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Cultură

El nuevo libro de Juan Soto Ivars es bueno que te cagas

Reproducimos un capítulo de “Ajedrez para un detective novato”.

Cuando no está sacándose fotos junto a Borbones, o escribiendo artículos largos y bien intencionados para El Confidencial, nuestro amigo Juan Soto Ivars se dedica a escribir libros. Desde el 2011 ha publicado tres novelas en tres géneros distintos y en tres editoriales distintas, lo cual nos lleva a pensar que además de ser prolífico está librando una guerra psicológica en contra de la industria de las letras españolas.

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Su nuevo obra, “Ajedrez para un detective novato”, es una novela negra sobre un ‘negro’ que acaba metido en una serie de investigaciones basadas en sus tramas. El resultado es algo parecido a esta peli de Tom Selleck de los 80 de la que ya nadie se acuerda, pero cruzada con desparrames imaginativos reminiscentes del Fan Fiction más loco.

En el capítulo que reproducimos abajo el protagonista biónico está investigando un serie de atentados en retretes, cuando asiste a un mitin de unos activistas a favor del derecho a cagar.

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PATRICIO CUETO

Entré en el salón de actos y tuve que quedarme de pie, pues la platea estaba abarrotada de gente. En ese momento, los focos se atenuaron y un cañón de luz dio en la figura oblonga de Patricio Cueto, el presidente de la Fundación Dignidad. Se mesó la perilla negra parecida al sobaco de una italiana y empezó a hablar cuando los aplausos del auditorio se lo permitieron. Mientras leía su ponencia, yo estuve dando paseos, componiendo un fichero mental con las caras de jóvenes con pinta de volar retretes con explosivos.

Puesto que la conferencia se publicó transcrita en los periódicos, no me ha sido nada difícil conseguirla. Dijo así Patricio Cueto:

«A mí me salvó la vida el cagar, y puesto que a ello se lo debo todo me comprometí a dignificar este asunto tan necesario como el comer, y hoy me complace mucho estar ante ustedes inaugurando esta fundación. Han sido muchos años de trabajo y tremendas batallas y desoladoras cuitas lo que hemos tenido que atravesar. Bien cierto es que empecé yo solo, igual que se caga solo, en esta cruzada por la dignidad y la defensa del zurullo y del asunto de echarlo por el culo, pero también es verdad que no hubiéramos llegado tan lejos de no ser por todos ustedes y algunos que tristemente ya no están.

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»Hagamos un minuto de silencio por quienes no cagarán más.

»Gloria a todos.

»Bien. Nuestra fundación nace hoy con el mismo vigor con que asoma del cuerpo humano un recio bastón intestinal. Su misión es defender la deyección humana y dignificarla, en contra de todas las personas que se han mofado de ella, que han hecho bromas a costa de la almorrana o el forúnculo y aún de las barrocas creaciones del intestino grueso. Contra todos aquellos que, en una sociedad civilizada, se empeñan todavía en hacer chiste de algo tan natural y tan necesario. Lucharemos contra la tradición, contra esa palabra malvada que es “escatología”, batallaremos todos los sentidos cagones que consideramos esta parte final del proceso nutritivo un asunto de importancia capital para la supervivencia humana.

»Todo el mundo sabe cómo fue que me salvé de la muerte, pero es bonito recordarlo. Yo estaba cagando cuando los ladrones entraron en mi vivienda y asesinaron a mi compañera, Isis Velasco, y de no haber estado yo en el cuarto de aseo hubiera corrido la misma suerte. Salí de mi fortaleza después de limpiarme el culo con esmero. Todos sabemos que hasta en la mayor catástrofe conviene observar la higiene del culo, pues si hay que correr será menos fatigoso y si hay que sentarse será más cómodo. Así que me limpié el culo hasta que el papel quedaba blanco después de la pasada y me subí los pantalones y salí. Mi esposa estaba tirada en el suelo. Se habían llevado la televisión de plasma y las joyas que ella guardaba y luego la habían matado. Después de llamar a la ambulancia y la policía recordé que no había tirado de la cadena. Fui al váter y cuando vi mis zurullos en la taza empecé a llorar.

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»Gracias. Gracias, por vuestros aplausos, amigos míos, compañeros. Empecé a llorar de gratitud al ver esa masa vitalista que se apretaba en el cuenquillo de la taza. Esa parte de mí que no sabía de mi pena, que tampoco sabía que me había salvado la vida. Ese objeto inanimado y marrón al que yo le debía tanto. Tiré de la cadena y fue entonces cuando tuve la idea de ayudar al ñordo, pero tardaría algún tiempo en darme cuenta de cuáles eran sus verdaderos problemas. La malvada escatología estaba dentro de mí también, pues al igual que en el estreñimiento, esta vocación aparece tras un esfuerzo de expulsar de uno mismo viejos conceptos que tiene dentro.

»La ofensa me ayudó a descubrirlo. Todo el mundo hacía chistes con este asunto. No digo que no lo sigan haciendo, pues todavía tenemos pendiente el reto de educar a la población, acostumbrada desde hace siglos a tomarse todo esto a pitorreo. Recordemos que el mismo Quevedo, gran poeta por todo lo demás, dedicó a las posaderas sus Gracias y desgracias del ojo del culo, de tono equivocadamente satírico. La tradición está en contra de nosotros, aunque era peor en aquellos primeros años de lucha, pues a la mínima mención de nuestras ideas se desataba una hilaridad hostil.

»Nos tenían miedo, porque la verdad siempre llega al mundo envuelta en misterio, y el misterio de la verdad provoca temor. Lo recuerdo como si fuera ayer, aunque han pasado muchos años. Una noche estaba cenando con unos amigos de aquella época. Me excusé para ir al cuarto de baño y allí me senté a disfrutar de la vida. Cogí un periódico, examiné las etiquetas de los productos de limpieza, en fin, estaba allí mejor que en el salón, y es posible que me demorase. Cuando reaparecí entre los que creía mis amigos, empezaron a hacer bromas. Decían cosas horribles, que si había plantado un pino, que si había echado a Obama a la piscina, que si… Perdonad, perdonad. Sé que hiere vuestra sensibilidad, pero también los judíos se torturan recordando el Holocausto, pues eso les garantiza que no vuelva a ocurrir.

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»Les miré uno por uno y les dije que no tenía ninguna gracia. Me preguntaron si estaba enfermo y les dije que no, que había sido una cagada muy agradable, mucho más agradable que sus bromas obscenas, y como reían nuevamente me largué de allí. Fue esa noche cuando empecé a escribir en las paredes de todos los retretes públicos que encontraba nuestro lema y mi número de teléfono, y así empezamos a crecer.

»Decía… ¡Todos juntos!

CAGAR DA LA VIDA. REÍRSE DEL CAGAR ES REÍRSE DE LA VIDA. NO ESTÁS SOLO EN TU RETRETE. DIGNIDAD.

»Gracias, amigos, gracias. Me emociona vuestro clamor. Algunos de vosotros estabais al principio. ¿Dónde está Paula? ¿Dónde…? ¡Hola! Jaja, sí. Lo diré. Ella es modesta. Nadie he visto que cague como ella. Pocas esculturas efímeras tan hermosas, parecidas a la Fontana di Trevi, he visto en una taza como las suyas. Démosle un aplauso. No te escondas, Paula, ¡tú fuiste de mis primeras aliadas!

»Bien, decía que unos pocos estuvisteis en aquella época. Recordemos nuestro primer éxito, la primera vez que, convertidos en grupo de presión, denunciamos a ese humorista abominable de la televisión que tanto se mofaba del cagar. Recordemos cómo nos mencionaban los periódicos al principio, como a un puñado de fanáticos absurdos, y cómo hablaban de nosotros después de ganar el juicio, con cuánto respeto. A partir de ahí todas las menciones escatológicas fueron suprimidas de los libros de estilo y a nadie le estaba permitido decir “la he cagado” como si fuera malo, sino que empezó a implementarse como algo bueno.

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»Y qué alegría la primera vez que el Real Madrid ganó la liga y en las portadas de los periódicos aparecieron frases como “El Madrid Caga la Liga” o “Cagada Inmensa en el Bernabeu”. Y qué alegría cuando los políticos empezaron a incluir en sus programas electorales promesas para nosotros. En aquella época me di cuenta de que el movimiento vencería. De que venceremos.

»Hoy, en el aniversario de la Primera Ley de Respeto por la Defecación aprobada en el Parlamento hace seis años, logramos finalmente tener nuestra propia fundación. Gracias, gracias. Abriremos un museo que recogerá las más bellas deyecciones. Para informar a la sociedad tendremos la oficina permanente de atención al cagadero. Para educar crearemos nuevos grupos de trabajo. ¡Gracias! Además, estamos preparado ya el Primer Certamen Internacional de Zurullos, que esperamos reciba gran afluencia de originales.

»Bien, amigos, no quiero extenderme. Basta decir que nadie más empleará términos peyorativos para referirse a esta grandeza que iguala a todos los hombres desde antes de que existieran los Derechos Humanos. Nadie, y recalco, nadie volverá a mirar mal a una persona que, con el vientre revuelto, ha tenido una mala travesía y ha dejado en el cuarto de baño un aroma fuerte, con cuerpo, con personalidad.

»Educaremos a los ciudadanos de nuestro país en los matices de estos perfumes, en las sonoridades musicales de la simpática y entrañable pedorreta y en los rotundos y acuáticos plops.

»Sé que todavía tenemos muchos retos por delante. Que hay muchos escépticos, muchos cínicos dispuestos a mofarse. Sed fuertes, plantadles cara y no dejéis de denunciar. Digámoslo otra vez todos juntos, para que nuestra palabra haga temblar a las cañerías más profundas del subsuelo:

CAGAR DA LA VIDA. REÍRSE DEL CAGAR ES REÍRSE DE LA VIDA. NO ESTÁS SOLO EN TU RETRETE. DIGNIDAD.”

ILUSTRACIÓN DE POL RODELLAR

Ajedrez para un detectivo novato lo edita Algaida. Lo puedes comprar aquí.