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La ketamina podría ayudar a tratar el trastorno bipolar

Según un reciente estudio del Instituto Nacional de la Salud Mental.

Imagen vía Flickr/amandahatfield

La ketamina o "Special K" podría ser increíblemente útil para el tratamiento de la depresión en ciertos pacientes con trastorno bipolar, según una reciente investigación del Instituto Nacional de la Salud Mental (NIMH).

El estudio, realizado con 36 personas en el transcurso de cinco años, ha descubierto que la ketamina ayuda a revertir uno de los principales síntomas que sufren los pacientes bipolares con depresión: la incapacidad para buscar o experimentar placer, médicamente conocida como la anhedonia.

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"Imagínate que estás estresado, muy pero que muy estresado, y que simplemente no quieres ir a tomar algo con tus amigos. Simplemente no te apetece", dijo el Dr. Nial Lally, uno de los investigadores del estudio, a VICE News. "Así es como se siente la anhedonia".

La ketamina no solo trata la anhedonia, sino que actúa en unos 40 minutos después de una sola infusión, según el estudio. Otros síntomas depresivos mejoraron en dos horas, y los efectos anti-depresivos de la ketamina duraron hasta dos semanas en algunos pacientes.

El estudio se centró en personas con síntomas que resistieron el tratamiento. Para medir los resultados, los investigadores utilizaron la tomografía por emisión de positrones, que mide la función cognitiva mediante la monitorización de la actividad mientras un indicador de sustancias se abre paso a través del cerebro.

La rapidez con que empieza a actuar la ketamina es uno de los aspectos más útiles del estudio, dado que la nueva generación de antidepresivos puede tardar entre tres y seis semanas (y a veces incluso más) en hacer efecto, dijo Lally. Según Lally, él y los otros cinco científicos que contribuyeron al estudio les fueron motivados por la falta de investigación y desarrollo de la industria farmacéutica en el área de los fármacos psiquiátricos.

"Quería explorar la anhedonia, y la ketamina ha demostrado ser un tratamiento efectivo para la depresión, así que pensé que valdría la pena probarlo", dijo Lally. "Además, la anhedonia es un síntoma muy extendido, que actualmente nadie ha conseguido de tratar de forma efectiva. Pensando en cómo la ketamina podía ser útil, creo que podría llevar a desarrollar otros fármacos que sean menos perjudiciales para los usuarios".

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Lally se refiere, con esta observación, a los efectos secundarios bien documentados de la ketamina, que incluyen daño a la vesícula biliar, así como efectos nocivos sobre las funciones cognitivas. "No es una droga limpia", afirmó.

La idea a largo plazo sería desarrollar un fármaco que reemplazara la ketamina y que produjera los efectos sin las consecuencias negativas. Lally dijo que espera poder ofrecer el tratamiento a largo plazo para los pacientes depresivos bipolares, teniéndose que tomar el medicamento solo una vez a la semana. Lally y sus compañeros ya han empezado a trabajar en una versión ampliada del estudio que implica la participación de unos 50 pacientes.

El gigante corporativo Johnson & Johnson, así como otros investigadores del NIMH han estado trabajando en el uso de la ketamina para tratar la depresión durante años, logrando avances lentos pero firmes hacia la consecución de una cura. Johnson & Johnson ya tiene un espray nasal - utilizando una imitación de la ketamina - que está sometido a un largo y costoso proceso de autorización por parte de la Administración de Alimentos y Drogas.

Desarrollada inicialmente en la década de 1970, los veterinarios han usado la ketamina como anestésico y en ocasiones, aunque rara vez, ha sido recetada a pacientes humanos. Esto se debe a que el fármaco puede inducir reacciones psicodélicas, tales como las alucinaciones y la psicosis. Cuando los pacientes ingieren grandes cantidades de la droga corren el riesgo de desencadenar estos efectos psicodélicos, que se conocen comúnmente como "entrar en un agujero K".

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Las dosis que recibieron los pacientes en el estudio de Lally fueron muy inferiores a lo que se suele utilizar para divertirse. Los usuarios que la toman con fines recreativos, a menudo consumen dosis que van desde 30 hasta 300 miligramos, y la droga generalmente se inhala o se ingiere por vía oral.

"Ninguno de nuestros pacientes ha entrado en un agujero K", bromeó. "Estamos administrando 0,5 miligramos por kilogramo de ketamina [al paciente]. La gente no hace esto para divertirse".

La ketamina es una de las varias drogas psicodélicas que han atraído la atención de la comunidad científica en las dos últimas décadas, después de años de ser ignorada por los investigadores o de ser relegada a la clandestinidad. Este cambio se debe probablemente al cambio de actitudes culturales derivado de la percepción de fracaso de la "guerra contra las drogas" de Estados Unidos, señaló Brad Burge, el director de comunicaciones de la organización sin ánimo de lucro Asociación Multidisciplinaria para los Estudios Psicodélicos (MAPS), a VICE News. Como resultado, gran parte de la investigación que fue dejada de lado o mantenida en la clandestinidad está ahora recibiendo una mirada fresca.

"A finales de 1960 y principios de 1970 se produjeron numerosos y considerables trabajos investigación", dijo el Dr. Andrew Feldmar, psicólogo canadiense, a VICE News. "Gran parte de la investigación fue olvidada, la investigación que está ahora resurgiendo no es nueva, se está haciendo el trabajo que ya se ha hecho anteriormente de forma clandestina, aunque ahora de forma legítima".

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Sustancias como el MDMA, la psilocibina (hongos alucinógenos), e incluso el LSD - todas ellas consideradas entre las sustancias más peligrosas y adictivas que se conocen - se han sometido a pequeños y exitosos estudios que han resultado prometedores, sobre todo en los últimos 10 años.

"Hay beneficios concretos que podemos ver, la evidencia está verdaderamente legitimando", dijo Burge. "La ciencia está empezando a ponerse al día. El MDMA está a punto de ser el primer psicodélico que llegue a prescribirse científicamente probado".

Según Burge, MAPS tiene actualmente cuatro estudios en curso relacionados con el MDMA, y en unos ocho años y otros 12-15 millones de dólares, espera tener un fármaco aprobado para ser prescrito a los pacientes.

A pesar de haber conseguido algunos logros, gran parte de la investigación oficial aún está dando sus primeros pasos. Aunque los científicos están empezando a aceptar que algunas drogas, como la ketamina, tienen un enorme potencial, la relativa escasez de investigación global sugiere, para algunos, que todavía hay cierto estigma entorno esta área.

"Grandes fundaciones y el gobierno no quieren llevar a cabo investigaciones con drogas psicodélicas", aseguró Burge. "Hay un estigma que dificulta la financiación de la investigación."

Sigue a Max Cherney en Twitter ​@Chernandburn

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