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Cultură

Sugar Weasel, el único e inigualable payaso ‘escort’

Sugar Weasel lleva desde los noventa trabajando como payaso escort, un trabajo que durante un tiempo compaginó con ser un payaso de cumpleaños infantiles.

En el primer correo que recibí de Sugar Weasel, el payaso "acompañante" (Doug Wright es su nombre real), me dijo: "Estoy aquí sentado, desnudo, comiendo dulces. Me encantaría darte una entrevista (eso en código quiere decir follar, ¿no?)"

Bueeeeeno. Al principio, me pone un poco nerviosa pensar que puede estar hablando en serio, pero curiosamente él también está nervioso porque pensaba que era una agente de la brigada antivicio, y no de VICE. Al parecer, ser el único payaso acompañante en Estados Unidos lo ha dejado tras las rejas en varias ocasiones. Una vez aclaramos las cosas ("¡te juro que no soy policía!"), estamos listos para comenzar.

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Sugar Weasel habla con un acento tejano que me hace pensar que vive en Austin, aunque trabaja mucho en Las Vegas. Se autodefine como un hillbilly de día que por las noches se pinta el cuerpo de blanco, se pone una nariz de payaso y trabaja en el "entretenimiento para adultos; un amante de primera, un rebelde y un canalla". Sugar Weasel lleva desde los noventa trabajando como payaso acompañante, cuando ponía anuncios en los periódicos locales de Los Ángeles. (En esa época también se anunciaba como "payaso" para fiestas de cumpleaños. Una vez que lo contrataban los confiados padres, fingía tener un terrible accidente y dejaba a los niños de Beverly Hills horrorizados mientras huía del lugar). Pero, en años recientes, se ha dedicado a usar sus cualidades para organizar conciertos, sesiones de fotos, despedidas de soltera y trabajar como dominante.

VICE: Incluso Sugar Weasel tiene un origen. Háblame de tu pasado. ¿Dónde naciste?
Sugar Weasel: Nací en Michigan y vengo de una larga tradición familiar de artistas y de gente del circo. Mi abuelo huyó de casa cuando tenía 14 años y se unió a un circo. Desde niño llevo haciendo una actuación de ventriloquía muy chunga; mi muñeco se llama Harold Mancock III y le hago decir todo tipo de vulgaridades, maldecir con palabras inventadas, y luego me justifico diciendo que tengo el síndrome de Tourette o alguna otra enfermedad mental.

¿Cómo empezaste a trabajar como acompañante? ¿Hubo algún momento crítico en tu vida en el que dijiste: "¡Lo tengo, voy a ser un payaso acompañante!"? ¿O fue algo progresivo?
He trabajado de payaso durante más de 20 años. Al principio, fingía tener ataques al corazón o suicidarme, por lo general a expensas de personas inocentes que creían haber contratado a un payaso cristiano. Lo de ser acompañante vino después, cuando estaba trabajando en un club para hombres y las strippers me tiraban la caña.

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¿Por qué se te conoce?
¿Además de por tener una polla enorme? De hecho, creo que eso es todo. Tengo una clientela muy diversa: recién divorciadas, novias, punkarras y mujeres casadas con ganas de follar con un tío maquillado que actúa como un retrasado mental.

Tu trabajo te arroja al corazón de la psique estadunidense en cuestiones sexuales. ¿Cómo describirías esa psique?
¿De todo Estados Unidos? Ese es un campo demográfico muy amplio para hacer semejante generalización. Si tuviera que definirlos, diría que son personas muy reservadas en público, pero unos putos freaks a puerta cerrada.

¿Varían las peticiones según la región? ¿Las chicas del sur te piden que seas un poni o las neoyorquinas quieren que les sirvas cafés con leche?
A las de Chicago les gusta que me ponga pepinillos y cebollas en el pito, pero eso es lo único.

¿Hay algo que no harías por ninguna clienta?
Voy a garitos e inauguraciones de bares gais, pero no tengo clientes hombres. No soy homófobo, pero mi herramienta no funciona así. Supongo que lo mío son las chicas.

¿Qué odias que hagan los clientes?
Quejarse del precio. Que contraten a otro payaso si nos les gustan mis precios. Ah, me olvidaba de que soy el único que existe.

¿Qué es lo más raro que te han pedido?
Participar en un ménage à trois en la serie Gigolos, de Showtime, por 500 dólares. "Ni de coña", les respondí, porque mi abuela ve softporn.

¿Te han arrestado?
Muchas veces. La última vez fue por conducir borracho. El problema fue que llevaba a otros 27 payasos conmigo en un Fiat, y 14 tuvimos que pasar la noche en prisión.

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¿Hay algo de tu trabajo que todavía te ponga nervioso o te de miedo?
Los tapones anales. No quiero nada más grande que una zanahoria pequeña cerca de mi ano.

¿Qué consejo le darías a alguien que quiere iniciarse en la dominación?
Que siempre tengan una palabra o frase de "seguridad". La mía es, "Sácame el dedo del ano".

Me voy a casar el año que viene, ¿si te contrato para mi fiesta de despedida qué es lo que puedo esperar?
Definitivamente me bebería todo el alcohol, quizá le gaste una broma al novio y finja ser su amante gay de la universidad, y estoy muy seguro de que me acostaría con tu hermana. Espera… ¿te refieres a mi espectáculo? Siempre cambia, pero ten por seguro que será algo de terror.

¡Estás contratado!

Sigue a Maude en Twitter en @MaudeChild