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Vuelve el ochentero latino: ¿por qué está de moda la narcoestética?

Cuando le robamos el bigote a Pablo Escobar y la cadena de oro a los narcos colombianos para ir a la última

Camisa estampada y bigotillo. Todas las imágenes vía Netflix

Nueve de la tarde en una bodega cualquiera del barrio de moda por excelencia. El tipo que está pagando en la barra te mira de reojo y no sabes si darle toda la pasta que llevas encima o directamente darte a la fuga. Su bigotillo, la camisa abierta con el pelo en pecho y sus patillas le delatan. Él también se ha enganchado a la serie Narcos y ha decidido adoptar alguna reliquia kitsch que ha encontrado en el fondo de armario de su tío, el que se crió viendo Corrupción en Miami.

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Lo que hace años era indiscutiblemente hortera, imposible de llevar para cualquiera con un mínimo sentido del ridículo, de repente se ha convertido en popular. Pero, ¿cómo entender esta evolución? ¿Por qué regresa la estética pecholobo para demostrar al mundo que hay pocas cosas más sexys que aquellas pintas setenteras de las que todos nos hemos cachondeado en algún momento de nuestras vidas? La explicación a semejante revival se encuentra en L atinoamérica, durante el periodo ahora ya casi mítico en el que la cocaína fue ama y señora de las vidas y muertes de toda una sociedad.

Los 80: Una época dorada

Aunque la formación del Cártel de Medellín data de 1970, no fue hasta una década después cuando alcanzó su máximo esplendor. Los que en su día fueron campesinos habían conseguido controlar el 95% del mercado de la cocaína a través de las armas. Pablo Escobar, al mando del mayor cártel de la droga, era venerado por algunos al ser considerado aquel que devolvía al pueblo lo que era del pueblo.

Los que le habían visto crecer admiraban sus lujos. A la vista quedaban sus ostentosas pertenencias: las descomunales mansiones con múltiples sirvientes, coches de última generación y obras de arte a mansalva, sin olvidar la celebración de eventos sociales en sus fincas, donde se hacía apología del derroche. A nivel social su vida causó un gran revuelo, y se convirtió en el centro de todas las conversaciones.

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Según Miguel Urra, facultativo de sociología de la Universidad de Santo Tomás de Colombia, este hecho provocó que los llamados nuevos ricos optaran por lo pomposo como demostración de poder. "Las personas como Pablo Escobar eran gente muy rural, de origen campesino, a quienes les encantaba estar en la finca. Tenían un bajo nivel cultural que suplían con una ostentación que llegaba incluso a lo sexual: una persona "feita" que consigue mucho dinero y decide rodearse de modelos y misses, además de montar todo tipo de fiestas y orgías", explica.


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En el campo la diferencia de posiciones se acentúa aún más. "Es como si a un aldeano de un pueblo perdido de Galicia le toca el Euromillón y se compra lo que para él son modelos de última generación", ejemplifica Urra. La nueva condición social, la de nuevo rico, se identifica con la peculiaridad de exponer esa nueva situación que les ha caído del cielo de la noche a la mañana.

En Colombia la droga provocó un efecto dominó, y los jóvenes que veían cómo se forraban otros paisanos querían participar de aquel negocio. No fue hasta más tarde cuando se dieron cuenta de las repercusiones y de la violencia que todo aquello implicaba, y ya no había marcha atrás. "Aunque las consecuencias sociales de aquellos episodios se arrastraron muchos años, cada vez se nota menos, por suerte, el paso de las drogas por Colombia", asegura el decano de Santo Tomás.

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Los básicos de Escobar

Para reflexionar sobre la estética narco nos ponemos en contacto con Bucki, una estilista todoterreno que ha recreado el look de los cárteles de Sudamérica para diversos medios, además de trabajar con marcas como Nike, Apple o Jean Paul Gaultier.

Los complementos dorados, grandes y ostentosos formaban parte del estilismo de los narcos colombianos.

Bucki describe el perchero de los narcos como un fondo de armario abundante, de estilo pseudolujoso y abarrotado de accesorios. El polo de hilo con un punto retro y los cuellos acabados en pico con una gama cromática de rojos y amarillos son los básicos más habituales en la narcoestética colombiana. Los pantalones normalmente chinos, cortos de por sí, combinados con calcetín y zapato fino de cuero, serían otro must have para conseguir el look de Escobar.

"El narco más canalla optaría por las camisas de seda estampadas de esas que se pueden encontrar en thrift shops, y las llevaría con tres de sus botones abiertos", nos explica Bucki. "Los complementos de oro como sellos y cadenas están relacionados con el tema religioso, y también eran esenciales en un entorno de nuevos ricos colombianos. Esa estética de gángster tiene claros referentes en la chulería de Al Pacino en la pantalla. Los trajes chaqueta de color crudo con una camisa blanca o negra abierta y las gafas de sol tuvieron una gran influencia en Sudamérica".

La estilista asegura que, curiosamente, las nuevas generaciones se dedican más que nunca a la búsqueda constante de lo retro. "Estéticamente la época de los 70 y principios de los 80 ha sido un claro referente para la cultura hipster. Se trata de una época muy marcada, guay, cool. Hubo un impasse noventero, pero ahora claramente vuelve el ochentero latino. Tanto musicalmente como culturalmente ha vuelto en el back in the days y nos estamos acercando al latin world".

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Según nos cuenta, estas combinaciones extremas al estilo bermuda y chancla piscina se exageran a la hora de hacer dosieres de vestuario. "Siempre hay que ir por delante, algo alegre y divertido para que en pantalla aparezca más light".

De la pantalla al nicho

"Somos muy permeables a las influencias que recibimos por parte de las series", asegura Daniel Rabaneda, diseñador y profesor del Centro Superior de Diseño de Moda de Madrid. "Producciones como Narcos o Stranger Thingsestán influyendo estéticamente sobre un nicho de la población. El fenómeno fan cala mucho. En su momento Madonna o las Spice Girls inspiraron la manera de vestir de los jóvenes de entonces. Ahora es el turno de las series y las producciones", afirma.

Los bigotes y los polos de marca han inspirado claramente a un sector de la población que busca constantemente nuevos cambios.

En un momento en el que todo vale y en el que nadie se sorprende de nada, Rabaneda explica que hoy en día todo está permitido, incluso lo que antaño era visto como hortera o choni. Cuando la gente que se cría en un entorno económico bienestante se aleja de la etiqueta emerge una necesidad de buscar cosas nuevas que a la vez son viejas. "Nos cansamos de todo enseguida y por eso recuperamos tendencias constantemente, aunque con una vuelta de tuerca. Hay una necesidad de cambio constante y absorbemos influencias de todo lo que nos rodea".


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Buscamos encajar entre diferentes estéticas y experimentamos con lo que vemos para divertirnos, para construirnos una identidad. Es por ello que no nos da miedo afeitarnos la barba y ver cómo nos queda el mostacho, o peinarnos de lado como si nos hubiese lamido una vaca. "En un mundo en el que estamos acostumbrados a tenerlo todo de inmediato, intentamos satisfacer unas necesidades estéticas que pasan por probar con aquello que tenemos a mano", concluye Rabaneda.

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Cómo las marcas se contagian de la narcoestética

Si eres de los que sigues la moda quizás te habrás dado cuenta de que el vestuario utilizado en series como Narcos no es muy distinto al que algunos adoptan hoy en día. "Los de la DEA llevan las Members Only sin la etiqueta puesta", nos espeta Bucki, "y si os fijáis los polos perforados y las camisetas imperio de toda la vida son las típicas que llevaban ya los abuelos". Lo que antes llevaba tu padre, ahora lo tienes tú en el perchero, incluyendo aquellas camisas de seda con estampados de todo tipo.

Lo vemos en marcas de ADN Italiano (desde Gucci a Valentino o Cavalli), y también en marcas jóvenes, novedosas y alternativas. Firmas que viven del fenómeno internet, Instagram y redes sociales, lideradas por jóvenes, cuyo eje principal es el mundo online.

Las grandes firmas se hacen eco de los polos con mezclas de lineas de colores. Las camisas setenteras hawaianas se están recuperando. Los estampados tropicales fueron tendencia el pasado verano y las grandes marcas estamparon palmeritas en sus camisas más atrevidas. Lo mismo ha pasado con los disco pants de American Apparel, que se han recuperado de los años 60.

Parece que todo vuelve, sí. Así que mejor nos vayamos haciendo la idea que cualquier día después de habernos enganchado a The Crown, tendremos que enfundarnos corsés y vestidos de princesa para ir a la última moda. A Daniel Rabaneda no le sorprendería en absoluto: "estando entre mis alumnos he visto absolutamente de todo".