El triste final de las instalaciones de Río 2016
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un legado podrido

El triste final de las instalaciones de Río 2016

Seis meses después de la ceremonia de clausura, las instalaciones de Río 2016 se han convertido en un fiel reflejo de la realidad actual de Brasil: están en la ruina.

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El brillo de los deportistas no ha sido suficiente para reparar el desaguisado de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro. Tan solo seis meses después de la ceremonia de clausura de Río 2016, la mayoría de instalaciones olímpicas están inutilizadas y ya empiezan a mostrar signos de serio deterioro. La situación se aleja mucho del legado y el beneficio prometido a los ciudadanos brasileños.

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Además de la acuciante crisis política y económica, que no menguó a pesar del impulso del evento, a los vecinos de Río sigue atacándoles una violencia endémica a la ciudad y Brasil. En 2016, más de 5 000 personas fueron asesinadas en Río, un 20% más que el año anterior; en el mismo período, casi 12 000 tiendas tuvieron que cerrar por la mala situación económica del país, según apunta Reuters.

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Esta galería repasa lo que queda de unas Olimpiadas que no solucionaron nada.

Vista aérea del parque olímpico en Río de Janeiro. Foto de Nacho Doce, Reuters

El estadio acuático de Río, con parte de su recubrimiento destripado. Foto de Pilar Olivares, Reuters

Un partido de vóley playa en el centro olímpico de tenis, una de las pocas instalaciones aprovechadas estos meses. Foto de Pilar Olivares, Reuters

Un par de niños juegan en las instalaciones abandonadas del parque olímpico. Foto de Pilar Olivares, Reuters

Entrada al complejo olímpico en Deodoro, donde un cartel anuncia que volverán a la actividad en enero. La foto fue tomada el 7 de febrero. Pilar Olivares, Reuters

Otra perspectiva del estadio acuático, donde Michael Phelps hizo historia hace medio año. Foto de Pilar Olivares, Reuters

Vista aérea del estadio acuático dentro del parque olímpico. Foto de Nacho Doce, Reuters

La remodelación del Maracaná ha sido su condena. Nadie lo ha usado desde los Juegos, y la hierba está ya reseca. Foto de Nacho Duce, Reuters

Lo que queda de la piscina olímpica de Río 2016. Foto de Pilar Olivares, Reuters