​Por qué Marc-André ter Stegen es una jodida superestrella
Foto de Tony Gentile, Reuters

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el portero del futuro

​Por qué Marc-André ter Stegen es una jodida superestrella

Los fallos de ter Stegen frente a la Roma y al Athletic de Bilbao le han puesto en el disparadero en los últimos días. Tras su primera temporada, dudar de él es tan injusto que duele.

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Sí, el título tiene toda la intención. Y viene en el momento justo. Poco después de que encajara un gol —un golazo brutal, más bien— en Roma, y justo cuando empiezan a pitarle los oídos debido a un incipiente alud de críticas, es momento de salir y gritarlo bien alto: Marc-André ter Stegen es un pedazo de crack como hay pocos en el mundo.

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Cuando llegó del Borussia Mönchengladbach —una vieja gloria del fútbol europeo venida a menos, por desgracia—, muy pocos conocían a ter Stegen. Ese chaval rubio y con cara de turista alemán en Lloret de Mar era prácticamente un desconocido para todos (excepto algunos expertos).

Marc-André había completado muy buenas temporadas en el Gladbach, y Joachim Löw incluso se había planteado llevárselo a la Euro 2012; pero frente al mundo era el portero de un equipo pequeño que cometía errores imperdonables en partidos amistosos. Otros cancerberos, como el infortunado René Adler, parecían apuestas más seguras.

Además, estaba Manuel Neuer.

Aunque lo inicios de Neuer en el Bayern de Múnich fueron complejos (venía del Schalke'04, rival histórico de los bávaros, y encima cometió errores graves en los primeros partidos), el cancerbero de Gelsenkirchen terminó demostrando que no solo había sido un buen fichaje, sino que se trataba de uno de los mejores del mundo en su posición. Su Mundial en Brasil 2014 fue sencillamente espectacular.

Anticipación, dominio de su área y autoridad sobre compañeros y rivales: el partido de Manuel Neuer contra Argelia en el Mundial de Brasil pareció sencillamente irreal.

Antes de llegar al FC Barcelona, Marc-André era un enanito frente a Neuer, una copia en miniatura de las habilidades del portero del Bayern y de la Mannschaft: era capaz de anticiparse a los delanteros en los pases profundos, tenía buenos reflejos bajo palos, y además jugaba bien con los pies. Sorprendentemente bien, de hecho.

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En esas llegó el verano del 2014, y el denostado —quizás injustamente, quién sabe— Andoni Zubizarreta decidió incorporar a ter Stegen al Barça para el nuevo proyecto de Luis Enrique Martínez. Junto a él llegó Claudio Bravo, ex de la Real Sociedad y capitán de una potente selección chilena. Ninguno de los dos tenía un cartel espectacular; eran buenos, pero para el espectador medio eran ambos un "psé".

Luis Enrique se encontró con dos porteros de calidad pero con todo por demostrar en la superélite: un chileno veterano con experiencia en la Liga y un joven alemán prácticamente recién nacido para el fútbol.

¿Qué hacer?

"Que se turnen", decidió Lucho, salomónicamente.

¿Quién está en primer plano y quién en segundo? Marc-André ter Stegen y Claudio Bravo se repartieron la portería del Barça durante la temporada 2015-16. Foto de Albert Gea, Reuters.

A Bravo le tocó la Liga; a ter Stegen, la Champions League y la Copa. El alemán empezó con dudas, cometiendo un par de errores de bulto frente al París Saint-Germain en el primer partido de la fase de grupos. Se le veían hechuras, y los aficionados culés descubrieron que Marc-André era mucho mejor con los pies de lo que imaginaban: pero daba la sensación de que el alemán aún no estaba hecho.

Pasaron los meses. El Barça llegó a su momento más bajo en Anoeta en enero; parecía que Luis Enrique y su proyecto estaban en la picota. A partir de ahí, sin embargo, una extraña metamorfosis transformó al frágil equipo culé en una máquina de ganar partidos —aunque a veces no supieran exactamente cómo.

Bravo siguió parando en Liga. Ese flanco parecía cubierto.

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¿Y la Copa y la Champions?

El giro de tuerca clave para el Barça se produjo cuando Luis Enrique ubicó a Leo Messi en el extremo de forma definitiva. El argentino creó una productiva sociedad con Neymar; Luis Suárez, convertido en delantero clásico, se aprovechó de ello.

El equipo superó al Atlético de Madrid en una eliminatoria destinada a cambiar el rumbo de la temporada. Seguidamente, el Barça aplastó al Villarreal con un global de 6-2. Ter Stegen paraba y cortaba balones, pero sobre todo daba pases increíbles. Su lenguaje corporal no era el de un portero: parecía un jugador con guantes (y uno bueno, además).

Llegó el Manchester City: no fue rival para los azulgrana. Volvió a cruzarse el PSG: se disolvieron como un azucarillo.

Y entonces vino el Bayern de Neuer. En la ida, el Barça se impuso por un claro 3-0 con una exhibición de Leo Messi en los últimos 20 minutos de partido. En la vuelta, la exhibición fue de Marc-André ter Stegen.

La parada de ter Stegen al tiro a bocajarro de Robert Lewandowski en la vuelta de las semifinales de la Champions fue elegida como la mejor de todo el campeonato.

A sus 23 años, en su temporada de debut en un equipo grande de Europa, ter Stegen había alcanzado la final de la Copa del Rey y de la Champions League. Y no solo eso, sino que además había sido importante en ambas competiciones.

Ah, y un ligero detallito: ganó ambas.

Sin ocupar tanto terreno como el bestial Manuel Neuer, Marc-André controla su área, cierra los pases interiores y hace de líbero en la mejor tradición de grandes porteros del pasado —como René Higuita con Colombia o José Francisco Molina en el Atlético de Madrid, por ejemplo.

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Lo mejor de ter Stegen, sin embargo, son sus pies. Se temía que ningún portero pudiera sustituir a Víctor Valdés en el menester de iniciar el juego desde atrás, algo básico para los azulgrana: Marc-André ha demostrado que estaba preparado para ello… y que quizás inclusopodría llegar a hacerlo mejor que Víctor (que, siendo una leyenda, no estuvo exento de aparatosos errores)

¿Tenéis una Champions League? ¿No? Pues ter Stegen sí. Y en su primer año en el Barça. Foto de Kai Pfaffenbach, Reuters.

Ter Stegen no es perfecto. Seguirá cometiendo errores de bulto, seguirá arriesgando demasiado con los pies y seguirá jugando fuera del área —como le pide su entrenador, sus compañeros y el sistema de juego del Barça, por cierto—.

Sí, Marc-André tiene defectos. Muchos, seguramente. Y aún así… ¿conocéis a otro portero de su generación igual de completo y que a su (cortísima) edad aguante la presión de jugar finales de Champions? David de Gea, Thibaud Courtois… ¿y quién más?

Si lo conocéis, presentádmelo, porque le haré llegar su currículum a los entrenadores de Europa: os garantizo que en pocos meses será el titular en la mitad de equipos de la Champions League.

Si no lo conocéis, hacedme caso: ter Stegen ha triunfado a la primera donde tipos del nivel de Vítor Baía o Rüstü Reçhber habían fracasado. No es un portero normal.

Marc-André es una jodida superestrella como pocas hay en el mundo.

PS: ¿Y qué hacer si saliendo tanto del área se la cuelan por arriba, como le preguntó una vez Zubizarreta a Johan Cruyff? Pues si se la cuelan por arriba, aplaudimos todos.