Atlético de Madrid: ¿por qué tantas victorias?
Diego Simeone before a match against Sporting Gijon // Reuters/Eloy Alonso

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Atlético de Madrid: ¿por qué tantas victorias?

Ir partido a partido, sacrificarse, sudar la camiseta... hay muchos tópicos alrededor del éxito del Atlético de Diego Simeone, así que hemos decidido investigar qué hay realmente detrás de esta fachada.

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Todo comenzó en la fría noche del 21 de diciembre de 2011. Un Atlético lánguido, que llevaba semanas ganándose fama de equipo asequible al desaliento, caía en el Vicente Calderón ante el Albacete, conjunto de la Segunda División B (tercera categoría del fútbol español), por cero goles a uno.

El partido correspondía a la vuelta de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey y supuso la sentencia para un Gregorio Manzano que ya había perdido, incluso, en el partido de ida en tierras manchegas. El entrenador, que cumplía su segunda etapa en el banquillo colchonero, se marchaba de nuevo del club por la puerta de atrás, sin convencer a nadie en la grada.

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"Ole, ole, ole, 'Cholo' Simeone", comenzó a resonar en la grada del coliseo rojiblanco cuando el modesto Víctor Curto marcaba el gol del 'Alba'. El cántico, premonitorio, solicitaba la dirección del equipo para quien ya había sido ídolo en el club como jugador.

La afición necesitaba gasolina moral ante tanto hastío: quién iba a decirles a aquellos que comenzaron a gritar espontáneamente que ese cántico terminaría siendo casi un mantra en la ribera del Manzanares.

Primero, no encajar goles

Efectivamente, Diego Pablo Simeone acabó por ser la apuesta a la desesperada de la directiva para el puesto de entrenador. Inexperto en Europa (fugaz paso por el Catania italiano, al que ayudó a no descender de la Serie A) e irregular en Argentina (de ser campeón con Estudiantes de La Plata a dejar último a River Plate), los dirigentes atléticos lo confiaron todo al ascendente sentimental.

Debutó un 7 de enero en Málaga, en un partido trabado que acabó con empate sin goles. Era su principal obsesión: construir desde atrás. Convertir al Atlético en un equipo fiable. Si conseguía minimizar sus fisuras en la retaguardia, creía, los goles acabarán llegando. Y acertó.

Presión alta para finiquitar deprisa

Acusado de ser un entrenador demasiado defensivo, Simeone ha cogido por las riendas algunos partidos clave. Su apuesta por salir a tumba abierta a por un gol para después sobrevivir todo el partido con esa ventaja merced a un trabajo defensivo enfermizamente calibrado es un clásico de su libreto.

Koke Resurrección celebra un gol con Saúl Ñíguez y Antoine Griezmann. Foto de Sergio Pérez, Reuters

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El 4-4-2 con los mediocentros como pilares

Es su dibujo más clásico. Arriba, dos delanteros escalonados y en la sala de máquinas, casi siempre cuatro mediocentros. Sin jugadores puros de banda. Eso le permite poblar el centro del campo y ganar superioridad allí, dejando los carriles para que suban sus laterales, siempre incisivos.

Un don con los porteros…

Cuando llegaron a sus manos, ni Thibaut Courtois ni Jan Oblak pasaban de ser diamantes en bruto, con más potencial que realidad. Ambos, bajo su tutela (y la de Pablo Vercellone, su entrenador de porteros y figura clave), han terminado derivando en guardametas de élite.

…y con los delanteros

Si tuviéramos que señalar el estilo ideal de delantero que le gusta a Diego Pablo Simeone, Diego Costa sería sin duda la alegoría de su estilo. El punta que el 'Cholo' hubiera sido de haberse dedicado a meter goles. Batallador incansable, él fue la punta de lanza idónea para el estilo belicoso de este Atlético.

Pocos han encarnado mejor el espíritu canchero del Atlético de Simeone que Diego Costa. Foto de Susana Vera, Reuters

Sin embargo, bajo el ala del técnico argentino han evolucionado jugadores como Mario Mandzukić, David Villa, Fernando Torres, Radamel Falcao (al que convirtió fugazmente en el mejor 'nueve' del mundo en 2012) o Antoine Griezmann, la última joya de su corona. Sólo Jackson Martínez, incapaz de adaptarse al ritmo del equipo, se marchó del Atlético siendo peor jugador que cuando llegó.

El crecimiento de Koke

Es uno de los referentes del club, espejo de tantos canteranos que sueñan con terminar siendo piezas clave del primer equipo. Tenía 19 años cuando arribó Simeone y era un mediocentro prometedor con cierto peligro de quedarse diluido entre la construcción y la destrucción en su paso a Primera División. El 'Cholo' le inyectó su ADN y hoy, con las cosas claras y el rol definido, es una estrella.

Saúl Ñíguez justo antes de meter su inolvidable gol frente al Bayern de Múnich. Foto de Sergio Pérez, Reuters

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Asoma Saúl

Su gol al Bayern ya está en el museo de los tantos colchoneros inmortales. Es el último producto de la cantera al que Simeone ha otorgado galones porque su personalidad lo pedía a gritos. Jugó en las categorías inferiores del Real Madrid y salió de ellas decepcionado. Paco Jémez le moldeó en el Rayo Vallecano, haciéndole jugar incluso de central. Hoy, es comodín incluso para la selección española.

¿Sospechoso del talento joven?

Se ha acusado a Simeone de ser poco paciente con su vivero. Si bien la realidad es que la máxima exigencia del argentino es lo que a veces marchita a sus jóvenes. Simeone exige hablar de sudor antes incluso de hablar de talento. Y eso se ha llevado por delante a futbolistas como Óliver, más fantasistas y menos atletas. Otros, como Correa o Thomas, han sabido interpretar mejor el libreto del 'Cholo'.

La fuerza del discurso

La palabra tiene una importancia vital en su obra. Por eso, cuenta su entorno, es todavía tan reacio a ver el fútbol inglés como destino futurible a corto-medio plazo. Junto a Mourinho, al que unen trazas similares en ciertos factores, es quizá el mejor mentalizador del fútbol mundial. Sus charlas, cuidadosamente seleccionadas, han cambiado partidos y ganado campeonatos.

Gabi celebra un gol con Juanfran y Filipe Luís. Foto de Andrea Comas, Reuters

Gabi, su extensión

Es su otro yo en la plantilla. El capitán, jugador antaño aceptable al que el 'Cholo' ha convertido ahora en digno de ser internacional, es su perfecto reflejo sobre el campo. O incluso en el banquillo: fue Gabi quien, auricular en ristre para comunicarse con la grada, hizo de Simeone cuando éste estuvo expulsado y debió ver los partidos desde la tribuna. En pocos confía tanto el argentino para extender su palabra.

La gran familia argentina

"Ante la duda, Simeone optará por un compatriota", cuentan desde su entorno. Su confianza en el fútbol del Cono Sur, que tan bien entronca con la genética atlética, es total. Y lo ha demostrado cada vez que ha hecho una petición, desde José Sosa a Augusto Fernández. La última, Nicolás Gaitán, que dejará el Benfica para unirse a la Compañía Easy rojiblanca.

Huyendo de la mufa

Así llaman al gafe en Argentina. A la mala suerte. Simeone, dicen los que le conocen, es una persona enfermizamente supersticiosa. Hasta el punto de cambiar radicalmente de hábitos si pierde o, incluso, de consultar el horóscopo para ver las predicciones de los signos de sus jugadores.

Germán Burgos celebra un gol con su compatriota Ángel Correa. Foto de Juan Medina, Reuters

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La pizarra del Mono Burgos

Su entrenador ayudante, aunque luzca ese aspecto de estibador, es la mente pensante del dúo a balón parado. Comprador compulsivo de libros de táctica (dan fe de ello en la Librería Deportiva Esteban Sanz, de Madrid, donde es un asiduo), de la cabeza del ex portero salen muchas de las jugadas de pizarra que tanto rédito le han dado al Atlético.

El Profe Ortega y su disciplina militar

Otra de las claves de este proyecto. Óscar Ortega, uruguayo, también integra el séquito de Simeone. Su función como preparador físico es acondicionar las piernas y los pulmones de los futbolistas de la plantilla para convertirse en espartanos capaces de soportar el infernal engranaje de ayudas defensivas a las que les somete el 'Cholo'. Mantiene una relación muy estrecha con los futbolistas, pero al mismo tiempo los exprime al máximo. Las pretemporadas del Atlético son auténticas torturas.

Pasión descontrolada

Tirar balones al campo, pegarle una colleja a un linier o encararse con el banquillo rival. Simeone vive el fútbol a tope y su ramalazo bilardista, de fútbol pícaro y canchero, se hace patente cada vez que un partido se vuelve tenso.

Conexión con la grada

"Si se cree y se trabaja, se puede". Una frase que se convirtió prácticamente en un eslogan cuando Simeone la usó tras ganar la Liga de 2014. Una sentencia que emparenta de manera ideal con la genética colchonera y con una afición acostumbrada a sufrir y al fútbol proletario como contraposición a la brillantina de su eterno rival.

Un solo gesto de Simeone sirve para que el estadio despierte durante un partido peliagudo y se convierta en un volcán. Por primera vez en la historia, el Atlético tiene un entrenador cuya importancia supera a cualquier directivo. Él es el catalizador de un sentimiento único y de una afición que se caracteriza por ser quizá la más sudamericana de Europa.

El matrimonio es perfecto. Y quién mejor que Simeone, como jefe de la tribu, para llevar a los suyos a la tierra prometida de Milán.

El autor te puede contar muchas más cosas sobre el Atlético en Twitter: @guillenfran