El Primavera Sound de este año tenía por delante una tarea bastante complicada: hacer que el “New Normal” pasase de ser el eslogan de este año a ser una realidad fáctica. Es decir que a la mayoría de los miles de asistentes del festival (digo mayoría porque al fin y al cabo nunca llueve a gusto de todos y siempre va a haber alguien que prefiera un festival purista, sea lo que sea eso) no le chocase ir de Princess Nokia a Mac DeMarco el jueves, ir de Jawbreaker a Miley Cyrus y de allí a ver a Lisabö el viernes y el sábado ver, sin cambiar de escenario, a Rosalía y J Balvin, ir al punto a ver a DJ Playero y acabar viendo a Mujeres versionando a Los Saicos.
Cuando hace unos años fui con mi madre a los conciertos gratis del miércoles por la tarde para un directo de VICE, ella no conocía a ninguno de los artistas del cartel. Por no saber, no sabía ni que el festival existía. Este año, al contrario, fue mi madre la que me avisó de que entre los cabezas de cartel estaban Rosalía y J Balvin y creo que no se me ocurre ninguna metáfora mejor de lo que significa esta “nueva normalidad”. Y no porque mi madre sea el público objetivo del Primavera Sound, sino porque refleja que el cambio de la visión que el festival tiene sobre sí mismo no es solo una especie de wishful thinking dedicado a copar titulares, a hacer que el núcleo duro del indie (de nuevo, sea lo que sea eso) ponga el grito en el cielo, sino una realidad patente. Tan patente como que es una de las pocas veces que mi madre sabe de quién le hablo cuando le digo que voy a un concierto.
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Hasta el mismo hecho de anunciar que Pavement serán uno de los cabezas de cartel de la próxima edición del festival justo antes de que empezase el concierto de Rosalía (una artista que por otro lado también representa esa misma idea) refleja esa voluntad de hacer realidad la visión que el festival tiene ahora de sí mismo.
Por otro lado, este año la forma de distribuir el line up por los diferentes escenarios y los nuevos escenarios en la playa de Sant Adrià, la zona al otro lado del puente que divide el recinto del Parc del Fòrum, han contribuido a la sensación de estar en un festival mucho más homogéneo de lo que a priori los géneros de los artistas harían pensar. Incluso en un escenario más o menos temático como el de El Punto no daba la sensación de estar saliendo del festival, como quizás pasaba en anteriores ediciones en las que esa zona parecía estar reservada a la música electrónica y alejada de lo que se cocía en el resto del recinto.
Un cambio que se nota en la audiencia, igual de diversa que el cartel y que, Clashfinder mediante, no paró de darlo todo a lo largo de todo el festival, desde los conciertos en salas del lunes y el martes hasta los conciertos de ayer domingo, que pusieron el punto y final oficial al Primavera de 2019. Al fin y al cabo, una sociedad en la que los límites son líquidos, en la que “todo lo sólido se desvanece en el aire” (ahora sí que sí), la música es solo una forma mamás en la que esto se manifiesta, y el que no lo entienda, pues peor para él.
Desliza hacia abajo para ver el resumen en fotos de la edición de este año del Primavera Sound:
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