El siguiente paso del veganismo es modificar nuestros cuerpos y digitalizar nuestras mentes

144.000.000. Ese es el número aproximado de animales terrestres que se asesinan cada día en el mundo con el fin de producir carne, lácteos y huevos para el consumo humano. Es un número aterrador. También significa que otros miles de animales están en la fila de espera: sufren a lo largo de sus vidas, hasta el momento que llega su muerte sangrienta y, muchas veces, dolorosa.

Por eso no es ninguna sorpresa que el veganismo sea un movimiento creciente en todo el mundo. Una de las principales prioridades de los veganos es no hacerles daño a los animales. Algunas de las organizaciones y grupos más grandes que apoyan o patrocinan el veganismo son Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA), Frente de Liberación Animal (FLA) y Humane Society.

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El problema es que, a pesar de la popularidad del veganismo, masacrar cada vez más animales es inevitable por la expansión de la población mundial. Además, volvernos completamente veganos tiene un costo; el veganismo también puede producir altas cifras de cadáveres animales y hacer daño al medio ambiente, debido a la manera en que funciona la agricultura industrial. Por ejemplo, muchos fertilizantes para granos son hechos con productos animales. Entonces ¿qué pueden hacer los veganos para detener el sufrimiento animal y ser mejores guardianes del planeta?

Queremos quitarte el estómago, las tripas, e incluso el ano, y remplazarlo todo con máquinas y partes biónicas. En el futuro no tendremos que comer, tomar o cagar.

La respuesta es desconcertante; y probablemente no les gustará mucho a los amantes de las plantas. Sin embargo, evitará inevitablemente la mayoría de muertes de animales causadas por humanos. La respuesta es el transhumanismo: el movimiento que aspira a remplazar la biología humana con partes sintéticas y mecánicas.

El objetivo más importante del transhumanismo es intentar vencer la muerte con ciencia y tecnología. El envejecimiento y la enfermedad se producen sobre todo por el deterioro de las células. La degeneración ocurre parcialmente por el acto diario de comer y tomar; es decir, introducir objetos extraños a nuestros cuerpos, que nuestras células tienen que consumir o desechar con el objetivo de crear energía. Es paradójico que las células tengan que hacer un trabajo tan duro y agotador sólo para sobrevivir. Una forma simple de eliminar esta tarea sisífica es hacer que el hombre deje de depender por completo de la comida y la bebida.

Los transhumanistas, como yo, queremos deshacernos de eso. Queremos quitarte el estómago, las tripas e incluso el ano, y remplazarlo todo con máquinas y partes biónicas. En el futuro no tendremos que comer, tomar o defecar.

La pregunta obvia es: ¿de dónde sacaremos la energía si no comemos?

Para empezar, necesitaríamos mucha menos energía para vivir, ya que comer, recolectar comida y prepararla, requieren de energía (incluso si sólo tenemos que ir a McDonalds en carro).

Cómo conseguiremos energía dependerá de la evolución humana en los siguientes 25 a 50 años, y mucho de eso depende a su vez de cómo se desarrolle la inteligencia artificial. Tengo amigos que están planeando implantarse chips en el cerebro en los próximos 12 meses para poder comunicarse con las máquinas. Y si tenemos a expertos como el científico Ben Goertzel prediciendo la llegada de la consciencia a las máquinas en los siguientes 15 o 20 años, posiblemente Matrix no está tan alejada de la realidad. Una transferencia mental sólo necesitaría electricidad —que se puede sacar del viento, del sol, o de energía hidráulica—, y no plantas, carne animal o Red Bull.

Pero creo que la gente no estará lista para transferir su mente a máquinas por al menos un par de décadas. Sin embargo, gracias a la tecnología CRISPR para edición genética, ya existen biohackers intentando unir ADN de plantas a sus cuerpos para poder obtener energía del sol por medio de fotosíntesis. Por supuesto, quien logre hacer esto seguramente ganará un Premio Nobel, ya que potencialmente también estaría solucionando problemas como el hambre, y salvando a más de 8000 niños de todo el mundo que mueren de desnutrición e inanición todos los días.

No más comida y no más fincas. Imagen: Alfonso Benayas/Flickr

Pienso que los científicos descubrirán alguna forma de combinar la fotosíntesis con la biología humana en una década o menos. Y en dos décadas se convertirá en algo que podrá complementar nuestro consumo de comida. Imagínense una especie de almuerzo gratis con sólo sentarnos a la luz del sol.

Pero a pesar de que están estas dos opciones, yo le apuesto a una tercera: un implante cerebral que nos dirá que estamos saciados, incluso si nuestros cuerpos han recibido pocas calorías y ansían comer. Algunos estudios sugieren que la máxima longevidad humana se logra por medio de pequeñas restricciones de comida. Si esto es correcto, estaríamos frente a lo mejor de los dos mundos: los humanos comerían mucho menos, pero siempre se sentirían llenos gracias al implante que estimula su cerebro. Quizás los implantes puedan hacernos sentir como si nos hubiéramos comido un filete gigante, y nosotros sintamos tranquilidad porque no se están asesinando vacas.

Como candidato presidencial de Estados Unidos, escribo sobre veganismo porque creo que es un gran movimiento. Mi amor por los animales es muy profundo; cuando es posible intento no comer carne, principalmente porque no quiero lastimar animales ni ser responsable por sus muertes.

He estado en las primeras líneas de movimientos de derechos de animales y preservación. Fui director por casi dos años de una organización de vida salvaje llamada WildAid. Trabajé casi siempre en el sudeste asiático y nuestro objetivo principal era detener la caza furtiva de fauna y flora. Antes de eso estuve en National Geographic, y escribí y filmé historias para concientizar a la gente sobre animales en peligro de extinción.

Quiero que el veganismo gane su cruzada. Y en mi opinión, la mejor forma de enfrentar la crisis del daño a los animales es manejarla como los fabricantes de carros sin conductores están abordando uno de los peores problemas del mundo: los conductores borrachos. Los fabricantes de los carros eléctricos no le están pidiendo a la gente que tome menos, le está pidiendo que simplemente no maneje. Creo que los veganos deberían revisar bien el transhumanismo y preguntarse si tal vez, en 25 años más o menos, miles de millones de animales en todo el mundo no estarían mejor gracias a que el apetito humano literalmente ha desaparecido.

Zoltan Istvan es un futurista, autor de The Transhumanist Wager, y candidato presidencial del partido transhumanista de Estados Unidos en 2016. Escribe una columna ocasional en Motherboard en la que divaga sobre el futuro más allá de las habilidades humanas.

Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard, nuestra plataforma de tecnología.