Dinero

La pesadilla inmobiliaria: pasa el próximo confinamiento en un piso de 20 metros sin luz

20 metros cuadrados sin luz y sin poder ponerte de pie en tu "cuarto". Ideal para pasar el próximo confinamiento.
cuarto
Imagen vía Idealista 

'La pesadilla inmobiliaria' es una sección en la que denunciamos los abusos más flagrantes y los pisos más sorprendentes del mercado inmobiliario en España. Si te has topado con algún palacio similar, escríbenos a esredaccion@vice.com.

¿Qué es? Un "precioso y acogedor estudio en el corazón de la ciudad a tan solo 4 minutos de gran vía" -sin mayúsculas ni nada- según el anuncio de Idealista en el que se oferta. La realidad es que es un ¿piso? ¿zulo? ¿estudio? ¿la jodida guarida de un Oompa Loompa? que mide 20 metros cuadrados con un patio para tender que se incluye en los metros totales del piso, con lo cual habitables hay unos cuantos metros menos.

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El propietario ha tenido la decencia de no poner que es un dúplex pero tiene dos pisos: el de abajo, donde encontramos un minúsculo baño, el mencionado patio, que no sabemos si es particular o compartido, la cocina compuesta una placa eléctrica de un fuego, un grifo y un frigorífico de 50 centímetros -hay cocinas de camping mejor equipadas- y lo más sorprendente, lo que en el anuncio se denomina "zonas comunes".

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Interpretamos, aunque la imagen es confusa, que a las "zonas comunes" se llega a través o bien de la puerta de la calle o del patio que no nos dicen si es privado o vecinal. Se trata de una estancia de paso al fondo de la cual encontramos el minúsculo baño en la que hay, únicamente, un sofá y una también minúscula mesa plegable. Asumimos que es ahí, en esas zonas comunes donde se come, se trabaja y se "hace vida", la poca vida que pueda hacerse en un espacio así, vaya.

Justo al lado de la puerta de entrada hay una escalera metálica que da a la segunda planta, un altillo con una moldura cuanto menos extraña en el techo en el que cabe únicamente una cama y en el cual un ser humano de altura media probablemente no quepa sentado. Una estantería y dos espejos rodean la estancia, para aprovechar el no-espacio. Todo ello en una planta -1 sin ventanas de ningún tipo, por supuesto, y sin rastro de la coquetería de la cual habla el anuncio, salvando el conato de alicatado hidráulico de la "cocina".

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¿Dónde está? Muy cerca de Plaza de España, entre el Templo de Debod y los Jardines de Sabatini. Una zona que está de puta madre si eres un runner porque te pilla cerca de grandes parques, aunque es bastante poco probable que un amante de la salubridad decida vivir: a) en el centro de Madrid b) en un piso sin luz y en el que a poco que uno eche hombros no va a caber.

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También es una zona de puta madre si lo que quieres es tener cerca botellones de chavales los viernes por la tarde, emos trasnochados -sí, sigue habiendo emos en 2020, y en Madrid se reúnen en el templo de Debod-, gente que hace peleas de espadas láser -sí, hay gente que hace peleas de espadas láser, y en Madrid se reúnen en el templo de Debod-, muchos turistas y muy pocos supermercados o tiendas en las que aprovisionarte de cosas que no sean imanes o abanicos con motivos cañís. Lo tendrás jodido para comprar cosas comestibles, por ejemplo.

¿Qué se puede hacer por ahí? Irte a echarle de comer a los emos, ver las peleas de sables láser, andar hasta el Senado y preguntarte para qué sirve o ver cine europeo y hacer como que lo disfrutas en los Golem, que son unos cines en los que no se puede comer palomitas porque está prohibido. También puedes sentarte a mirar la puesta de sol en Debod y jugar a adivinar cuáles de los viandantes son pareja ya y cuáles están de cita de Tinder o, si eres madrugador, irte a primera hora y averiguar quién se ha caído de la cama y quién no se ha acostado aún.

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¿Cuánto cuesta? 495 euros al mes, un monto relativamente barato para el estado del mercado inmobiliario en Madrid, máxime en el centro, si lo que valoramos es vivir solos, no compartir "piso" -si es que a esta cosa se le puede llamar así-. Ahora bien, si tenemos en cuenta el precio por metro cuadrado (24,75 euros) y las condiciones de habitabilidad, que son cuanto menos cuestionables, pues ya es otra historia.

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"Todo esto del coronavirus nos hará mejores personas", decíamos. "Esta pandemia nos va a hacer por fin valorar lo realmente importante", nos empeñábamos en pensar. "De esta saldremos mejores", nos decían desde el Gobierno y las instituciones. "De esta sí, de esta sí que sí pincha la burbuja del alquiler", nos consolábamos pensando porque bueno, dicen que no hay mal que por bien no venga.

Y no se ha acabado cumpliendo nada de lo anterior. Seguimos igual de capullos, seguimos teniendo las mismas preocupaciones superfluas, seguimos valorando las mismas mierdas y el mercado inmobiliario sigue siendo un nido de ratas y usureros que se empeñan en demostrar que lo son más aún cuando vienen mal dadas. Y es que en los últimos meses y a raíz del confinamiento decretado tras la declaración del estado de alarma, muchos de ellos han demostrado su naturaleza arrendando "pisos para pasar el confinamiento" o "alquileres de media estancia", es decir, hasta septiembre u octubre, fecha en la cual calculan los especuladores que podrán volver a poner sus apartamentos cuquis en Airbnb.

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Pero ojalá hayamos, al menos, aprendido lo básico, y lo básico que hemos podido aprender, quizá lo único, es que las pandemias mundiales de pronto suceden y con ellas suceden a veces los confinamientos. Ojalá hayamos reflexionado sobre la importancia de una casa y de dónde elige uno vivir cuando se ve en estas tesituras y sobre que igual hay que empezar a cantarle las cuarenta a los que nos toman por idiotas y nos dicen que la guarida de un Oompa Loompa es un "precioso y acogedor estudio", por mucho que esté en el centro esa guarida. Y la única manera que tenemos de hacerlo es dejar que sus anuncios se pudran en Idealista, aunque para ello tengamos que irnos a vivir lejos, muy lejos de los emos que se juntan en Debod. Que, por otro lado, tampoco está tan mal, ¿no?

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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