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Cultură

Cosas que hacer cuando la nieve te atrapa por dos meses

Siempre debes cargar con muchos cassettes en el coche y repasar tus clases de ciencia.

Si has leído sobre Peter Skyllberg, quien asegura haber sobrevivido dentro de su auto por dos meses después de que quedara sepultado por la nieve en el norte de Suecia, seguro has pensado una que otra cosa. Número uno: 'Este hombre es un maldito mentiroso'. ¿Cómo que sobrevivió dos meses en un auto a 30 grados bajo cero? Esto, naturalmente, te lleva a pensar lo siguiente: ¿Qué hizo durante esos dos meses?

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Usando mi afinidad natural por los suecos (confesión: soy guero) y un par de fotos del interior de un auto que encontré en Internet, pude hacer un recuento de las cosas que Skyllberg hizo durante todo ese tiempo, y algo que puedes tomar en cuanto si alguna vez te encuentras en esa situación.

Peter Skyllberg pretende fumar con su aliento.
Intenta hacer una dona de humo. Intenta recordad por qué el frío lo deja ver su aliento. Seguro piensa: '¿Qué clase de ciencia es esta? ¿Biología? ¿Física? Definitivamente no es química'. Se lamenta nunca haber estudiado ciencia. En secreto, desea que su aliento se congele en una estalactita.

Peter Skyllberg juega carreras en su auto.
Encuentra un cronómetro para tomarse el tiempo. Hace una competencia. Se golpea la cabeza con el parabrisas sucio. Queda inconsciente durante un rato. En sus visiones lo visita el Pequeño Richard disfrazado de nieve. La nieve se aleja manejando un Saab clásico.

Peter Skyllberg se maravilla por cuanto ha adelgazado.
Recuerda haber visto a Christian Bale en El Maquinista, y piensa, 'Oye, seguro me parezco a él en este momento'. Intenta ver su estómago en el espejo. No puede ver un carajo. Se toca las costillas. Le pone nombre a cada costilla. Las bautiza en honor a los cuatro grandes Saab de su juventud.

Peter Skyllberg dibuja un menú para su comida en un restaurante.
Y rápidamente se da cuenta que su estómago se ha encogido tanto que probablemente no podrá comer más que una rebanada de pan, y que si logra comer algo más, seguro vomitará o morirá. Una vez más, vuelve a maldecir por su falta de conocimientos científicos y biológicos.

Peter Skyllberg escucha la radio.
La radio se rompe. Intenta arreglar la radio. La radio regresa, pero el cassette atascado en el reproductor no toca otra cosa que “Tutti Frutti” de Little Richard. Al principio, cantar con las dos cabeceras como coristas es divertido. Después “Tutti Frutti” comienza a invadir a Skyllberg. Tutti. Frutti. Tutti Frutti, au rutti; tu-tay, tu-tay… ¿La nieve se ha movido? Parece que se está acercando. Tengo una chica llamada Daisy. La radio se empieza a parecer a Little Richar. Skyllberg destruye la radio para evitar volverse loco. Se empieza a volver loco. Peter Skyllberg come muchos dulces.
Afortunadamente, hay un gran número de dulces en su auto. Se come todos los dulces lentamente. Tira las envoltura por el auto. El potencial para la creación de envoltura no ha pasado desapercibido, simplemente no ha sido explotado. Encuentra formas de convertir los dulces en nuevos platillos. Tuinky + bombones = desayuno. Tuinky + más espuma del asiento = comida. Está demasiado débil para cenar.

Peter Skyllberg hiberna.
Se envuelve en una bolsa para dormir, y se va a dormir. Tiene una infinidad de sueños en los que despierta en un auto sepultado. Despierta, y no puede distinguir entre los sueños y la realidad. Se pregunta cómo le hacen los osos. Se lamenta su falta de conocimientos zoológicos. Se propone pasar un rato con osos para aprender sobre sus costumbres. Peter Skyllberg planea un impresionante recuento en primera persona de su tiempo en el auto.
Trabaja en posibles títulos: Sueco de nieve: Una tormenta en mi Saab. Nevada Helada. Una incesante tormenta mental dentro de mi cabeza. Cómo evitar enloquecer cuando quedas atrapado en un auto (Yo no lo pude evitar). Peter Skyllberg piensa que la idea equivocada que tiene la gente sobre los inuit y el número de palabras que tienen para nieve.
Se da cuenta que no tienen tantas palabras para nieve como la gente cree, y de hecho, no tienen muchas más que los europeos. Recuerda que eran los sami del ártico quienes tenían cientos de palabras para nieve. Después de pasar meses lamentándose su poco conocimiento, este descubrimiento lo pone de buenas y, mientras levanta su cabeza para agradecer el don de la memoria, escucha a los rescatistas y sabe que pronto será libre…

@oscarrickettnow