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Cada uno ve lo que quiere ver: el depravado mundo de Disney

Todos los penes erectos, posters de tías en bolas y sexo en el cielo que nos tragamos de niños.
Ilustración por David Sánchez.

_Os ofrecemos un capítulo en exclusiva de _Kubrick en la luna y otras leyendas urbanas del cine, editado por Errata Naturae.

Uno de los mayores logros de la animación es poder contar historias con distintos niveles de lectura. Los niños pueden entretenerse con los personajes y su aventura principal y los adultos pueden captar el mensaje latente. Pero una cosa es encontrar un mensaje implícito y otra muy diferente es descubrir un mensaje subliminal. Quién todavía piensa que los dibujos animados sólo son para los más pequeños de la casa no es consciente de lo libidinosas que pueden ser las películas del mayor estudio de animación: Disney, por supuesto. La compañía es experta en introducir pequeñas dosis lascivas en las mentes más volubles a través de sus dibujos animados, así que ya podemos culpar a Mickey Mouse y a sus secuaces del cada vez más precoz despertar sexual de los chavales. Afortunadamente, existen ciudadanos ejemplares preocupados por los niños que dedican todo su tiempo y esfuerzo a desenmascarar estas guarradas ocultas bajo un halo de candidez y a defender la decencia. Gracias a ellos, descubrimos toda una colección de momentos erótico-festivos en el maravilloso mundo mágico de Disney.

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«¿Qué puede haber allá fuera que causa tal emoción?», se preguntaba el cangrejo Sebastián, el personaje más sabrosón de La sirenita (Ron Clements y John Musker, 1989), ante la insistencia de Ariel en abandonar la plácida vida bajo del mar. Ariel se había enamorado de un hombre de verdad y para conquistarle quería tener piernas. Es normal que la joven sintiera esa curiosidad después de crecer en un lugar dominado por un palacio con un torreón con evidente forma fálica. Cuando La sirenita salió a la venta en cinta de vídeo, llamó la atención precisamente este detalle en la ilustración del póster que servía como carátula. Se cuenta que aquel «miembro» fue dibujado a propósito, como venganza del ilustrador después de descubrir que iba a ser despedido, pero ése no fue el único pene con el que se relacionó la película. En la escena en la que el príncipe Eric va a casarse con la malvada Úrsula, convertida en una bella señorita, parece que el sacerdote que oficia la ceremonia se alegra tanto de verla que tiene una súbita erección.

Ejem…

El mensaje subliminal de Aladdín (Ron Clements y John Musker, 1992) es, sin embargo, de los que no se ven, sino que se oyen. El protagonista, disfrazado de príncipe, llega al balcón del palacio de Agrabah montado en la alfombra voladora con la intención de ir a por todas con su objetivo de la noche: Jasmín. Cuando queda fuera de plano, el pícaro Aladdín dice: «Good teenager, take off your clothes» (adolescentes obedientes, quitaos la ropa), ante la patidifusa mirada de la princesa antes de ser invitada a descubrir un mundo ideal.

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En El rey león (Roger Allers y Rob Minkoff, 1994) no paraban de insistir en que para continuar el ciclo de la vida hay que mantener relaciones sexuales, ya que la palabra «SEX» aparece en todos los rincones de la sabana. El momento más evidente es la escena en la que un Simba ya adulto suspira mirando a las estrellas y el polvo que levanta dibuja en el cielo estas tres letras. También se puede ver un bonito trasero femenino en uno de los carteles de la película en la cara del león.

Ante tanta depravación y tanto desorden moral, en 1995, la asociación cristiana American Life League ya no pudo más e instó a boicotear a Disney por todos estos mensajes subliminales. Por su parte, Janet Gilmer, una mujer de Arkansas escandalizada por semejante despropósito, demandó a The Walt Disney Company y a Buena Vista Home Video molesta por la incitación que abanderaba el estudio para que los más inocentes se descarriaran en favor de una vida libertina.

Para arrojar un poco de verdad sobre todos estos supuestos mensajes sexuales, el Huffington Post entrevistó a Tom Sito, uno de los antiguos animadores de Disney. Sito diseñó el personaje del sacerdote de La sirenita y explicó que lo que se movía bajo su ropa eran las rodillas: «El chiste está en que el hombre está sobre una caja, y sus ropas, esos grandes vestidos de sacerdote, están caídas sobre ella, cubriendo todo su cuerpo. La gente sólo ve lo que quiere ver». Sobre el controvertido cartel de la película, el ilustrador que lo hizo no iba a ser despedido, ya que era una persona externa que ni siquiera trabajaba dentro de Disney. La compañía declaró que aquella coincidencia había sido un accidente y que fue el resultado de trabajar deprisa y corriendo a altas horas de la madrugada para terminar el diseño del cartel. Respecto a la peculiar forma que tenía Aladdín de tirarle los tejos a la princesa, el estudio insistió en que lo que de verdad decía el protagonista era: «Good tiger, take off and go» (tigre bueno, lárgate), ya que en ese momento se le había acercado Rajah, la mascota de Jasmín. Además, para Sito aquella frase no tenía razón de ser: «Los dos animadores que hicieron esa secuencia eran tipos muy religiosos. No encajaría con su sentido del humor».

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Algo parecido sucede con el doblaje al castellano de la película Hércules, cuando un grupo de muchachas desatadas le avasallan como harían unas fans con su ídolo musical, y la rubia del grupo parece decir: «Quiero follarle», cuando lo que está diciendo es: «Voy a desmayarme». Una muestra de que, independientemente del idioma, muchas veces cada uno oye lo que quiere oír.

Por último, con respecto al repetitivo mensaje subliminal en El rey león, para Sito es una mención a las siglas en inglés del departamento de efectos especiales: «No pone "SEX", pone "efectos especiales". Es "SFX"». La lectura de las letras es interpretable y éstas se mantienen en las copias actuales de la película; sin embargo, en las ediciones en DVD de La sirenita y Aladdín, se eliminaron las rodillas del sacerdote en el controvertido fotograma y no se oye la incitación al desnudo.

Pero no todo son posibles interpretaciones eróticas en el mundo de Disney, ya que en una de sus películas se incluyó un desnudo real. A pesar de la tensión sexual que existía entre Bernardo y Bianca en Los rescatadores (John Lounsbery y Wolfgang Reitherman, 1977), el momento caliente sucede cuando la pareja vuela sobre el albatros a gran velocidad. Al pasar delante de un edificio, se observa la fotografía de una señorita con los pechos al descubierto.

Nunca se ha revelado la identidad de la persona que tuvo esta ocurrencia en un momento en el que el cine se hacía para ver una vez en pantalla sin posibilidad de rebobinar, pero la compañía siempre justificó que no fue ninguno de sus animadores, sino alguien ajeno al estudio durante la posproducción. A Disney le salió cara la broma y, en 1999, tuvo que retirar tres millones y medio de copias con el relanzamiento de la película en cinta de vídeo. Sito explicó que, en ese momento, los antiguos ejecutivos de la compañía ya no trabajaban allí y los nuevos no sabían nada de la inclusión de la mujer desnuda. Para esta reedición se utilizó el negativo original de 1977, donde aparecían los controvertidos fotogramas. No obstante, según el animador, aquella broma oculta era un secreto a voces: «Si alguien le hubiera preguntado a algún artista, le habrían dicho: "Claro, hay una imagen de un desnudo ahí, las páginas centrales de Playboy. Todo el mundo lo sabe". Todos los del mundillo de la animación sabíamos lo de la chica de la revista. Pero nadie nos preguntó». Toda esta campaña no era un mal reclamo para un clásico de Disney con menos tirón en comparación con otros títulos. Eso sí, el ojo humano apenas podía percibir la imagen del desnudo, por lo que para contemplar a la mujer en todo su esplendor era necesario congelar la imagen y buscarla fotograma a fotograma.

Y puestos a buscar pequeñas guarrerías fotograma a fotograma, lo mejor es hacerlo con el icono sexual animado de los ochenta. Jessica Rabbit no era mala, ¿qué culpa tenía ella si la habían dibujado así? Y es que los maliciosos animadores de la película se dieron el gustazo de incluir unos fotogramas en los que se comprobaba que la mujer de Roger Rabbit iba «en plan comando». Después de que el frenético taxi choque contra una farola, el detective Eddie Valiant (Bob Hoskins) y la explosiva cantante salen por los aires. Mientras Jessica cae al suelo, parece que a los animadores se les olvidó dibujarle ropa interior. Con el lanzamiento de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (Robert Zemeckis, 1988) en Laserdisc en 1994, el nuevo formato permitía ver las imágenes con mayor nitidez.

Mientras los medios de comunicación se hacían eco, las ventas de la película aumentaron. Disney trató de quitarle hierro al asunto justificando que la película era un lanzamiento de Amblin Entertainment y Touchstone Pictures: «De todos modos, la película nunca fue pensada para niños. Si lo hubiera sido, se habría lanzado bajo el sello de Disney. Ésta es la misma compañía que lanzó Dobles parejas y Pretty Woman. El sesgo del mercado es diferente». En ediciones posteriores en DVD, el vestido de la señora Rabbit fue retocado ligeramente para ocultar sus intimidades. Tom Sito defendió las pequeñas ocurrencias que los animadores tenían por entonces: «Ya se sabe que antes del vídeo, el VHS, el VCR y todo eso, la gente solía colocar pequeños chistes privados en las películas porque esas cosas duraban un fotograma de los veinticuatro que contiene un segundo. Pensabas: "Bueno, nadie va a ver nada". Así que los dibujantes lo hacían como una broma. Pero desde que en la actualidad se puede rebobinar, la gente lo mira todo, incluso las películas antiguas. Van fotograma a fotograma planteándose preguntas sobre todo». Eso sí, fue muy cauto al hablar sobre si él hizo algo parecido en su trabajo: «Si lo hice, no diré nada. Eso le da a la gente algo que hacer en un día lluvioso». Ha llegado el momento de desempolvar esas viejas cintas de vídeo.