encuentra un científico que se expuso a la picadura de varias abejas en 25 lugares diferentes de su cuerpo para determinar cuál era más dolorosa. La ceremonia de entrega de premios de este año se celebra a finales de septiembre).

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Kees Moeliker, "El Tío del Pato", en el Museo de Historia Natural de Róterdam. Foto vía Wikimedia Commons

Moeliker recibió un Ig Nobel en 2003 y aquello le granjeó la atención de los medios, un TED Talk y la reputación de ser el mayor especialista de facto en necrofilia animal a nivel mundial.

"Después de aquello la gente empezó a enviarme sus observaciones y, como nadie más estaba estudiando este tipo de comportamientos, yo me convertí en el mayor experto. ¡En el país de los ciegos, el tuerto es el rey!".

Los archivos de Moeliker contienen ahora unos 60 casos fidedignamente documentados de necrofilia animal, que incluyen 41 especies de pájaros, mamíferos, reptiles y anfibios, así como lo que según Moeliker es el único caso conocido de "osteofilia": una tortuga fue vista copulando con una concha vacía en Azerbaiyán en 2014.

Pero sus hallazgos no son sino la punta del iceberg en lo que al sexo friki entre animales se refiere. Aparte de la necrofilia, se han detectado muchas otras parafilias en el mundo salvaje. Se han observado casos de zoofilia, o sexo entre distintas especies, entre focas antárticas y pingüinos rey y también entre delfines y marsopas (en ambos casos contra la voluntad del animal de menor tamaño). Se sabe que muchos primates practican el incesto, que las hembras del murciélago grande de herradura comparten compañeros sexuales con sus madres y que los bonobos, que al parecer emplean el sexo como una especie de cemento social, practican el sexo todas las formas posibles. Y detrás de cada caso de sexo extraño entre animales hay un investigador observando diligentemente cómo se produce.

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Estos comportamientos sexuales desviados en los animales no se empezaron a poner bajo el microscopio en el ámbito de la ciencia general hasta hace un par de décadas. Antes de eso también se producían, pero siempre se habían silenciado. Moeliker, por ejemplo, pospuso la publicación de su ensayo durante seis años porque "cuando buscaba en los registros académicos no había ninguna referencia a este comportamiento".

De hecho, aunque los científicos llevan al menos un siglo documentando la necrofilia animal, sus investigaciones rara vez se han publicado y cuando se ha hecho, se han publicado de manera que pasaran desapercibidas.

El ornitólogo norteamericano Robert W. Dickerman, por ejemplo, escribió un ensayo en 1960 que se publicó en el Journal of Mammalogy (Diario de la investigación de los mamíferos) basado en su observación de comportamientos de necrofilia homosexual entre dos marmotas. Temeroso de que su informe fuera rechazado si describía abiertamente el acto, Dickerman acuñó el eufemismo "comportamiento daviano" para referirse a lo que estaba teniendo lugar.

Otro reto al que se enfrentan los científicos a la hora de documentar y analizar los comportamientos sexuales de los animales es evitar emitir juicios desde el punto de vista humano. Por ejemplo, el principio de placer de los bonobos se extiende hasta incluir comportamientos que nosotros, como humanos, calificaríamos de incesto y pedofilia. Y se sabe que los orangutanes macho muchas veces obligan a las hembras a copular, lo cual resulta difícil no considerar una violación.

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La tentación de observar la naturaleza a través del prisma de nuestros propios valores es tanto seductor como gratificante, afirmó Harriet Ritvo, profesora de historia natural en el MIT "porque la naturaleza es como la Biblia: puedes encontrar lo que quieras en ella".

Ritvo ofreció el ejemplo de unos primatólogos que estudiaron a las sociedades de los mandriles en la década de 1950. "Utilizaron el hecho de que hubiera machos dominantes que poseían un harén como argumento para apoyar la dinámica convencional de poder dentro de las familias, los roles de género, etc.", explicó a VICE.

Pero un par de décadas más tarde, cuando un equipo de mujeres primatólogas estudió a aquellos mismos mandriles, descubrieron que "si se observa a las hembras y no a los machos, existe una jerarquía femenina que resulta más importante", afirmó Ritvo. "Depende completamente de quién realiza la observación y hacia dónde dirige su atención".

Incluso aunque podamos aceptar que el reino animal es tan sexualmente diverso como las sociedades humanas, nos resulta imposible afirmar con certeza qué significa ninguno de esos comportamientos sin conocer las intenciones de los animales.

"Hay un problema a la hora de aplicar esos términos a las personas en el sentido de que se trazan límites y se establecen categorías que podrían parecer más rígidos de lo que son en realidad", indicó Ritvo. "Pero si pensamos que los animales están menos cohibidos y condicionados que los humanos, una de las preguntas que debemos formularnos es: ¿estamos seguros de saber qué tienen los animales en la cabeza? Los animales poseen un rango de expresividad mucho más restringido que los humanos y solo porque parezca otra cosa no significa que tenga que ser exactamente eso".

Por su parte, Moeliker está bastante seguro de que su ánade real no era ningún necrófilo.

"Tiene que ser una muerte dramática, el animal debe haber muerto en la misma postura que adoptaría para copular y debe ser una muerte reciente, porque es imprescindible que siga habiendo hormonas circulando por el cuerpo", explicó. "No tiene nada que ver con los necrófilos humanos, que buscan tener sexo con un cuerpo que no se resista y que no ofrezca respuesta alguna, y que con frecuencia suelen ser asesinos en serie. Nunca he encontrado un pato con esas características".

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