Ya llegó la Muerte hambrienta
Para recorrer el país
A ver cuántos muertos cuenta
En tierra de chile y maíz.
Va a Tijuana y Ensenada
A la Guerrerense se lleva
Para estar siempre atascada
De tostadas en su cueva
La Flaca va a Monterrey
Y prueba res y cabrito
Y de postre una gloria, es ley
"Este sabor no me lo quito"
Llegó la Calaverilla
A tomarse un buen lechero
"Pero denme una canilla
Que así solo no lo quiero"
Almendra, cacahuate y sal
La calaca vino a buscar
Para hacer un mole tal
Que animara cualquier altar
El pozole es complicado
Es lenta su preparación
La Calavera ha ordenado
Tres órdenes para el panteón.
Una cochinita pibil
No se le niega a persona
Ni a la Calaca que es tan vil
Flaca, huesuda y cabrona
¡Bomba!
"Cuando el Chilango visiten",
Dijo la Calaverilla
"No permitan que les quiten
El queso a sus quesadillas".
En México adoptamos el humor para hacer frente a lo desconocido a lo que asusta, incomoda o desagrada. Y así enfrentamos la muerte. No con sarcasmo, pues no nos reímos de ella, le sonreímos.
Todos los días corren memes y caricaturas de nuestros políticos, de nuestros desastres, de nuestras carencias. Hoy, que recordamos la muerte, nos llenamos de color, comida, fiesta y mucho humor, no porque nos alegre la muerte, sino pensar en ella nos impulsa a celebrar la vida.
Además de las ofrendas (altares) que decoran las casas mexicanas hoy, las calaveritas literarias —composición en verso tradicional en México— son una tradición que acompaña al Día de Muertos y tienen la misión de recordarnos que la vida no es sino la muerte, y sólo nos queda gozar y reír.