Los hackers del planeta
La ​SPICE project idea para investigar si un globo puede ser una opción barata para distribuir particulas que absorban las partículas de luz en el cielo. Ilustraciones por Dylan Glynn. 

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Tecnología

Los hackers del planeta

¿Estamos cerca de la geoingeniería en el planeta Tierra?

Los científicos han llegado a un estado de frenesí. Reunidos en una oculta sala de conferencias en lo más recóndito de un hotel en Berlín, decenas de respetados investigadores climáticos (casi todos de mediana edad, casi todos blancos y casi todos hombres) discutían sobre el documento de una página bautizado tentativamente como la " ​declaración de Berlín". El documento propone reglas para conducir experimentos que puedan enfriar artificialmente la Tierra. Hablamos de, básicamente, hackear el planeta.

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Esta practica es comúnmente conocida como  ​geoingeniería. Piensa en los planes de los villanos en las películas de James Bond, pero con buenas intenciones. Es un campo muy controversial que estudia ideas como ​lanzar jets que vuelen a gran altura para llenar los cielos de sulfuro y así bloquear una pequeña fracción de los rayos solares que entran a nuestra atmósfera, o enviar una flota de drones sobre el océano para que empiecen a rociar agua de mar en las nubes, ​así son más brillantes y reflejan más luz solar.

Las anteriores son dos de las propuestas más discutidas que usarían tecnológica para enfriar el planeta y combatir el cambio climático, cada una de ella tendría un costo de varios billones de dólares al año, lo que es casi nada para la economía global. Estamos a punto de ver el nacimiento de los primeros experimentos en el mundo que han diseñados para probar ideas como estas, pero primero los científicos deben aprobar un código ético que les diga cómo seguir hacia el futuro sin alarmar al público o romper algunas leyes.

Un ingeniero se paró frente al micrófono y dijo que no había necesidad de regular ningún experimento "trivial climáticamente" en este campo. Otro no estuvo de acuerdo. El único experimento de geoingeniería "trivial" que ha ocurrido en el mundo, dijo, causó "reflexiones sociales muy graves. Entonces, disculpa Andrew, pero estás hablando cosas sin sentido". En el cuarto se escucharon varias risas ahogadas.

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El calentamiento global nos entregó pruebas que los humanos  ​pueden alterar el termostato de nuestro planeta indiscriminadamente. ¿Puede ser posible que creemos una tecnología que permita retroceder este daño?

Muchos de los expertos en el cuarto (entre ellos climatólogos, ingenieros, físicos, antropólogos y juristas) viajaron a Berlín en agosto pasado para ir a la conferencia de Ingeniería Climática,  ​la primer reunión internacional de su tipo, porque ya se está transformando en un realidad que la humanidad intente responder a la pregunta anterior.

Hugh Hunt es uno de los asistentes que quiere ayudar. Él es el epítome de un profesor distraído: alegre y de cara sonrojada, posee un pensamiento libre que lo hace enumerar rápidamente una impresionante lista de hechos sobre la producción global de carbono. Hunt es un profesor de ingeniería en la Universidad Cambridge y es uno de los arquitectos clave del  ​proyecto SPICE (o Ingeniería climática a través de la inyección de partículas estratosféricas, por sus siglas en inglés). Hunt está detrás de uno de los más conocidos proyectos de geoingeniería conocidos en el mundo.

"Un cambio climático descontrolado es potencialmente muy malo" me dijo Hunt mientras almorzábamos. "Utilizar geoingeniería para solucionar el problema es potencialmente muy malo también. No se si conoces a alguien que tenga cáncer, pero la quimioterapia es muy mala. Tu pelo se cae, tus órganos fallan y probablemente mueras. Pero puede que no mueras. Quizás te cures".

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Las conversaciones sobre cambio climático estaban alrededor de nosotros y es imposible no escuchar a escondidas. Richard Branson ha enviado a un emisario a chequear los proyectos de eliminación de carbono para el Virgin Earth Challenge. Alguien habla sobre los pros y contras de enviar un espejo gigante al espacio.  ​Escuché ideas locas también.

"Usando la analogía del cáncer ¿Hemos visto algún cambio climático con suficiente antelación como para lidiar con el de manera gentil? Si no lo hemos hecho ¿Deberíamos arrodillarnos y morir, siguiendo la analogía? ¿O deberíamos tener tecnologías como la quimioterapia que podrían ayudar?" me dijo Hunt.

El año 2012, Hunt y sus colegas en SPICE planearon amarrar un globo y elevarlo a la estratésfera, desde donde rociaría agua. Estaban probando un potencial mecanismo para distribuir aerosoles de sulfato (al estudiar las erupciones volcánicas, los modeladores climáticos han aprendido que ​ el sulfato expulsado que queda en la atmósfera ayuda a bajar la temperatura global por cierto periodo de tiempo).

Otro esquema del cancelado proyecto SPICE, lo más cerca que hemos estado de un experimento real de geoingeniería.

Pero el proyecto fue cancelado en medio de preocupaciones sobre los conflictos de interés entre los investigadores involucrados y lo que la prensa describió como una "protesta pública" contra la geoingeniería.

"Las personas creen que estoy haciendo esta investigación para promover el uso de geoingeniería" dice Hunt. "Es todo lo contrario. Creo que la idea de utilizar geoingeniería es aborrecible. No deberíamos haber llegado a esta situación de mierda en primer lugar. Deberíamos hacer todo lo que podamos para arreglar nuestra situación utilizando las tecnologías más benévolas que podamos. Algunas formas de geoingeniería pueden ser muy horribles".

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¿Por qué los activistas medioambientales están preocupados? lo que podría ocurrir con la geoingeniería solar es que se podría secar todo África, quizás se entremetería con las temporadas de monzones o probablemente reduciría la capa de ozono.

Otros han señalado que al fomentar la investigación, los científicos están llevando la geoingeniería hacia la aceptación general. El antropólogo Steve Rayner de la Universidad de Oxford me dijo que él y sus colegas están muy preocupados de estar promoviendo que la gente "piense en lo que no debería pensar".

Él siente que la idea es muy popular, que ha atraído mucha atención como para ser prohibida desde un comienzo. Alguien, en algún lugar del mundo, experimentará y algunos gobiernos pueden estar interesados en los resultados.

"Estamos pensando en tecnologías peligrosas" dice Hunt. "Si las desarrollamos con cuidado y responsabilidad, cuando llegue el momento en que los gobiernos estén interesados en la geoingeniería van a descubrir que hay personas que han trabajado mucho esto y que realmente es horrible, en vez de decir 'Nadie ha pensado en esto, pero se ve barato, se ve bien, hagámoslo mañana'. Es como lo que sucedió en el Proyecto Manhattan: 'Nadie ha pensado en armas nucleares. Se ve bien, se ve efectivo, hagámoslo mañana' y lo hicieron".

El año 2010, el 74% del publico norteamericano  ​no había escuchado hablar sobre la geoingeniería. Desde entonces ha sido tema de ​un artículo del New Yorker, el ​argumento de la película de ciencia ficción Snowpiercer y noticia en algunos medios. Como cuando el emprendedor Russ George ​virtió 100 toneladas de hierro en las costas de Canadá para ver si el plancton comenzaba a succionar CO2 desde las aguas del mar, o cuando los autores de Freakonomics dijeron que la geoingeniería ​puede ser una forma barata de luchar contra el cambio climático. Todo lo anterior ayudó a que la geoingeniería pasara de ser una idea de la que se reía la comunidad científica, a una que los gobiernos cautelosos del cambio global podrían considerar como una opción factible.

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Mas recientemente,  ​un equipo de científicos de Harvard publicaron una nueva investigación en ingeniería climática y esbozaron la propuesta detallada de un experimento que podría probar los efectos de la geoingeniería en la capa de ozono. El autor del estudio dice que este experimento podría ocurrir en dos años más.

Cuando enfrentamos una tragedia, está en nuestra naturaleza el gravitar hacia la promesa de los milagros

De vuelta en la reunión, Rayner sigue el ritmo de lo que ocurre en el cuarto. Con su barba, pelo blanco y su elocuencia afable, se ve como John Hammond de Jurassic Park mientras considera las ramificaciones éticas de la crianza de dinosaurios.

"Hemos pensado que prohibir los proyectos de geoingeniería no sería sustentable" dice Rayner. "También nos sentimos muy disconformes con la idea de darle carta blanca a la comunidad científica para que simplemente comiencen a hacer experimentos".

Hunt se paró y preguntó cuantos ingenieros había en el cuarto. Sólo tres levantaron la mano.

La declaración de Berlín fue abandonada eventualmente. El objetivo era producir un marco que los científicos pudieran usar para asegurarle al publico que los futuros proyectos de geoingeniería se llevarían a cabo de forma responsable, pero no surgió nada parecido a un consenso.

De todas formas la declaración era más importante como metáfora. Un grupo creciente de científicos están enfocando sus energías en la geoingeniería y no pueden ponerse de acuerdo sobre cómo proceder. Pero es posible que no sea necesario un acuerdo.

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"Las decisiones serán hechas por el poder, no en este tipo de reuniones. Odio decirles esta verdad" dijo en el último día de la conferencia el Doctor Wil Burns del consorcio de geoingeniería de Washington. "La visión que quiero que surga es la del 'misantropoceno'. Cuando enfrentamos una tragedia, está en nuestra naturaleza el gravitar hacia la promesa de los milagros".

Simon Nicholson, de la Universidad Americana, tiene una preocupación similar. "Si el derecho político toma posesión de la ingeniería climática como la solución radical al cambio climático, podríamos ver un aumento en la ingeniería climática" dijo en su discurso.

Y es aquí dónde están los miedos de cada uno de los científicos que trabaja en este campo: la severidad del cambio climático y el bajo costo relativo de la ingeniería climática llevará a los gobierno a utilizar estos arreglos técnicos como una solución, cuando es todo lo contrario. En el mejor de los casos será una solución de parche temporal y muy mal aplicada. En el peor de la casos podría profundizar la herida al disuadir las acciones futuras. Este es el riesgo moral de la geoingeniería, mientras más parezca una opción viable, será menor el combate por el cambio climático de las personas, los gobiernos y las empresas.

De hecho  ​una investigación llevada a cabo por Dan Kahan de Yale encontró que si la geoingeniería fuera presentada como una solución efectiva para el cambio climático, las personas conservadoras estarían más dispuestas a creer en el cambio climático en primer lugar. Esto puede ser porque la geoingeniería es una hazaña del ingenio humano muy amistosa con el capitalismo. Puede ser llevada a cabo por industrias que te cobrarán una cuota y habla de la capacidad que tiene el mundo de aprovechar la tecnología para superar nuestros problemas. Ademas, ellos podrían argumentar que nadie tendría que dejar de consumir algún producto específico.

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También existe un número de expertos que aseguran que la geoingeniería sería "casi imposible" de dominar.

"Estoy muy escéptico sobre la idea que la humanidad alguna vez distribuya sulfatos en aerosol" dice Rayner. "Quizás un pequeño país isla lo haga como un acto de desobediencia civil, casi diciendo 'Vamos a tomar una pequeña flota de aviones y lo haremos a ver si nos intentan frenar'".

En el último día de la conferencia, cuando la declaración estaba definitivamente muerta, los organizadores intentaron un pequeño experimento para cerrar todo.

¿Creen estos estos expertos, los mejores eruditos y científicos que investigan el tema en el mundo, que veremos geoingeniería durante nuestras vidas?

"Lo veremos en los próximos diez años" dijo el maestro de ceremonias y unos pocos científicos muy cautelosamente levantaron sus manos. Entre veinte y treinta años y unos pocos más dijeron que si. Cuando dijo "cincuenta años" más de la mitad de la sala levanto su mano.

Entonces, de acuerdo a los expertos, hay 50% de posibilidades que alguien intente en este siglo aplicar ingeniería en el clima de la Tierra. Alguien hackeará el planeta.

Este artículo aparece en la edición de enero de VICE