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¿Está el gobierno español librando una guerra contra los anarquistas?

Si te guías por las noticias, parece que sí.

Este jueves la policía anunció el arresto de cinco miembros de un grupo anarquista acusados de poner bombas en al menos dos catedrales a lo largo del año pasado. Esta sería la primera vez que los anarquistas habrían cruzado la línea de lo que puede considerarse desobediencia civil a lo que se entiende como terrorismo desde el final de la guerra civil, y comprensiblemente, los arrestos están obteniendo  un montón de atención.

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Me gustan los anarquistas. En gran parte, un socialismo no jerárquico tiene bastante sentido y además son de los únicos grupos políticos con los que te puedes emborrachar sin tener que preocuparte por estar bajando la guardia. (Como el afeminado extranjero que soy, nunca me he sentido totalmente en casa saliendo de juerga con la brigada neo-nazi.) Así que no tuve ni que ocultar mi curiosidad natural  a base de indignaciones falsas  cuando me enteré sobre lo de las bombas que colocaron en la basílica del Pilar en Zaragoza el pasado octubre y empecé a rastrear información a través de internet.

Claramente inspirado por Bader Meinhoff y tomando el nombre del anarquista de finales de siglo que casi hizo estallar al Rey de España, el Comando Insurreccional Mateo Morral parecía bastante sexy sobre papel, incluso si sus objetivos –catedrales- y su aparente escasa habilidad para hacer una bomba que funcionase no eran muy convincentes. Aún así, casi todos los grandes medios de comunicación se han hecho eco de la historia, añadiendo información histórica sobre Mateo Morral al final de los artículos. Es bastante comprensible ya que -2 años después de que ETA anunciara el cese de la actividad armada, se anunciaba una nueva amenaza terrorista , y lo que es más, una de local y con un precedente histórico.

Curiosamente, el trasfondo histórico de atentados anarquistas no está necesariamente confinado a los tiempos anteriores a la guerra. En particular, el año pasado se vio un goteo constante de operaciones policiales y, en consecuencia, de noticias relacionadas con grupos de extrema izquierda.  Si bien esta fue la forma masiva en la que el Ayuntamiento de Madrid pudo culpar los alborotos del 14N de los “Bukaneros” (los seguidores del Rayo Vallecano) o el arresto en mayo de 5 activistas en Barcelona bajo la acusación de acto terrorista, la vigilancia de la policía y las sospechas hacia esos grupos están indudablemente en alza. (Recientemente, un grupo llamado “Stop Control” anunció el descubrimiento y el desmantelamiento de una cámara CCTV disfrazada  para parecer un conducto de ventilación, instalada en el techo de una escuela de primaria y enfocada hacia una casa ocupada llamada “Kasa de la Muntanya”. Esto está bien en las películas de Bourne pero es ciertamente preocupante desde el punto de vista de las libertades civiles.)

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De todos modos es destacable como el incremento de vigilancia no ha supuesto el descubrimiento de un montón de evidencias de ilegalidad. Pese a su ocasional exuberancia verbal parece que los movimientos anticapitalistas y anarcosindicalistas españoles están compuestos por un puñado de gente bastante pacífica.

Sin embargo, la falta de evidencias no supone ningún problema a la hora de crear una caza de brujas, ya sean las políticas anticomunista de la América de McCarthy o la idea, cada ves más escuchada en la derecha europea, de que los emigrantes nos están robando los puestos de trabajo. Sea cual sea la verdadera magnitud de la amenaza, la acción policial y la información que han estado divulgando hasta ahora los medios han supuesto una buena ayuda a la hora de convencer al país de que los anarquistas no quieren nada bueno.

Algunos blogueros incluso han ido más lejos como para sugerir que la campaña de colocación de bombas fue en sí misma una operación de bandera falsa organizada por el gobierno para vilipendiar la izquierda anarquista. Algunos comentarios en lahaine.org y Contrainfo denunciaron el lenguaje utilizado en el texto del comunicado alegando responsabilidades ya que “correspondía a un claro estereotipo anarquista” y señalaron que quizás las únicas personas a quienes les podría interesar el Santo Patrono de la Guardia Civil, eran los propios policías. Me encanta una buena teoría conspirativa, pero incluso para mi mente paranoica, esto es un poco demasiado.

Aún así, esto no está al nivel de la escandalosa cantidad de desinformación propuesta por la policía  antes de los arrestos. Algunos artículos decían que la policía estaba investigando grupos de anarquistas afincados en Madrid como podrían ser Bandera Negra, y que los sospechosos eran todos españoles. Y dado que los arrestos se hicieron en Barcelona y que había dos chilenos, un italiano y un argentino involucrados, resulta una operación policial un tanto de pacotilla. Un intento de convencer a los culpables reales de que estaban fuera de foco o, lo que es más probable –una forma de desacreditar aún más la izquierda a base de estereotipos preconcebidos.

Mientras que el 15-M era un movimiento declaradamente apolítico la mayoría de las estructuras organizativas (horizontales, asamblearias) y los objetivos (redistribución de la riqueza, desconfianza en un sistema capitalista sin control), fueron copiados en primer lugar -o en su mayor parte compartidos- de la izquierda anarquista. El abrumador apoyo social que han recibido estas ideas es comprensiblemente amenazante para un gobierno conservador de derechas que se decanta por apoyar los intereses del negocio privado (y el provecho personal) por encima de la mayoría de otras cosas. En este contexto, ¿es realmente absurdo sugerir que un gobierno a la defensiva utilice la totalidad de su aparato estatal para mantener su posición en el poder?

Los 5 detenidos se enfrentan a sentencias de más de 25 años si son declarados culpables.