Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
El repentino aumento en la popularidad de la preparación de nuestra propia masa madre, impulsado por la pandemia actual de coronavirus, ha traído consigo una serie de preguntas éticas, como si quienes han sido panaderos toda su vida merecen comprar harina y levadura más que los novatos que están en busca de lo que queda de estos ingredientes en el mercado para así poder llenar su tiempo. La avalancha resultante de publicaciones en Instagram también ha llevado a muchas personas, como la propia Bettina Makalintal de VICE, a cuestionarse si esto no alimenta la perjudicial cultura de la productividad obligatoria en cuarentena. ¿Por qué deberíamos seguir siendo buenos sujetos capitalistas cuando el sistema que lo demanda se desmorona a nuestro alrededor?
Videos by VICE
Sin embargo, hay otra pregunta ética que falta por abordar cuando se trata de masa madre, y me ha perseguido desde que apareció en mi cabeza, decidida a arruinar cualquier sentido de normalidad que hubiera logrado al dirigirme de la cama a la cocina por 57º día consecutivo. Para que esa pregunta no te haga lo mismo, te sugiero que te alejes de inmediato. Abre Instagram. Mira todo el pan, con sus bordes perfectos y crujientes.
Aunque, si crees que puedes enfrentarla, aquí está la pregunta que ha destruido mi propia capacidad de mirar amorosamente las fotos de todos esos panes: ¿Sienten dolor los ingredientes de la masa madre? ¿Todos los hongos y microorganismos vivos necesarios para preparar la masa para tu pan dirán: “¡Ay! ¡Cuánto dolor!”, cuando los amasas con los puños y luego los introduces en el horno?
Después de una investigación preliminar, lamento informarte que, lamentablemente, hay mucho en qué pensar.
Para comenzar a responder a esta pregunta, que es, por supuesto, una de las muchas locuras que puedes considerar cuando tienes demasiado tiempo libre, primero debemos definir sus términos. La masa madre es una mezcla de harina y agua que se ha dejado reposar durante varios días, lo que permite que las cepas de levadura y las bacterias la pueblen en un proceso que llamamos fermentación. (También puedes pedirle un poco de masa madre a un amigo si estás demasiado ocupado con tu depresión como para planificar con cinco días de antelación, solo asegúrate de la entrega se haga de manera segura, con la distancia social adecuada).
La levadura y las bacterias necesarias para que la masa se convierta en pan están tan vivas como los humanos, y si los humanos sentimos dolor, eso significa que los microorganismos de la masa madre también lo sienten, ¿no?
Si bien los investigadores generalmente aceptan que los vertebrados sienten dolor, consideran que los invertebrados como las bacterias, incluidas las que se encuentran en la masa madre fermentada, no sienten dolor. Tampoco creen que lo sienta la levadura, la cual incluso la organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA) dice que es totalmente ético consumirla, al menos desde nuestra comprensión del dolor a través de métodos estrictamente empíricos.
Entonces, primero, ¿qué es el dolor? Debemos definirlo también. La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor lo define como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con daño tisular real o potencial”. Los humanos sentimos dolor. (Ve a tocar una hornilla caliente si no me crees). Se cree que otras criaturas vivientes, como los animales, sienten dolor al igual que nosotros, lo que podría llevarnos a pensar que todos los organismos vivos, como los que conforman la masa madre, lo sienten también: Hay muchos tipos de dolor —físico, emocional, psicológico e incluso espiritual— y se podría argumentar con la misma facilidad que el dolor es una sensación reactiva que responde a algún tipo de fuerza externa o interna, así como también una experiencia en sí mismo.
Lo que parece más claro es que el dolor es una experiencia provocada por la posesión de conciencia, una de las muchas experiencias autoevidentes que los filósofos llaman “qualia“. Si algo siente dolor debe, por lo tanto, ser consciente, ¿cierto? Entonces, con eso en mente, tal vez la pregunta que literalmente nadie más que mi cerebro demoníaco hizo no debe ser: “¿La masa madre fermentada sienten dolor?”, sino más bien, “¿Son conscientes los pequeños seres vivos que hay en la masa madre?”. Eso depende de si existe siquiera la conciencia.
El filósofo francés René Descartes teorizó que la conciencia es el hecho más obvio e innegable de la existencia, atribuyendo esa existencia a algún tipo de magia dada por Dios que opera según sus propias reglas. Debido a que las discusiones sobre la conciencia son estrechamente paralelas a la comprensión teológica del alma, aparentemente el tema de la conciencia fue un gran tabú en los círculos científicos a partir del siglo XIX en adelante, y solo en las últimas tres décadas los investigadores se han atrevido a aventurarse más en su estudio.
En el presente, la gran mayoría de los científicos acepta que la conciencia es algo real, incluso si no están de acuerdo sobre qué es esa cosa o cómo definirla. Algunos incluso creen en algo que se llama “pampsiquismo“, doctrina que sostiene que todo en el universo, desde tu avatar de Animal Crossing hasta tu planta suculenta menos instagramable, es consciente, o al menos tiene el potencial de ser consciente. Si creyéramos en el pampsiquismo, eso significaría que la masa madre fermentada es, de hecho, conscientes y, por lo tanto, siente dolor.
Las investigaciones científicas actuales no respaldarían esa afirmación. Pero si miráramos el mundo a través de una lente pampsíquica, no importaría si podemos demostrar objetivamente si un organismo siente dolor o no; el hecho simple sería que sí lo siente.
Ese pensamiento sería preocupante, pero, Dios mío, las cosas empeoran. Aunque la comprensión de la conciencia del filósofo estadounidense Daniel Dennett de ninguna manera representa la opinión general, él considera que la conciencia es una ilusión, elaborada por nuestros cerebros para procesar el mundo sin sentido de la materia que tenemos ante nosotros.
Eso significaría que simplemente nos estamos mintiendo a nosotros mismos como los ciudadanos de Pleasantville, engañándonos para pensar que tenemos una vida rica y plena, mientras ignoramos felizmente el vacío que nos rodea al otro lado de la pantalla. Si no somos conscientes, entonces nada lo es, incluida la masa madre. Y si la masa madre no es consciente, entonces no siente dolor. Simplemente está ahí en medio de la nada, sin mentiras ni pretensiones, sin miedo a lo que le espera.
Eso suena bastante agradable en este momento, ¿no? No pensar en nada, no sentir nada, mientras los nudillos del universo me golpean para formar una pasta espesa y burbujeante y luego alimentarse de mi crujiente corteza. No sé cuánto tiempo estaré atrapada en mi departamento, manteniendo una sana distancia de los demás mientras me refugio en mi hogar, pero enfrentar esa incertidumbre como la levadura, sin dolor de ningún tipo, suena bastante atractivo.
Sigue a Harron Walker en Twitter.