Existe, al menos por lo que yo puedo ver, solo un grupo de personas con la habilidad de experimentar libremente con la comida y aún así ser socialmente aceptados: las mujeres embarazadas. Si una mujer con un niño entra en un restaurante y demanda camarones al ajillo bañados en salsa de chocolate, nadie se lo va a negar. Le das a la señora lo que quiere. Es un rito de pasaje.
Pero tal vez deberíamos todos tomar el ejemplo de las reglas del embarazo y ser un poco menos serios con nuestras combinaciones de sabores. Por ejemplo, los camarones son dulces. El pastel es dulce también. ¿Por qué no comerlos juntos? Porque la gente puede llegar a pensar que somos mentalmente inestables. Sin embargo, solo porque no vemos esas cosas juntas todos los días, no significa que no deberíamos hacerlo.
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Dejemos que la alegría y el placer no tengan límites. Debes salir de la estructurada doctrina de los sabores rígidos establecidos por la publicidad, los libros de cocina y las revistas. Tira tu carne con vino tinto como advertencia al viento. Hay muchísimos restaurantes finos allá afuera que sirven todo tipo de combinaciones locas – como postres hechos de nabos blancos y cosas por el estilo, pero nosotros la gente común debemos esto, no comer día tras día lo mismo. A menos que seas unbio-hacker, por supuesto.
For the sake of discovery, you have to sacrifice comfort. I want silly food and weird tastes and don't want to treat each meal like it's a fucking religious experience. Sometimes, in our collective obsession with food being as beautiful and well-balanced as possible, we lose a sense of fun. That's what I wanted to inject into food with my pictures: fun. And who knows, some of them might just work.
