La macabra historia de la sangre falsa de Hollywood

Sangre. Blood. Blut. Sangue. Veri. Krof. Rakta. Chi. Dam. Xuè.

Como sea que quieras llamarla, literalmente la llevamos todos. Dado lo primordial de la sangre en todo lo humano (incluso los inmortales sangran cuando los punzan), no resulta sorprendente que la sangre teatral exista desde hace tanto como los mismos teatros. Cuando el viejo truco del pañuelo rojo dejó de funcionar —el cual probablemente era usado hace mucho mucho tiempo— los actores necesitaron una sustancia que replicara con cierto apego el líquido vital.

Si eres el pagano promedio sin grandes conocimientos de las técnicas teatrales del siglo XVI, podrías pensar que la sangre animal se utilizaba en obras antiguas como Titus Andronicus, la obra más sangrienta de Shakespeare. Pero los expertos hoy en día tienen serias dudas de que la sangre de animal haya sido muy utilizada, por razones prácticas. Como Farah Karim-Cooper, la jefa de Educación e Investigación Superior en el Teatro Globe de Londres lo dice: "La pregunta de si la sangre animal se utilizaba en el escenario o no, no es complicada de responder teniendo en cuenta los altos costos y calidad del vestuario de los actores y la imposibilidad de lavarlos". En otras palabras, no lavado en seco, no sangre animal.

Entonces, durante siglos se ha necesitado una receta para hacer sangre escénica y por tanto muchas otras recetas fueron diseñadas durante años, mientras las compañías pasaban del escenario a la televisión y ahora a alta definición y fuentes de entretenimiento creadas por computadora.

Así que, si la sangre escénica ha sido preparada desde hace tanto, ¿cómo se hacía mucho antes de eso? Bueno, una de las primeras recetas se originó en los insectos. El Grand Guignol —el teatro parisino que abrió en 1890 y es conocido por sus obras de terror— hizo sangre escénica utilizando pigmento rojo derivado de insectos secos hervidos, incluyendo cochinillas, que hasta hace poco utilizó Campari. Cuando la receta se enfriaba, coagulaba y creaba costras dignas de admiración.

Evidentemente, la sangre teatral moderna ya no está hecha con insectos hervidos. Con el desarrollo de la industria cinematográfica, las películas en blanco y negro utilizaban un rápido truco: jarabe de chocolate. Sí, en un mundo blanco y negro, el chocolate contrastaba bastante con los fondos claros. Los lineamientos de censura excesivos ayudaban bastante, no se permitía la aparición de mucha sangre en la pantalla.

Y para aplicar el jarabe de forma realista, otra solución insólita se presentó: las botellas apretables. Éstas apenas habían empezado a llegar al mercado cuando el supervisor de maquillaje de Hitchcock en el icónico thriller Psycho, Jack Barron, estaba ideando una forma de hacer que la película principalmente sangrienta pareciera auténtica. Le comentó al autor Stephen Rebello, escritor de The Making of Psycho, que el jarabe en botella flexible era una innovación nueva y tecnológica que funcionaba: "Shasta sacó un jarabe de chocolate en una botella flexible de plástico. Esto fue antes de la 'explosión del plástico', por lo que fue algo muy revolucionario. En esa época utilizábamos Hershey's para las películas, pero se podía hacer mucho más con una botella apretable".

Con el advenimiento y aprobación de las películas hollywoodenses a color, la presión por realizar sangre falsa que se viera real aumentó exponencialmente. La sangre falsa de las películas se conocía como "Kensington Gore", luego de que un farmacéutico inglés retirado, John Tynegate, empezó a fabricar y vender la sangre falsa nombrada Kensington Gore, una calle en Londres. La fórmula de Tynegate fue profusamente utilizada en la década de los 60 y 70.

La versión de la BBC de la Kensington Gore de John Tynegate:

2 tazas de jarabe dorado 1 taza de agua templada (la misma temperatura usada para cuajar gelatina) 10 cucharaditas de colorante vegetal rojo Unas gotas de colorante vegetal azul Unas gotas de colorante vegetal amarillo 10 cucharadas de harina de maíz Saborizante de menta (solo es necesario si quieres que sepa como sangre escénica fabricada)

No hay más instrucciones, pero asumimos que solo mezclas todos los ingredientes y listo. Un caos sangriento listo para una trama de asesinato real.

La receta más famosa para hacer sangre escénica, sin embargo, proviene de Dick Smith, un maquillista de Hollywood que murió hace un año a la edad de 92 años. Smith fue responsable de crear la sangre que disfrutaste en clásicos como The Exorcist, Taxi Driver y The Godfather. Llamado por algunos como "el mejor maquillista que vivirá jamás", la receta de Smith para hacer sangre es un clásico, pero también resulta ser súper venenosa. Aquí la tienes:

La sangre falsa (venenosa) de Dick Smith, no lo intentes en casa

1 cucharadita de óxido de zinc (puedes conseguir en un depósito de laboratorios) 1 cucharadita de colorante alimenticio amarillo marca Ehler 30 ml de colorante alimenticio rojo marca Ehler 30 ml de agua 30 ml de humectador Kodak Photo-Flo *Venenoso* (puedes conseguirlo en una tienda de fotografía) 1 litro de jarabe de maíz blanco

Instrucciones:

Coloca el óxido de zinc en un bol, añade agua y el humectador Kodak Photo-Flo (recuerda que es venenoso). Vierte el colorante rojo y amarillo y revuelve (Si estás usando una marca distinta al amarillo Ehler, usa la mitad de la cantidad indicada). Combina un 1/4 de jarabe de maíz y coloca en un contenedor (asegúrate de que el contenedor sea lo suficientemente grande para mezclar los ingredientes). Mezcla el resto de jarabe de maíz y revuelve bien. Mantén la sangre refrigerada, porque el jarabe de maíz puede generar moho.

Cuando uses tu receta, asegúrate de revolver vigorosamente antes de aplicarla.

NO INGERIR O COLOCAR EN LA BOCA. De nuevo, esta receta es venenosa.

¿Por qué, te preguntarás, la receta de Smith —que es venenosa— se volvió tan famosa si por lo regular se necesita que la sangre escurra de la boca de los actores? Resulta que las versiones comestibles, todas variantes de la receta de Smith, abundan. Si quieres actuar como en Evil Dead, puedes mirar If Chins Could Kill: Confessions of a B Movie Actor de Bruce Campbell, donde presentan una receta para hacer sangre falsa comestible usando crema no láctea. Al Diablo, quizá quieras aderezar tu orgía sangrienta con un poco de sangre de chocolate o mantequilla de cacahuate.

Hoy en día, el vehículo para verter la sangre también ha evolucionado más allá de las botellas flexibles hasta el condón. Warren Appleby, coordinador de efectos especiales que ha trabajado en películas como el remake de Carrie, señala que el condón es la manera perfecta de hacer un desastre sangriento: "Es barato, además cuenta ya con un espacio que puedes rellenar con sangre. Lo pegas al vestuario, lanzas una pequeña descarga explosiva llamada petardo entre la bolsa de sangre y el actor. Usamos bolsas con cierre al vacío para poder formar un cuadrado perfecto, a veces los condones no se rompen, a veces sí. Como en la vida real".

Sin embargo, el arte de hacer sangre falsa podría coagularse, al menos para las películas y producciones televisivas. Cada vez más la impecable sangre generada por computadora, hecha solo con pixeles, está convirtiéndose en el método elegido de los directores. De hecho, ninguna ciruela arrugada antropomorfa que actuó en The Expendables 2 tuvo que exponer su delicada piel a la sangre falsa. Literalmente cada gota de sangre en la pantalla fue creada por computadora. Incluso, hasta el aclamado director David Fincher prefirió usar enormes cantidades de sangre por computadora en Zodiac, mencionando su conveniencia y la capacidad de realizar varias tomas sin retocar el maquillaje.

A pesar de que es posible que la sangre escénica, algún día, se convierta en algo exclusivo de los teatros —sin aparecer en las pantallas grandes o chicas—, sin duda tendrá una larga y próspera vida entre los entusiastas de Halloween. Ya sea que la prepares en casa, usando una de estas recetas comprobadas (esperamos que no la venenosa) o que la compres en una tienda cercana, te sugerimos que mantengas el espíritu sangriento de la temporada.

Todos necesitamos recordar los elementos con los que estamos hechos.

Este artículo apareció originalmente en MUNCHIES US en octubre de 2015.