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La hora mágica

De cuando Malcolm X se alió con los nazis

La extraña alianza entre la Nación del Islam y el Partido Nazi Americano contra los judíos de Estados Unidos.

El domingo 25 de junio de 1961, diez miembros del Partido Nazi Americano (PNA) llegaron al mitin de la organización religiosa y política Nación del Islam (NOI, por sus siglas en inglés) en Washington, liderada en ese entonces por Elijah Muhammad. El fundador del PNA, George Lincoln Rockwell, los llevó dentro de la Arena Uline, un estadio de 23 mil metros cuadrados que posteriormente sería sede del primer concierto de los Beatles en Estados Unidos. Más recto que una tabla, con mandíbula cuadrada, mirada penetrante y sin piedad alguna, Rockwell parecía un villano de Hollywood. ("Es mucho más alto que Hitler", notó Esquire en un ensayo. "Y mucho más apuesto"). Los nazis estaban superados en número de 800 a 1.

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Los guardias del Fruto del Islam, la rama paramilitar de la NOI, asustaron a los fascistas y los obligaron a sentarse en la primera fila. Sus impecables uniformes cafés y bandas en el brazo con esvásticas destacaban entre los trajes y corbatas que les rodeaban. A pesar del calor de 32 grados, Rockwell y sus hombres esperaron horas para la atracción principal del evento. El orador principal de la noche, Elijah Muhammad, canceló su aparición a causa de una enfermedad. De acuerdo con el historiador William Schmaltz, Malcolm X dio un discurso seguido de un llamado para recibir donaciones que señaló a los pocos caucásicos en la audiencia. Rockwell contribuyó con veinte dólares. Cuando la fotógrafa de Life Eve Arnold alzó su cámara para fotografiar a los nazis, se dice que Rockwell —a quien al parecer los musulmanes le hablaron de la ascendencia judía de Arnold— dijo con un tono despreciable: "Haré un jabón contigo". (Ella contestó: "Siempre y cuando no sea una lámpara").

Resultó que el antisemitismo era algo en que podía vincular a ambos grupos. Mientras Rockwell llevaba su odio por los judíos a los extremos, Muhammad respaldaba una serie de teorías racistas y creía que los judíos financiaron el comercio de esclavos. (Malcolm X era cauteloso y hablaba de las teorías de conspiración de Muhammad y no de las suyas). Hablar públicamente contra los judíos en el verano del '61 habría ofendido a la audiencia aún más que hoy en día. A casi diez mil kilómetros de distancia, el juicio de Adolf Eichmann cautivaba al mundo e incrementaba dramáticamente la cobertura de las atrocidades del genocidio judío.

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La división de razas era otro punto en común. El discurso de Malcolm X de esa noche se titulaba "Segregación o muerte". Dentro de la arena, Rockwell dijo a los reporteros: "Estoy totalmente en sintonía con su programa y tengo el más grande respeto por Elijah Muhammad". La cuestión de a dónde enviar a los afroamericanos —la NOI pedía un cacho de EU, mientras que el PNA quería una deportación a África— era, según él, su única disputa con los musulmanes.

Esto no era del todo cierto. Los nazis y la NOI también diferían en la cuestión de si los negros eran seres humanos o no. Aunque no lo creas, la NOI tiene una gran historia de tales asociaciones. Seis meses antes, Muhammad envió a Malcolm X a una junta secreta con el Ku Klux Klan de Atlanta. En una digresión a los acuerdos del político negro de origen jamaiquino Marcus Garvey con el Klan, ambos grupos hicieron una extraña tregua: seguridad en la mezquita local a cambio de apoyo en la segregación racial por parte de la NOI.

Sin embargo, esa reunión sí tuvo un propósito, sin importar cuán sutil. La alianza con los nazis no presentaba un beneficio aparente para los musulmanes. Las diferencias entre Malcolm X y Rockwell eran existenciales. Donde el primero había salido de una vida de crimen para tener una prominencia a nivel nacional, el segundo se había esforzado —al tiempo que destruyó su familia y finanzas— en convertirse en un paria nacional, hundiéndose de ser un oficial condecorado de la Marina de EU a un delirante comandante nazi en tan sólo seis años.

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La reunión en Washington podría haber proveído un amargo contraste con las pequeñas asambleas de Rockwell. Una audiencia de ocho mil personas era algo con lo que Rockwell nunca habría podido soñar. Incluso el imponente techo de bóveda sugería la arquitectura fascista que veía como su inalienable destino (a lo largo de su carrera habló repetidamente de tener el control de EU para 1972). Para el líder nazi, la alianza servía como una fantasía enraizada en un grandioso absurdo. "¿Te imaginas un mitin de nazis americanos en Union Square", escribió después a sus seguidores, "protegidos de los provocadores judíos por una sólida falange de los soldados negros y fornidos de Elijah Muhammad?"

Y mientras Malcolm X era conocido por ser una persona compleja, Rockwell era una caricatura. Con los medios controlados por los judíos, según él, la protesta política de la derecha extrema estaba condenada al fracaso.

El PNA produjo una gran variedad de productos para atraer a la juventud fanática. Uno de ellos, El diario de Anna Fink [en inglés, fink significa soplón, esquirol o simplemente una persona desagradable] eran 16 páginas de fotos de atrocidades del genocidio judío con pies de foto chistosos y se anunció en The Rockwell Report como "humor enfermo", una extraña alusión a la revista Mad, a Lenny Bruce [un humorista que hacía uso de la blasfemia] y al mundo de la comedia judía "degenerada" que los nazis, por lógica, deberían despreciar.

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Uno de los resultados de esta ridícula estrategia de mercadotecnia fue que Rockwell terminara reclutando un personal excepcionalmente inepto y que atrajera hordas de nazis que admitió eran "increíblemente estúpidas". Y aún así siguió reclutando a los eslabones más débiles. El PNA se burló de los Viajeros de la Libertad antisegregacionistas con una van llamada el "Autobús del odio". Algunos piqueteros del PNA usaban lentes de Groucho Marx y narices de hule en sus protestas. ¿Por qué se aliaría el famosamente disciplinado NOI con tales caricaturas?

Una posible respuesta llegó ocho meses después. El 25 de febrero de 1962, el PNA fue invitado a un segundo mitin; esta vez se trataba de la convención del Día del Salvador en Chicago. Rockwell se dirigió al público después de Muhammad. Frente a un estimado de 12 mil afroamericanos, el líder nazi se contuvo.

"Ustedes saben que les decimos negros. ¿Pero qué no preferirían ser confrontados por hombres blancos honestos que les dicen a la cara lo que los demás dicen a sus espaldas?"

Como orador público, Rockwell entretenía sin ser particularmente autoritario (en cuanto a cadencia, imitaba al comediante Red Skelton). La suya no era la voz de un führer y el Anfiteatro Internacional de Chicago no era su Congreso Nuremberg. Seguramente notó la ironía del momento: éste era el público más grande al que se había dirigido (y al que nunca se volvería a dirigir).

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"No tengo miedo de estar aquí y decirles que odio la mezcla de razas y que pelearé por ella hasta la muerte", continuó Rockwell. "Pero al mismo tiempo, haré todo lo que esté en mi poder para ayudar al honorable Elijah Muhammad a llevar a cabo su gran plan para tener sus propias tierras en África. Elijah Muhammad tiene razón. ¡Segregación o muerte!" La audiencia se movió entre aplausos de compromiso y abucheos. Dos meses después, Muhammad regañó a su rebaño por su fría recepción en el periódico de la NOI: "Si dicen la verdad por nosotros, ¿qué importa? ¡Nos aguantamos y aplaudimos!"

Este acuerdo mutuo de "honestidad" y "verdad" nos ofrece una mirada al posible fundamento de la alianza. Rockwell y Muhammad se vieron el uno al otro como personas auténticas, dispuestas a hablar con la verdad —o al menos con sus versiones de ella— sin importar el costo. La manera en la que se vendían a sus electores dependía de este prestigio y ambos se legitimaban a sí mismos con la imagen de ser una persona directa. La existencia de Rockwell servía a la NOI como una herramienta de reclutamiento y su presencia física como testamento de la propia autenticidad de Muhammad.

Malcolm X quiso ser parte de esta artimaña de legitimidad e hizo que se supiera que la alta estima de Rockwell no era recíproca. Cuando se le aplaudió al nazi por haber donado veinte dólares en 1961, Malcolm X se rió frente al micrófono y dijo: "Ésa es la mayor ovación que has recibido, ¿no es así, señor Rockwell?"

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Al tiempo que las luchas por los derechos civiles de los años cincuenta dieron paso a los triunfos de los inicios de los sesenta, ambos hombres se encontraban operando bajo la enorme sombra de Martin Luther King Jr. Los nazis, desafiados por un monstruo de triunfos legislativos que siguieron a las acciones de King, se atrincheraron. Malcolm X, quien se enfrentaba a una creciente brecha entre la retórica de la NOI y el éxito de sus acciones no violentas, suavizó su tono.

Después de dejar la NOI en 1964, Malcolm X usó la alianza del movimiento con el Klan como un cargo en contra de Muhammad. El año siguiente mandó un telegrama a George Lincoln Rockwell:

Esto es para advertirte que ya no estoy bajo el control de la lucha contra los supremacistas blancos por parte del movimiento separatista de musulmanes negros de Elijah Muhammad, y que si alguna de sus presentes agitaciones en contra de nuestra gente en Alabama causa algún daño físico al reverendo King o a cualquier otro estadunidense negro que sólo intenta disfrutar sus derechos como ser humano, usted y sus amigos del Ku Klux Klan enfrentarán fuertes represalias físicas…

En tres años, los dos estaban muertos, supuestamente asesinados por ex aliados. No obstante, el fantasma de la alianza sigue viviendo hasta hoy. La Nación del Islam, bajo el auspicio del actual líder de la NOI Louis Farrakhan, mantiene una asociación abierta con el supremacista Tom Metzger. Además, en la última década la página del Partido Nazi Americano estableció una "página para simpatizantes no arios", ofreciendo una "manera de que los no blancos ayuden a nuestra lucha" por medio de aportaciones por correo.

La alianza póstuma de Malcolm X fue aún más extraña: su aceptación masiva por parte de los supremacistas blancos contra los que luchó en vida. El gobierno estadunidense eventualmente le concedió aparecer en un timbre postal.