Drogas

Detenido el dueño de un bar de Ourense por esconder cuatro drogas distintas en un futbolín

Fue el 27 de diciembre, un día antes de los Santos Inocentes.
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Imagen vía Flickr/Catorze

Hay un mito fundacional en mi pueblo en el que, como en todos los mitos fundacionales, es complicado discernir lo que es verdad de lo que es mentira, lo real de lo añadido a posteriori por el imaginario colectivo del lugar, en este caso, una localidad de paredes encaladas de la Meseta. Resulta que una noche, durante una redada con perros, las autoridades llegaron al bar del camello más veterano del pueblo, un anciano con una pierna amputada que había sido sustituida por una ortopédica tiempo atrás.

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En mi cabeza había niebla y era invierno, pero no sé ni si había niebla ni si era invierno y nunca me he preocupado por contrastarlo. En mi cabeza dentro del bar, que está frente a una gasolinera, al lado de una carretera de esas que parten en dos los pueblos de La Mancha, estaban los de siempre: obreros de la construcción echándose unos anises, chavales que trabajan en el campo de lunes a viernes y de sábado a domingo se dedican a la menesterosa actividad de ponerse hasta arriba. Estaban los de siempre, mirándose en silencio y mirando en silencio a los agentes que acababan de entrar y los perros empezaron a ladrar.

Sus ladridos y sus hocicos no se dirigían ni a la cámara que hacía las veces de almacén ni a la barra ni a los baños sino a la pierna de dueño, ya anciano, de pelo cano y barba blanca. Los agentes le pidieron que se levantara el pantalón y descubrieron su pierna ortopédica. Los perros seguían ladrando. Le pidieron que la desmontara y descubrieron en su interior una cantidad considerable de cocaína. Creo que aún sigue en la cárcel, pero esta es otra de las cosas que no me he preocupado por cotejar, porque los mitos fundacionales tienen más sentido cuanto más difusos y abiertos son.

Algo similar ocurrirá en Ourense pasados unos años: que a lo ocurrido el pasado 27 de diciembre en el pub The Bass le empezará a crecer alrededor un halo mítico. Que cuando los orensanos narren que a su dueño le encontraron cocaína, hachís y pastillas, además de MDMA, escondido todo en el futbolín de su local nadie sabrá muy bien qué ocurrió realmente y qué es un añadido posterior.

Dirán que el dueño del garito era un local de 52 años con otras tres detenciones anteriores a sus espaldas y eso será cierto. Dirán que al local, anteriormente conocido como Azabache y ubicado en el centro de la ciudad, llegaron las autoridades policiales y eso también será cierto. Dirán que, tras la inspección, la Policía salió de allí con una bolsa de plástico que contenía en su interior diez envoltorios con cocaína, una bolsa de hachís y otra con pastillas, supuestamente de éxtasis, y un paquete con una piedra de MDMA, todo ello encontrado en el interior de un futbolín, además de tres cajas de viagra y una navaja con forma de tarjeta de crédito que se escondía bajo un cenicero y más de 4.000 euros que se encontraban ocultos en varios rincones del bar.

Todo ocurrió, todo esto fue, el día anterior al de los Santos Inocentes del año 2019. Pero después se añadirán detalles, se conjeturará sobre si aquel día había o no niebla, sobre si hacía o no frío, sobre la mueca torcida del dueño de The Bass cuando salió detenido de su garito. "Pues anda que no habré echado tardes metiendo goles en esa máquina, siempre me pedía al Madrid", dirán algunos, sea verdad o mentira. Y dará igual, porque lo importante de esta historia es el futbolín. El futbolín y la empatía que uno siente, inevitablemente, por el ingenio ajeno. Independientemente de la finalidad con que sea usado e independientemente de que no sea suficiente para, en este caso, evitar la cárcel.

Sigue a Ana Iris en @anairissimon.

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