Sexo

Varias personas nos cuentan cómo fue su primera paja

Se aprenden muchas cosas cuando pasas una semana escuchando a la gente hablar de la primera vez que se masturbaron; los tíos heteros se acuerdan muy bien del momento. ¿Quién podría olvidar esa primera erupción y el rastro pegajoso que quedó después? La primera erección o masturbación y las consecuencias posteriores son un tema de conversación muy frecuente entre los jóvenes. Y es que, aunque quisieras borrar de tu mente ese episodio revelador, siempre estará la cara de Jason Bigg en American Pie para recordártelo.


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Sin embargo, muchos de nosotros no tenemos ese recuerdo tan vívido de nuestra primera masturbación. De hecho, prácticamente ninguna de las mujeres a las que entrevisté para este artículo supo decirme con exactitud cuándo se produjo ese momento; solo se acordaban de frotarse con el brazo del sofá, contra el colchón o cosas así. Yo no recuerdo la primera vez que me masturbé, y no es que me dé vergüenza contarlo, es que no me acuerdo. En mi memoria se agolpan imágenes borrosas de piernas cruzadas firmemente, episodios de Cinco en familia y peluches desproporcionados.

Lo que sí recuerdo bien es el sentimiento de culpa que siempre me abrumaba justo después. Tumbada en la cama, ruborizada y avergonzada, me prometía una y otra vez a mí misma y a Jesús que nunca más volvería a hacerlo. Obviamente, siempre reincidía, primero paulatinamente —Solo lo voy a hacer una vez a la semana, dos como mucho—, y luego acababa claudicando — Qué más da, si voy a ir al infierno de todas maneras.

Han pasado veinte años desde entonces y debo admitir que me entristece no ser capaz de recordar esa primera vez. Aunque es cierto que la primera relación sexual es un episodio muy importante en la vida de cualquier persona, creo que la primera masturbación es una experiencia que define la identidad. No hay otras personas a las que complacer, no hay expectativas que se interpongan a las tuyas. Solo estás tú, empapada en sudor, en silencio, soñando con algún día poder enseñar a Scott Wolf los movimientos que has estado practicando con la almohada.

Ned*, 24

Recuerdo muy nítidamente mi primera experiencia masturbándome. Tenía 13 años y fue un sábado por la noche. Estaba solo en casa viendo una película titulada Betty Blue, que trataba sobre una mujer muy inestable y su novio, o algo así. El argumento no importaba, porque lo que realmente me llamó la atención fue un desnudo frontal. Recuerdo que en cuanto vi el pene de uno de los protagonistas, fui corriendo al reproductor de vídeo VHS para ver si podía grabar la escena y así tener material para masturbarme. Pero no llegué a tiempo y me quedé empalmado y frustrado.

“En un canal estaban retransmitiendo un partido de rugby; me pasé unos cinco minutos mirando a esos hombres corpulentos placándose unos a otros y luego me fui al lavabo y empecé a pajearme”

Como no tenía paciencia para esperar a la próxima escena, empecé a hacer zapping a ver si encontraba algo más. En un canal estaban retransmitiendo un partido de rugby; me pasé unos cinco minutos mirando a esos hombres corpulentos placándose unos a otros y luego me fui al lavabo y empecé a pajearme.

Como buena enfermera, mi madre me ha dado una educación sexual desde una perspectiva médica y funcional, por lo que yo no sabía nada de la masturbación. En el colegio había oído que si te tocas el tiempo suficiente, te salía un líquido. Bastaron cuatro sacudidas para terminar, y desde ese mismo instante supe que quería masturbarme a todas horas y todos los días durante el resto de mi vida.

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Martha, 31

La primera vez que experimenté los humildes y poderosos placeres de la masturbación fue uno de los sábados en los que iba a clase de tenis. Aquel día me dio por ponerme la raqueta entre las piernas y cabalgar como si fuera un caballo y ¡BAM! De repente experimenté una sensación nueva. Era muy joven, tendría unos 12 años. Eso es joven, ¿no?

“Supongo que pensaba que la raqueta tenía algo que ver con lo que sentía y quizá durante un tiempo la asocié al placer”

Bueno, el caso es que fue un misterio muy extraño e increíble que reviví varias veces desde entonces. Supongo que pensaba que la raqueta tenía algo que ver con lo que sentía y quizá durante un tiempo la asocié al placer hasta que entendí cómo funciona la cosa.

Jason, 26

No sé si lo que hice la primera vez se puede llamar masturbación; acabó en orgasmo, por lo que supongo que sí. Descubrí que era muy agradable frotarme el pene erecto contra el muslo, y sabía que mi padre escondía unas cuantas revistas cochinas entre otras normales. Un día, mientras estaba solo en casa, me puse a hojear una de ellas mientras hacía eso de frotarme contra la pierna. Me producía una sensación cálida y agradable, tanto que al final acabé descargando sobre los pantalones del uniforme del colegio. Casi no me había tocado. Me pilló todo por sorpresa y en medio del salón de casa.

Luego tuve que limpiarlo todo y poner la ropa a lavar, y justo cuando terminé llegó mi familia. Fue genial, y después de aquel día no paraba de pensar en cómo podía mejorar la técnica.

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Isobel, 27

La verdad es que no me acuerdo. Ya sé que parece que miento, pero de verdad, no me acuerdo. Calculo que tendría unos 14 años cuando empecé, así que desperté un poco tarde; no estaba muy interesada en el sexo durante la pubertad, era más romántica.

Fantaseaba con enamorarme y besar a mi pareja, pero nada erótico. No sé, es raro. Tampoco me entusiasmaba masturbarme, lo veía como algo forzado, un simple medio para llegar a un fin. Pero todo cambió cuando me rompí un tobillo y una amiga me regaló un vibrador para pasar el rato. Ese fue el momento de, Ah, joder, ahora lo pillo. Que Dios bendiga los vibradores.

Jennifer, 24

No me acuerdo de la primera vez ni de qué me hizo querer probarlo. Es curioso, porque nadie habla del sexo hasta el instituto, con lo que la masturbación es algo que descubres tú sola. Es una de las pocas cosas que nadie te explica cómo hacer, en materia de sexo, pero mola mucho que todo el mundo acabe llegando a la misma conclusión.

“Tampoco es que me flipara. Me parecía curioso”

Imagino que mi primera vez fue a causa de algún niño que me gustaba en el colegio. Sí que recuerdo que, cuando lo descubrí, pensé, Esto me gusta. No me sentí avergonzada ni pensé que había hecho algo malo. En mi familia nunca se ha criticado a nadie por estas cosas.

Tampoco es que me flipara. Me parecía curioso, pero me daba vergüenza hablar de ello con la gente. No dejaba de preguntarme si alguien más haría lo mismo.

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Gian, 31

La primera vez que me masturbé tendría 11 o 12 años. Los chavales del colegio hablaban del tema sin entrar en muchos detalles. A veces hojeaban revistas porno y yo las miraba y pensaba, Madre mía, qué aburrimiento. A mí me gustaba más usar la imaginación. Me ponía a pensar en profesores y otros hombres que me gustaban. Una vez empecé a trincarme la cama pensando en mi profesor de manualidades y, cuando terminé, recuerdo perfectamente que dije en voz alta: “¡Soy un hombre!”. Creo también que dije lo mismo la primera vez que vi una entrepierna.

“Después de masturbarme me asaltó el sentimiento de culpabilidad, pero se me pasó a los 20 segundos y volví a masturbarme”

Después de masturbarme me asaltó el sentimiento de culpabilidad, pero se me pasó a los 20 segundos y volví a masturbarme. Años después vi a mi exprofesor de manualidades en los tribunales, cuando yo trabajaba allí; por lo visto se había metido en problemas por haberse follado a un alumno. Lástima que no fuera yo.

Tony, 30

Tenía 14 años y había oído que lo de masturbarse era una pasada, pero no me quedaba claro cómo funcionaba el asunto. El momento de revelación llegó un día en casa de un amigo, cuando descubrimos la colección de vídeos porno de su padre que, como buen camionero, tenía una caja enorme llena de vídeos.

Pero por alguna extraña razón, al hombre le gustaba un tipo de porno muy específico, con un montón de fotos de mujeres desnudas a las que se les había añadido con Photoshop un pene en la entrepierna. No creo que fueran trans, porque las fotos tenían una textura pixelada muy de finales de los noventa. Yo me estaba poniendo como una olla de presión con tanta foto de mujeres desnudas, así que me dije a mí mismo, Tengo que averiguar cómo se hace esto.

Me metí en el baño de mi amigo y empecé a frotarme el pene. Pese a que me estaba aburriendo, decidí insistir y, al cabo de unos minutos, ya me había puesto a tono. Varios minutos después, terminé eyaculando sobre el suelo. Recuerdo que lo primero que pensé fue que no tenía que volver a hacerlo nunca más. Obviamente, cumplí con mi palabra durante unas cinco horas, y luego me pajeé regularmente durante los siguientes diez años.

*Se han cambiado los nombres

Todas las fotos por Ben Thomson y Ashley Goodall.

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