Identidad

Le dan 27 años de condena a un proxenta “vampiro”

La semana pasada, un tribunal federal de EE. UU. ratificó una condena de 27 años de cárcel para un traficante sexual que se autodefinía como “vampiro”. Damion St. Patrick Baston, de 39 años, era un proxeneta en el más duro y abusivo sentido de la palabra, el sentido que poseía antes de que la MTV saneara el término (“pimp“, en inglés) para que tuviera cabida en la televisión de entretenimiento. .

Baston, que anteriormente era stripper, exigía a sus víctimas que le llamaran “Drac” —diminutivo de Dracula— y con frecuencia llevaba lentillas amarillas y colmillos de oro para encarnar a su personaje chupasangre.

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Una antigua prostituta a la que se hace referencia solo como K. L. en los documentos legales testificó que Baston era un hombre muy violento que empleaba la fuerza física para mantener a las mujeres a raya. Baston a menudo consumía esteroides y, supuestamente, era capaz de levantar 270 kg, de modo que utilizaba su fuerza de culturista para agredir y lanzar a las mujeres al otro lado de la habitación cuando estaba de mal humor. K. L. recordó un momento en especial, cuando Baston —celoso porque creía que K. L. le estaba engañando con otra prostituta— le propinó un puñetazo en la pelvis, la estranguló y después sostuvo un cuchillo al rojo vivo contra su garganta.

Otra mujer, T. M., testificó que Baston en una ocasión rodeó su cuello con un cinturón y la obligó a arrastrarse a cuatro patas, como un perro.

Baston vía Instagram

Una tercera mujer testificó que Baston le obligó a someterse a un aborto porque “no quería tener un bebé con una puta de mierda”.

Con el dinero que conseguía a través de sus prostitutas, Baston llevaba un lujoso estilo de vida que, según los documentos legales, incluía relojes de diamantes de 75.000 dólares, casas en varios países, ropa de diseñadores y abrigos de piel.

Al principio, la relación comercial de las mujeres con Baston era consentida, pero su tendencia a la violencia fue creciendo y, cuando alguna de las mujeres trataba de abandonar el acuerdo, Baston las obligaba a quedarse empleando la violencia.

Baston anunciaba a sus chicas como escorts de lujo en Instagram y en los anuncios clasificados. El testimonio de una mujer identificada como L. S. explicaba que normalmente el trabajo de una noche podía generar entre 2.000 y 3.000 dólares netos, pero esa cantidad iba a parar íntegramente a manos de Baston. Él recogía el dinero y les devolvía una parte a las mujeres cuando se lo pedían personalmente. Las mujeres estaban obligadas a trabajar siete noches por semana.

Baston imponía un rígido conjunto de normas entre las prostitutas. Según un testimonio ofrecido durante el juicio, Baston prohibía a sus víctimas aceptar clientes negros y beber alcohol, entre otras cosas.

Durante el primer juicio al que se le sometió en 2013 en Miami, Baston testificó —muy seguro de sí mismo y sin apenas inmutarse— que jamás había sido violento con ninguna mujer. Cuando le pidieron que describiera su relación con varias de las mujeres, Baston declaró: “era… era… era amor, creo. Era amor, era romántico, era… era divertido. Era… era divertido. Era bonito… era una relación”.

Cuando le preguntaron por el tráfico sexual, Baston respondió “ni siquiera sé lo que es el tráfico sexual”.

Baston, nacido en Jamaica, emigró a Estados Unidos cuando tenía doce años, en 1989. Vivió oficialmente en EE. UU. hasta finales de la década de 1990, cuando trató de convertirse en ciudadano norteamericano naturalizado. Baston viajó por todo el mundo usando un pasaporte que obtuvo con una identidad robada y hacia el año 2010 aquel pasaporte falso estaba tan lleno de sellos y visados que Baston tuvo que solicitar más páginas. Entre otros países, Baston visitó Indonesia, Nueva Zelanda, Argentina, Colombia, Rusia, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Japón, Reino Unido, Francia y Australia. Y toda aquella extravagancia estaba financiada por el puesto que ostentaba Baston como principal responsable de un imperio internacional de prostitución de lujo.

Baston mantuvo fielmente un talismán a través de todos sus viajes: múltiples testigos afirmaron que era normal ver una copia del libro Pimpology, escrito por Pimpin’ Ken, sobre su mesita de noche. Pimpology —que puedes leer al completo en inglés siguiendo este link de Scribid— es un libro vulgar que describe, normalmente empleando un lenguaje bastante explícito, “Las 48 leyes del juego”.

Algunas de las leyes de Pimpin’ Ken incluyen: “Lo primero es el monedero y el culo lo último”, “No existe el amor en toda esta mierda”, “Convierte los pagos a las putas en dividendos” y “Una puta sin instrucciones está abocada a la autodestrucción”. Quizá la ley más espeluznante de todas —y casualmente la que más aplicaba Baston— fuera la número cinco: “Cébate con el débil”. La quinta ley explica en lenguaje sencillo que el mejor objetivo que debería buscar un chulo es una mujer que haya sufrido abusos, especialmente de niña.

De Pimpology:

La debilidad es el mejor rasgo que podemos encontrar en una mujer que deseemos controlar y, si no podemos encontrar la debilidad, debemos crearla… Aunque al final desees que se sientan bien consigo mismas, también quieres que tengan la sensación de que es gracias a ti. Empiezan a verte como a su héroe, su defensor… incluso aunque la debilidad de la que las has rescatado la hayas creado tú mismo.

El testimonio de K. L. reveló cómo utilizaba Baston sus dotes de manipulación y coacción:

Mirando hacia atrás, tengo la sensación de que desde el día en que conocí a Drac él me estuvo moldeando en cierto modo, día tras día, semana tras semana. Poco a poco me fue separando de mis amigos, de los estudios… y pude ver cómo sucedía porque cuando le dije que quería volver a casa, mostró su verdadera personalidad. Creo que me dejó irme a casa durante un par de días solo para demostrarme que no estaba atrapada, pero por aquel entonces él me tenía completamente subyugada y consiguió que volviera a su casa usando sus encantos conmigo.

Cuando Baston fue declarado culpable de delitos de tráfico sexual en 2014 y se le condenó a pagar 90.000 dólares a K. L. como compensación, apeló la sentencia alegando que no había pruebas suficientes. El 28 de marzo, un juez de apelación federal dictaminó que había suficiente evidencia y, además de los 27 años de cárcel, elevó la cantidad de compensación hasta los 400.000 dólares.