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Puppy Girls: fetiche de actuar como cachorros

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Artículo publicado originalmente por VICE Reino Unido.

En un video de TikTok, la puppy girl Jenna pide descaradamente comida debajo de la mesa en un café antes de que su dueño le dé de comer un trozo de carne. En otro, la regañan por orinarse en el piso y la encierran en su jaula como castigo. Pero Jenna en realidad no es un cachorro, es una mujer de Texas de 21 años que se ha vuelto viral por su personalidad de cachorro, que cada vez tiene más seguidores en redes sociales y OnlyFans.

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Me topé con el video de Jenna de la misma forma que cualquiera encuentra lo que sea en TikTok: scrolleando sin rumbo fijo por la sección de ForYou. Desde que publicó su primer video en marzo, Jenna se volvió viral y ganó 182.700 seguidores, muchos de los cuales apoyaron sus ingresos mensuales de 10.000 dólares en OnlyFans.

“Es una locura”, me dijo Jenna vía Twitter. “Nunca pensé que mi extraño fetiche de actuar como perrito sería visto por una amplia audiencia, o que a tanta gente le gustaría/interesaría. Sigo sorprendida”.

Tal vez ya hayas oído hablar del juego de actuar como cachorro en la comunidad gay, que comenzó a ganar notoriedad en lo mainstream alrededor de 2015 con programas de televisión como Secret Life of the Human Pups del Channel 4. Jenna es la puppy girl más reconocida en redes, pero su popularidad habla de una tendencia en aumento de mujeres heterosexuales que participan en este tipo de juego de roles.

Para aquellos que necesitan un recordatorio, el fetiche básicamente se trata de actuar como perro: ladrar, gatear en cuatro patas, usar un collar o morder un juguete. Es un fetiche basado en el BDSM y antes involucraba usar cosas de bondage como máscaras de cuero para perros conocidas como “hoods“, trajes de latex y mordazas de pelota. No tiene nada que ver con el maltrato o abuso animal. Más bien es la fetichización de un ser humano adoptando los atributos de un perro.

Por otro lado, Jenna, al igual que el creciente número de mujeres cisgénero que incursionan en el juego de actuar como cachorros, tiene un enfoque mucho más relajado en comparación con el fetiche gay: no siempre usan hoods, arnés o accesorios como orejas o cola –pero sí tienen cosas en común.

Un estudio de 2019 sobre este fetiche identificó una serie de razones por las que los participantes se sentían atraídos: les parecía relajante, terapéutico y les servía de escape. Jenna comparte esta idea. “Me encanta la sensación de ser propiedad de alguien”, dice. “Me siento protegida y amada. Me siento más cómoda cuando actúo como cachorro”.

Jenna descubrió el fetiche cuando conoció a otro cachorro en una convención en Chicago, un hombre gay que la animó a experimentar el juego. Le encantó y se fue “con todo”, como ella dice.

Es fácil ver por qué a las parejas heterosexuales que nunca han experimentado el BDSM pueda parecerles intimidante el juego de actuar como perros vestidos de cuero. Sin embargo, un enfoque más relajado, como el adoptado por Jenna, parece haber aumentado su atractivo para las parejas heterosexuales.

“Me doy cuenta de que se está volviendo más común entre las parejas heterosexuales”, dice Dani, una puppy girl que comparte videos sexys con su novio y “dueño” Jack en redes sociales. Cree que quitarle algunos elementos estéticos al fetiche, como los hoods y arneses, ha abierto la puerta para que más parejas heterosexuales experimenten.

Dani and Jack puppy play
Dani y Jack. Photo cortesía de la entrevistada

“Creo que es más una especie de ‘fetiche ligero’”, le dijo a VICE vía Instagram. “La gente puede disfrutar de la subcultura del juego de actuar como mascota sin irse al extremo. Es más accesible para parejas que no pertenecen a la cultura BDSM, que es más intensa”.

Dani no usa hoods de cuero, dice que no es su estilo, pero ella y Jack han gastado aproximadamente 300 dólares en orejas, collares, arneses y otros artículos para perros. La pareja encuentra la mayoría de los artículos en Etsy o en tiendas de mascotas reales, donde inventa perros ficticios para zafarse de conversaciones incómodas con los cajeros.

Tanto Dani como Jenna dicen que actuar como cachorros tiernos y atrevidos encaja mejor con sus personalidades que cualquier otro papel BDSM más convencional. “El perro es mi animal espiritual”, dice Jenna. “Se siente más natural que una relación esclavo/dueño”.

El algoritmo de TikTok parece haber sido fundamental en el ascenso de este tipo de fetiche en redes. No soy la única que descubrió a Jenna en mi página de ForYou: sus videos han llegado a la pantalla de miles, despertando el interés de algunos y confundiendo a otros. Incluso hay una subcultura de videos de hombres reaccionando con disgusto a los videos de Jenna en YouTube. (Ver: TIKTOK Dog Girl Is Going CRAZY! y I Bought Your Puppy Girl Jenna’s OnlyFans So You Don’t Have To).

Que se burlen de ti en línea podría molestarle a algunas personas pero a Jenna no. “Me encantan esos videos. Son muy divertidos”, dice. ¿No le importa que la etiqueten de “extraña”? “¡No, porque sí es súper raro! Sé cuando están siendo mezquinos o no, y eso también está bien. Sé que no todos lo entienden”.

Sin embargo, estas reacciones no representan a todos los hombres que han visto su contenido. De hecho, la reacción inicial de desconcierto y disgusto podría desmentir algo un poco más profundo –como la excitación.

Shane Gillis, quien recientemente entrevistó a Jenna en el Matt and Shane’s Secret Podcast, dijo: “Me provocaste algo. Vi algo que no debería gustarme, y pensé ‘¿por qué me está excitando?’”. Es una reacción común a los videos de Jenna: los hombres se confunden y se excitan al mismo tiempo.

Esa es la otra razón por la que las puppy girls heterosexuales están causando sensación en internet: ser la primera mujer en crear un nicho es lucrativo, y el juego de actuar como cachorro como fetiche en el mundo heterosexual apenas está empezando. Es una ganancia adicional para quienes venden contenido y, a veces, puedes trabajar de eso, como descubrió Jenna, que antes trabajaba en una óptica.

“Mis ingresos han aumentado 100 veces desde que empecé a hacer contenido actuando como cachorro”, le dijo una vez a LadBible. “Estoy ganando seis cifras al mes”. Para Dani y Jack, este tipo de videos sexys generan alrededor de 400 dólares al mes.

Pero dos de las puppy girls con las que habló VICE estaban ansiosas por señalar que el fetiche es más que solo gratificación sexual superficial y juegos de poder. Ambas dicen que en realidad ha mejorado sus relaciones de pareja.

Una mujer, a la llamaremos Emily, ya que su usuario en redes solo dice @DUMBPUPPYGIRL, me dijo que había incursionado en el juego de cachorros y otros fetiches años antes de conocer a su novio. El juego de roles de cachorros acercó a Emily y a su novio, dice, y reflejó los roles dominantes y sumisos que ya tenían en su vida sexual, mientras mantenían un sentido de diversión y afecto.

“Hemos profundizado nuestro interés en el juego de actuar como mascota con el tiempo”, dice Emily. “Ahora es parte de mi vida diaria, no solo sexual. De hecho, uso un collar las 24 horas del día, los 7 días de la semana con mi placa de cachorro”.

https://twitter.com/DUMBPUPGIRL/status/1298285884018745344

Asimismo, Dani y su pareja utilizan el fetiche para expresarse afecto el uno al otro. “En su mayor parte, no es sexual en nuestra vida diaria”, dice. “En redes parece estrictamente sexual porque así es como elegimos presentarlo, pero para nosotros es bastante íntimo y afectuoso. Es casi infantil y divertido para mí y definitivamente más íntimo con mi pareja”.

Dani usa collar, juega con juguetes para perros y, a veces, incluso come golosinas para mascotas que Jack le da. Tienen cuidado de no hacer nada demasiado obvio relacionado con los cachorros fuera de la casa, en caso de que involucren accidentalmente a alguien más sin su consentimiento.

La pareja tiene trabajos normales y, al mismo tiempo, crea contenido sexy en redes, por lo que Dani se pone el collar o el arnés para indicar su voluntad de participar en el juego. Si no trae puesto su collar, Jack sabe que ella está simplemente en su “yo normal”. Pero una vez en medio del juego, o en una escena, los cachorros no hablan.

Eso plantea preguntas obvias como: ¿Tienes que ladrar una palabra de seguridad?, pero la pareja ha encontrado soluciones inventivas. “Durante el juego, usamos ladridos y gemidos como una forma de comunicarnos”, dice Dani. “Jack hace una pregunta de sí o no y luego me dice que ladre una vez para decir ‘no’ y dos veces para decir ‘sí’. Nos ayuda a mantenernos inmersos en la escena y al mismo tiempo ver que todo ande bien”.

Jack agrega: “Algunas cosas las hablamos por adelantado. Siempre estamos descubriendo cosas nuevas sobre los demás y nosotros mismos, así que tratamos de mantener la comunicación lo más coherente posible”.

Para personas como Jenna, Emily, Dani y Jack, el fetiche parece satisfacer una sensación de diversión que no obtienen con otras formas de BDSM. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que este juego se generalice en el mundo heterosexual? Eso está por verse, pero como dice el refrán: a todos nos llega el día.

@ChubbleCreative