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cucarachas

Recordando la celebración más lamentable del fútbol español

En la temporada 2005-06, tres futbolistas brasileños del Real Madrid protagonizaron uno de los momentos más tróspidos que se recuerden en la Liga.
Foto de Vincent West, Reuters

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Sé que levantaré polémica con este artículo. Sé que mucha gente se me tirará al cuello: "¡Qué dices, matao! ¡Si X celebración fue mucho peor!", dirán los jéiters, y quizás tengan razón.

No obstante, para mí no hay discusión: la peor celebración de la historia del fútbol español fue la que perpetraron Robinho, Roberto Carlos y Ronaldo una tarde de septiembre del año 2005, cuando no se les ocurrió nada más que hacer de… cucarachas.

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La primera pregunta que le viene a uno a la mente es… ¿por qué? ¿Por qué tres jugadores brasileños de superélite —dos de ellos legendarios, por cierto— querrían humillarse de semejante forma?

La respuesta es: no lo sé. Los caminos de la mente humana son inescrutables, y lo que se dicen los jugadores dentro del vestuario se queda dentro del vestuario —¡por suerte!—.

Lo que sí podemos hacer es rememorar ese momento tróspido de la noble historia del balompié español. Para ponerte en situación, diré que la Liga 2005-06 había empezado hacía apenas un mes; el FC Barcelona había ganado el título la temporada pasada, así que la dirección deportiva del Real Madrid —léase Florentino Pérez— decidió hacer algunas incorporaciones para volver a conquistar el torneo.

Para contentar al entrenador del equipo, Wanderley Luxemburgo —un entrenador brasileño que había cosechado notables éxitos en su país natal y que había llegado a Madrid a media campaña 2004-05—, el club blanco fichó a un compatriota suyo: el prometedor Robinho de Souza, estrella del Santos FC y titular en la selección brasileña campeona de la Copa Confederaciones de 2005.

El clan brasileño del Real Madrid en 2005: Roberto Carlos, Robinho, Ronaldo y Julio Baptista. Foto de Andrea Comas, Reuters

En Madrid, Robinho se unió a un clan brasileño formado por Ronaldo, Roberto Carlos y Julio Baptista. En el equipo aún quedaban antiguos miembros de los Galácticos, como David Beckham o Zinedine Zidane, pero en general se trataba de una escuadra de transición que necesitaba sangre nueva para volver al máximo nivel.

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En teoría, Robinho era el elegido para dársela.

Tras un prometedor partido en Cádiz —cabe decir que quizás los medios se pasaron un poco al valorarlo, eso sí—, Robinho pareció un fichaje perfecto: el brasileño ofrecía frescura, desborde y alegría en un equipo algo rígido. La temporada pintaba bien hasta que llegó la quinta jornada y el Madrid viajó a Mendizorroza para enfrentarse al Deportivo Alavés.

En el minuto 59, Ronaldo marcó… y los tres brasileños lo celebraron así:

Dimitry Piterman, el inefable personaje que fue dueño del Alavés —por desgracia para el club vasco, por cierto—, aseguró que Robinho, Ronaldo y Roberto Carlos eran "unos payasos". La tormenta mediática fue notable: medio país tachó la celebración de falta de respeto, Roberto se defendió diciendo que la intención era "divertir a la gente", Ronaldo aseguró que no había mala uva… y Florentino Pérez, evidentemente, atajó el tema prohibiendo las celebraciones extravagantes.

Cabe decir que unos días más tarde los brasileños celebraron un gol haciendo el canguro, lo cual tampoco gustó pero al menos no levantó las iras del fútbol español. Después de ese segundo experimento, sin embargo, a los brasileños se les pasaron las ganas de hacer cosas raras.

Hay dos conclusiones —dos líneas de investigación, como diría cierto conocido personaje— para este episodio: una, la visión clásica de que al final el tema del respeto es relativo, que al fin y al cabo solo es fútbol, que los brasileños son alegres y divertidos, que el problema lo tenemos los europeos porque somos unos aburridos… y luego un segundo punto de vista que puede enunciarse con una simple pregunta: ¿cucarachas, tíos? ¿En serio?

El autor está demasiado viejo como para tirarse a hacer la cucaracha, pero en Twitter aún reparte patadas: @kj_mestre