Desde gente que roba mascarillas, hasta asaltos a supermercados, la semana pasada el coronavirus puso al descubierto la ineptitud mundial a la hora de reaccionar racionalmente ante lo desconocido. La rápida difusión de noticias falsas a través de redes sociales como WhatsApp y los medios sensacionalistas tampoco ayudan a sosegar el ambiente de pánico generalizado.
A pesar de que los líderes mundiales instan a mantener la calma, en el norte de Italia, los supermercados se han quedado sin existencias ante las ingentes masas de clientes que acudían a comprar suministros. En otros lugares del mundo, se ha agotado el papel higiénico, como en China o incluso Australia, y ahora algunos estafadores intentan revender paquetes a precios astronómicos. Pero lo que más preocupa es la gente que acumula mascarillas y medicinas, aunque algunas farmacéuticas ya han avisado de que se están acabando las existencias. Como llevo días viendo a la gente volverse completamente loca, parece un buen momento para hablar con alguien que lleva años preparándose para esto.
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Los preparacionistas son un grupo de personas que se prepara para eventos catastróficos y el colapso de la sociedad moderna. “Todo viene de la preocupación racional, no paranoica, de que algo salga mal y se suspendan todos los servicios temporalmente”, dice Giulio, un entrenador de senderismo que se volvió preparacionista hace dos años.
Giulio tiene provisiones para diez días. Ha preparado una mochila con un panel solar plegable, baterías, un hornillo de gas (con suficientes bombonas), una botella de agua con filtro, un botiquín de primeros auxilios y más. Pero cuando le pregunto si el coronavirus ha afectado en algo a su vida diaria, dice: “La única diferencia es que desde la semana pasada mi novia ha estado trabajando desde casa”.
Aprovisionados con suministros para largas temporadas, no es de extrañar que los preparacionistas se rían de la gente que corre a los supermercados. “Nos llamaban locos a nosotros, pero ahora hay gente que me escribe para preguntarme qué debería comprar”, dice Vincenzo, un preparacionista veterano y autor de dos capítulos de un libro sobre el tema, Prepping: Come prepararsi alle catastrofi metropolitane . Aparte de sentirse orgulloso, Vincenzo me dice que le preocupa la actitud de la gente. “Si quieres abastecerte, los tiempos de crisis no son el mejor momento, porque acabas comprando un montón de cosas a un precio muy caro”, dice. “Hay que evitar el pánico de última hora”.
Alessandro, la persona detrás del Portale Sopravvivenza, un sitio web italiano dedicado al preparacionismo, opina lo mismo. “La gente está frenética. Yo vivo en el Valle de Aosta y hay pequeños comercios en lugares remotos que los turistas han desabastecidos completamente y no hablemos de las mascarillas. La pérdida del sentido común es mucho peor de lo que esperaba”, dice.
Gracias al coronavirus, las visitas al Portale Sopravvivenza se han disparado y la mayoría de las consultas son a información relacionada con máscaras de gas y abastecimiento, dice. “Por las analíticas, me he dado cuenta de que son principalmente usuarios nuevos”, dice. “Prepararte no quiere decir que temas un apocalipsis nuclear o una invasión zombi, pero sí reconocer que el sistema social y financiero es mucho más frágil de lo que creemos”.
Tanto Vincenzo como Alessandro creen que las últimas semanas deberían servirnos para reflexionar seriamente sobre si estamos preparados para una crisis en el futuro. Aunque no creen que vaya a pasar.
¿Pero cómo ha respondido esta comunidad a la locura de estas últimas semanas? “Si te metes en grupos de Facebook puedes ver que incluso algunos de los nuestros se han dejado llevar por la paranoia”, dice Giulio y señala que algunos preparacionistas están haciéndose con mascarillas, desinfectantes de mano e incluso armas, por si la sociedad llegará a colapsar.
Giulio admite que está un poco preocupado por las ciudades que están en cuarentena y por la inestabilidad que pueda haber en el futuro. Al mismo tiempo, señala que la crisis climática ya es causa de muertes, pérdidas económicas y que probablemente nos deje peor que una sola epidemia.
No es el único que piensa así. La OMS estima que entre 2030 y 2050 la crisis climática será la causa de 250 000 muertes al año. Según el IPCC, en 2050 le habrá costado a la economía mundial entre 7,2 y 13,4 billones de euros.
Pero por si las consecuencias devastadoras de la crisis climática no son lo suficientemente atractivas como una epidemia, el calentamiento global puede jugar un papel importante en el desarrollo y la expansión de epidemias, porque altera los ecosistemas propiciando la transmisión de enfermedades contagiosas. Dicho de otro modo, las crecientes temperaturas de los océanos y los cambios climatológicos pueden favorecer la expansión de enfermedades.
Para colmo, si se derrite el permafrost (la capa de hielo más antigua del planeta), pueden aparecer virus y bacterias ancestrales que habían permanecido congelados hasta ahora. En 2016, por ejemplo, se descongeló el cuerpo de un ciervo portador de carbunco que acabó con la vida de 2000 ciervos, la hospitalización de 96 personas y la muerte de un niño de 12 años.
Pero es posible que nuestra reacción al coronavirus sirva como una lección positiva para el futuro. La semana pasada, la sección italiana de Fridays For Future (el movimiento de Greta Thunberg), dijo que la respuesta global que estamos viendo ofrece un rayo de esperanza que demuestra que es posible que los líderes tomen decisiones sin precedentes y en poco tiempo. Quizás en el futuro, si aparecen nuevas amenazas y especialmente con el cambio climático, podamos aprender algo de los preparacionistas: es mejor prevenir que curar.
Este artículo se publicó originalmente en VICE Italia.