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Cultură

Tengo 26 años y sólo follo con ancianas

Las carnes tersas tienen su encanto pero no tienen nada que envidiar a las arrugas de la experiencia.

Tengo 26 años y cuando se enteran de que llevo los dos últimos follando solo con mujeres de más de 65, mis amigos me hacen la misma pregunta, "¿cómo empezaste a tener sexo exclusivamente con señoras mayores?".

Yo suelo contestar con otra pregunta: "¿y cuándo te dio a ti por las pelirrojas o por las que tienen un culo grande?". Al fin y al cabo, los gustos van cambiando a lo largo de la vida y los sexuales, como todos, también son transitorios.

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No conozco a nadie que siempre le haya puesto cachondo el mismo tipo de tía. Hace años me dio por las góticas y disfruté mucho del sexo hasta que me cansé y noté que empezaba a sentirme más atraído por las mujeres mayores. Lo que quizá me hace diferente es que no solapo etapas. Cuando me aburro, paso de un tipo de mujer a otro y ya no vuelvo la vista atrás.

Un encuentro sexual con una señora puede ser mucho más excitante que con una niña sosa. Estar solo con chicas adolescentes o de mi edad y de algún año menos me aburre

Y no, que mis gustos en cuanto a mujeres cambien no quiere decir que mi gusto POR las mujeres cambie. Si hay hombres de por medio en mis relaciones sexuales, tienen que tener un papel pasivo y no interactuar conmigo; como hace unos meses, cuando me monté una pequeña fiesta con una octogenaria —muy bien conservada— y un amigo suyo, pero él solo se limitó a mirar y tocarse

En fin, este último cambio de gustos, tuvo lugar hace dos años. Debuté en el campo senior durante una semanita, de vacaciones en Ibiza… y eso que me había ido de viaje con la que era mi novia. En mi defensa diré que la relación no atravesaba por el mejor momento y a la vuelta a Madrid lo dejamos.

La gente fliparía con lo activas que son muchas de ellas. Tienen tanta o más necesidad de sexo que una veinteañera bien rezumante de hormonas

La cuestión es que en la terraza de una discoteca se me acercó un cañón de mujer, que rondaría los setenta, pero con un rollo impresionante. Estuve hablando un rato con ella y conseguí robarle un beso. Me dio su número y al día siguiente por la tarde nos liamos en su apartamento.

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No creo que esto sea algo raro, pero sí quizá especial. Yo considero raro —sexualmente hablando— al que tiene vicios mucho más minoritarios, como puede ser el caso de los zoófilos, los necrófilos o incluso el tipo que te he dicho que se masturbaba mientras yo se lo hacía a su amiga. Al fin y al cabo, a mí solo me gustan las mujeres, que ahora me haya dado porque sean realmente mayores no creo que sea verdaderamente raro.

Como no podía ser de otra forma, mis amigos —los que lo saben— no hacen más que meterse conmigo, me llaman "el pastor", para que les guíe por el buen camino. Hacen bastantes chistes sobre el tema.

A partir de los cuarenta años todas las tías mienten sobre su edad cuando van a ligar. ¡Imagínate si ya sobrepasan los 65!

Reconozco que no se lo cuento a todo el mundo para evitarme los prejuicios, pero al mismo tiempo te mentiría si te dijera que no me siento orgulloso. Un encuentro sexual con una señora puede ser mucho más excitante que con una niña sosa. Estar solo con chicas adolescentes o de mi edad y de algún año menos me aburre.

Obviamente, la masturbación también va asociada a mis inclinaciones actuales. A la hora de buscar vídeos con los que satisfacer mis apetitos onanistas por internet, no es nada fácil, la verdad, porque la mayoría del público demanda juventud, por mucho que las MILF estén de moda, el límite sigue estando muy por debajo de lo que yo busco.

Casi siempre tiro de videoconferencia con señoras con las que me he acostado antes. La gente fliparía con lo activas que son muchas de ellas. Tienen tanta o más necesidad de sexo que una veinteañera bien rezumante de hormonas.

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Y hablando de esto, del límite de edad y los límites en general, es algo que siempre despierta curiosidad, lo entiendo. Mis colegas me preguntaban lo mismo cuando me dio por las gorditas, que cuál era el límite de peso para acostarme con ellas.

Yo también miento sobre mi edad; al alza, claro

La cuestión de la edad es complicada. Ten en cuenta que a partir de los cuarenta años todas las tías mienten sobre su edad cuando van a ligar. ¡Imagínate si ya sobrepasan los 65! No me fío de la edad que me dicen, solo de que esté bien conservada —para mi gusto— y me atraiga como para acostarme con ella.

Para encontrarlas no me queda otra que ir a sitios frecuentados por señoras mayores. No hay muchos sitios donde encontrar señoras mayores receptivas a ligar con chicos jóvenes a la vista de cualquiera.

Las carnes tersas tienen su encanto pero no tienen nada que envidiar a las arrugas de la experiencia

Trabajo en la noche, en varias discotecas y rara vez encuentro señoras solas. Mi cuartel general lo tengo en un conocido piano-bar madrileño donde me muevo como pez en el agua.

Tengo la fortuna de ser un buen conversador y cuando me siento junto a una señora en uno de aquellos sofás granates, siempre suele funcionar. Tengo que confesar que yo también miento sobre mi edad; al alza, claro.

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Aunque las aplicaciones y las webs para ligar son muy recomendables cuando buscas en el sector maduro, he observado que las señoras, por lo general, no son tan lanzadas como las jóvenes para arrojarse a conocer a cualquiera que conocen por Internet. Son más tradicionales y valoran que te acerques a ellas cara a cara y con formas educadas. De vez en cuando selecciono buscar mayores de sesenta y pruebo suerte, pero es complicado.

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Soy un Romeo pornográfico que no se conforma con lo que la sociedad le dice que debe hacer

Como es obvio, no me ponen todas. De la misma forma que cuando me ponían las peluqueras, no me ponían todas. Pero sí que elegir entre una preciosidad de 25 años y una señora cañón que podría ser mi abuela, lo tengo muy claro. Me he acostado con muchas jóvenes y maduras pero ahora mismo no me atraen tanto como el cuerpo de una señora mayor. Las carnes tersas tienen su encanto pero no tienen nada que envidiar a las arrugas de la experiencia.

Por otro lado, a pesar de que no tengo ningún remordimiento en acostarme con señoras, tengo que reconocer que no me gusta establecer con ellas lazos próximos al noviazgo.

Ni paseos, ni cine, ni visitas culturales. Como mucho, podemos quedar para cenar y tomar una copa tranquila. Creo que nos sentiríamos incómodos, tanto ellas como yo, si intentáramos entablar un tipo de relación convencional.

Por su parte, ellas prefieren referirse a mí como un "yogurín". "¿Quedamos esta noche, mi yogurín?" es un mensaje que recibo frecuentemente en mi teléfono. Yo creo que más que verme como un yogurín, lo que realmente les sucede es que alucinan del empeño que pongo en la cama con ellas. No me corto y las trato de la como si tuvieran mi edad. Cuando voy desatado, no les doy tregua.

Yo creo que eso me hace ser un romántico, a mi manera, pero un romántico al fin y al cabo.

Soy un Romeo pornográfico que no se conforma con lo que la sociedad le dice que debe hacer. Mis gustos sexuales son míos, ¿no? ¿O también los dictamina el Gobierno?

Mi madre está tremenda. No conozco una mujer más atractiva que ella y no me sorprendería que se hubiera echado alguna canita al aire con algún chaval durante algún fin de semana en los que se pira mi padre

He procurado ser lo más parecido a un ser romántico con mis parejas estables. Ser atento y detallista es algo que muchas chicas valoran. Sin embargo, no creo en el amor entre personas que se lleven tantos años de edad. Mi relación con las señoras que tengo son rollos y no pasa de eso. Rollos con los que de vez en cuando quedo para divertirnos y darle una alegría al cuerpo.

Precisamente por eso, nunca llevaría a una de esas mujeres a conocer a mis padres. Además, delante de mis padres procuro tener unos gustos amorosos tradicionales, al menos en lo referente a la edad. Y eso que les he presentado chicas de todo tipo de razas, profesiones y tribus urbanas.

Si puedo ahorrarles a mis padres el disgusto de imaginarse a su hijo realizando actos sexuales con una de su quinta, creo que me lo agradecerán. Aunque curiosamente, ambos rondan los 65 y mi madre está tremenda. No conozco una mujer más atractiva que ella y no me sorprendería que se hubiera echado alguna canita al aire con algún chaval durante algún fin de semana en los que se pira mi padre con sus amigos a matar patos.